Bueno, lo que más me marcó en aquellos días fue el silencio... no uno solo, sino muchos... intercalados por conversaciones dispersas, aquí... y allí...
Era un silencio diferente, de aquellos que no nos dejan apurados por llenarlos con palabras, ni con pensamientos...
Él me arrastraba con una fuerza de atracción tan intensa que me paralizaba por completo, impidiendo cualquier reacción que no fuese la perplejidad frente al vacío...
Y tal como un imán que mantiene un vínculo entre el ser y el no-ser... aquel silencio me prendía a un flujo invisible... sin embargo, tan palpable, que yo no conseguía desprenderme... pairando en medio... entre el tiempo y el no-tiempo, comprendí que estaba descubriendo otro mundo dentro del mismo mundo en que había vivido hasta entonces.
Me parece que en aquellos días accedí a una puerta de entrada hacia otra realidad abierta por el silencio... pero, tal como he dicho... no era el mismo silencio que ya había experimentado en otras veces... era otro extremadamente magnético...
Que callaba las palabras y el deseo de pensar y me invitaba a seguir con él... con la misma entrega de cuando vamos entrando en aquella somnolencia buena que antecede el adormecer... me rendía aquel silencio... sin tener que hacer esfuerzo alguno...
Con los ojos y el corazón abiertos veía transformarse la realidad... Tal como si alguien colocase un filtro blanco y transparente sobre la realidad para que todo se hiciese más suave... la realidad percibida por mi mirada, antes limitada y en nítidos colores, pasó a estar entreverada de brumas luminosas que todo lo ampliaban...
Bien quieta en cuerpo y en Alma... permanecí allí en usufructo de aquella nueva posibilidad que se abría del silencio dentro y a mi alrededor... todo se calló y yo pude sentir que estaba un poco más cerca de Dios.
Y algo realmente cambió... parece que aquel camino que descubrí por acaso por la puerta del silencio, ahora era algo que formaba parte de mí... que siempre debió haber formado... solo que ahora yo lo sentía y sabía que podría volver nuevamente a aquel estado ensanchado... no sé durante cuánto tiempo...
Pasados algunos días me vi en una situación de tener que hacer una elección... que antes no sería fácil si yo pensase acerca de ella... sopesaría de aquí y de allí y podría demorarme en ello para finalmente decidir...
Pero parece que mi intuición se hizo más viva y que mi cuerpo la manifestaba con más fuerza... y elegí según el corazón, natural... y rápidamente...
Tomé la decisión que mi corazón me indicaba y a continuación mi mente intentó encontrar los motivos de tal elección... sin embargo, no me enmarañé por ahí esa vez, como había hecho en otras... intentando explicar y encajar en justificativas racionales y conocidas, la decisión que había sido dictada por mi corazón... comprendí claramente que ninguna explicación racional podría alcanzar los motivos de lo que eligiese de esa manera...
Esas elecciones no tenían en cuenta solo las informaciones que caben en los límites de nuestra realidad... el corazón va mucho más allá... y no está limitado por el tiempo ni por el espacio...
No sé a ciencia cierta qué fue lo que cambió en mí durante aquellos días... aquel silencio... sin embargo, sé que, cuando volví, traje conmigo su fuerza... y estuve notando cómo a veces... perdemos tanto tiempo intentando colmar de palabras aquello que ya estaba colmado de Dios...