Los dioses crean lo vivido reflejándose a sí mismos en la realidad.
En décadas recientes ha quedado claro que las concepciones tradicionales – de la Psicología circunscrita al Ego – respecto de quiénes somos, cómo funcionamos y en qué podemos transformarnos, se vienen mostrando cada vez más insuficientes y limitadas. Un cambio en la propia base epistemológica de nuestro pensamiento se hace necesaria y viene siendo ejercida y probada en vida por innumerables psicólogos que, sedientos de apropiarse y acercarse a la vida tal como es vivida y a los seres humanos reales en situaciones naturales, hicieron modificaciones en sus paradigmas de pensamiento, al igual que ensancharon sus horizontes existenciales, buscando adecuar sus perspectivas y puntos de vista a las POSIBILIDADES de la capacidad humana para desarrollarse y crear.
El punto de vista, digamos, europeo, se ha mostrado históricamente situado y “bárbaro”, en el sentido que le daban los antiguos romanos, o sea, “parecen no ser capaces de cualquier sentimiento”. Los antiguos modelos y paradigmas no se han mostrado lo suficientemente “vivos” para demostrar el por qué de ser nosotros hombres o qué significa ser completamente humano en la plenitud de nuestras posibilidades existenciales. Mucho esfuerzo y dedicación de grupos enormes de pensadores de la Psicología han venido a demostrar la insuficiencia de la concepción mecanicista y biológica para la realización de la tarea antes descrita: Los modelos de interpretación de lo vivido se han mostrado ineficientes e insuficientes. Es un tremendo desafío intentar llegar a las explicaciones cuando somos nosotros mismos el objeto de estudio.
Si la teoría no sirve para la comprensión de los fenómenos que intenta explicar o debería representar entonces… debíamos decir, a la porra la teoría…
Se hace necesaria una expansión más allá de las fronteras familiares al ego y más allá de las dimensiones más convenientes para el mantenimiento del status quo consciente. Nuestros modelos explicativos sirven para moldear nuestra percepción y nuestros puntos de vista, tanto cuanto para “explicar” lo vivido.
El poder avasallador de nuestros paradigmas y creencias viene siendo cada vez más denunciado, siendo que aun así los mayores peligros están ocultos a la vista consciente por prejuicios y paradigmas inconscientemente desarrollados por el pensamiento colectivo de todas las épocas. Todo cuanto percibimos parece comprobar que nuestros paradigmas y creencias son los adecuados y correctos, cuando de hecho hoy ya sabemos que los modelos de interpretación y los paradigmas se validan a sí mismos, o sea, INCONSCIENTEMENTE PERCIBIMOS E INTERPRETAMOS LO VIVIDO CONFORME A NUESTROS PARADIGMAS Y CREENCIAS.
Es como si al hombre fuese dada la enorme responsabilidad de – por decirlo así – crear el mundo en que vive, auto-validando su experiencia a partir de la constante repetición y aplicación de sus paradigmas y creencias más dilectas. Esto se da en el plano individual tanto cuanto, o mucho más, en el colectivo.
El paradigma de que hay objetividad en la ciencia y que ésta es independiente de filosofías es hoy motivo de risa en cualquier conciencia medianamente desarrollada.
Todas las teorías (visiones) y concepciones respecto de nosotros mismos – incluyendo los de la Psicología – constituyen modelos explícitos (y, generalmente combinados con otros, tan solo implícitos) respecto de la naturaleza humana y de sus posibilidades existenciales. A partir de asimilar un determinado punto de vista pasamos a percibir todo y a todos conforme a él, enfatizando, a partir de este hecho, algunos elementos del mundo posible de ser percibido (a que damos validez) e ignorando o reprimiendo la percepción de otros componentes de la misma experiencia (a los cuales negamos validez).
Si así ocurre en el ámbito individual más todavía se verifica en el ámbito colectivo, creando algo que podríamos denominar “pensamiento históricamente condicionado”. Éste se constituye no solo por un determinado y vencedor punto de vista, sino por una amalgama de creencias y de paradigmas alineados y estructurados conforme a su semejanza y compatibilidad.
En la Psicología Analítica la descripción del proceso formativo de un complejo psíquico, autónomo a la consciencia de vigilia, corresponde exactamente al modo en cómo se estructuran nuestros paradigmas (estructuras de creencias) respecto de nosotros mismos y de la existencia humana como un todo. A partir de su constitución y formación los “cuerpos de creencias” actúan como un filtro que selecciona y matiza todo lo percibido y todo lo vivido; yendo mucho más allá, en su función, de la mera censura y represión.
Concepciones y modelos explicativos con base en la física tradicional vienen siendo progresivamente abandonados por la física moderna, debido a la insuficiencia de ésta para propiciar el entendimiento y la comprensión de los fenómenos observados en los campos vibracional y energético de la materia. Las concepciones newtonianas continúan aplicándose sobre el universo “grueso”, pero no se aplican al universo “sutil” de los átomos. Si tenemos un cuerpo energético o sutil, ¿podemos aplicar nuestras conclusiones respecto de lo vivido sobre su peculiar funcionamiento? ¿Qué decir entonces de nuestras concepciones de nosotros mismos, basadas y ancladas solamente en el mundo observable?
Necesitamos una “revolución” (revisión de paradigmas) equivalente a la de la Física a partir de la teoría de la Relatividad y de la teoría de los Quanta.
Nuestro punto de vista acerca de nosotros mismos y de nuestras posibilidades existenciales necesita ser relativizado y pasar a explicar menos y a comprender más la dinámica real de la existencia.