“En el budismo se pone mucho énfasis en meditar sobre la verdad del sufrimiento. Esto puede ser un poco depresivo, pero cuando vemos nuestros defectos claramente, también vemos la posibilidad de librarnos de ellos. Observar nuestros defectos tiene mucho que ver con nuestra capacidad de despertar. Desde el punto de vista budista, ningún error es imposible de modificar. Siempre hay una posibilidad de cambio. El reconocimiento de nuestra inteligencia humana puede ayudarnos a tener más seguridad al encarar situaciones difíciles. Esto es muy importante.” Es lo que dice el Dalai Lama en su libro Mundos en Armonía – diálogos sobre la práctica de la compasión.
En esta declaración, el Dalai Lama cuenta con una habilidad poco cultivada en nuestra cultura occidental: la capacidad de encarar de frente los desafíos de la vida y de nuestro mundo interior. En general, somos estimulados a distraernos frente al dolor. Como si encarar el dolor pudiese llevarnos a un estado aún peor que aquel en que ya nos encontramos.
Si encarar el dolor significa aumentar una actitud destructiva en relación a nuestra auto-imagen, de hecho corremos el riesgo de hacernos mucho daño. Es decir, si nos reclamamos actitudes idealizadas, por lo que podríamos o deberíamos haber hecho, estaremos solamente reforzando la actitud de evitar el mirar al conflicto de frente. Cuanto más nos exigimos a nosotros mismos, más nos distanciamos del punto en que realmente nos encontramos.
Sin embargo, es preciso aclarar que esta mirada honesta, sincera y directa respecto de nuestra situación, ¡no es una actitud de condenación! Como si admitir una debilidad fuese darse a sí mismo el veredicto derrotista de: “es que yo soy así...”
¡Justamente lo contrario! Así como el Dalai Lama resaltó: “Siempre hay una posibilidad de cambio”.
Pero ¿cómo moverse hacia el cambio si no aprendemos a mirar más allá del sufrimiento?
Para adquirir el auto-conocimiento hemos de desarrollar algunas actitudes internas que no nos han sido enseñadas, como el coraje y la honestidad de sentir lo que pensamos respecto de nosotros mismos sin resistencia alguna, o sea, sin denigrarnos.
¡No nos conocemos solo para auto-diagnosticarnos, sino para tratarnos!
En este sentido, el budismo nos incentiva a sentir el dolor para poder curarlo. Esto no significa dejar de recibir una medicación adecuada a nuestro estado psicofísico. Una buena medicación no va a suprimir el dolor, sino a equilibrar nuestra condición bioquímica para optimizar la capacidad de elaborarla. En este sentido, ansiolíticos, antidepresivos y estabilizadores del humor pueden ser de gran ayuda.
“Primeramente tenemos que volver pequeño un problema que vemos como grande, a partir de ahí, podrá ser disipado”, nos advierte Lama Gangchen Rinpoche.
En la medida en que aprendamos a acoger nuestro dolor, dejamos de tener miedo a ser destruidos por él. El dolor que es sentido puede ser disuelto, en cambio aquel que es puesto de lado puede permanecer allí para siempre.
Conversa con tu dolor. Pregúntale: “¿Qué es lo que quieres enseñarme?” Una vez hayas comprendido su mensaje, haz algo práctico con esta nueva percepción. De esta forma, podrás testimoniar tu real transformación.
Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia. Email: [email protected] Visite o Site do Autor
Publicado dia 1/21/2010 3:28:17 PM em STUM WORLD
