Llega un momento que marca claramente la vida de todos nosotros, el punto en que decidimos vivir en la Verdad… y cuando percibimos que esto puede ser bastante más sencillo que la forma en que hemos vivido hasta entonces, esa decisión mueve montañas y recibimos toda ayuda del Universo.
Ese punto puede estar marcado por cambios drásticos de camino, por decisiones que van aparentemente contra toda racionalidad… pero si el Alma llama y tenemos el valor de seguirla, veremos que no estamos solos… y que el Gran Misterio nos hace señas desde el final del túnel con una Luz nunca antes imaginada…
Si no estamos satisfechos ¿por qué tenemos que adaptarnos?
Hemos sido hechos para disfrutar de la felicidad a todos los niveles… pero nos han hecho creer que no era así.
Nos hemos acostumbrado tanto en la adaptación a cosas y situaciones en las cuales no podíamos ser quienes realmente somos… en las que no podíamos manifestar nuestra verdad más profunda… y la humanidad fue llevada a olvidarse de su fuerza… del poder de su verdad.
Hemos sido tan invalidados, en tantas y tantas vidas, que incluso nos hemos olvidado de quiénes somos y de nuestro propósito… sin embargo, llega un momento en que nos damos cuenta de que se puede vivir en la verdad sin ser dominados por memorias…
La Hora es Ahora…
Cuánta autoridad fuera de nosotros nos ha guiado por caminos que no eran los nuestros… y cómo hemos sido seguidores de tantas cosas… por miedo… por falta de opción, por considerar de veras que el poder estaba fuera… controlados por memorias del pasado…
¿A qué esperamos para asumir nuestro poder personal… a qué esperamos para oír la voz de nuestra Alma… de nuestro corazón?
Cuántas voces fuera de nosotros habremos de validar aún, antes de dar oídos a la única voz que viene de dentro y que nos guía por los caminos más preciosos… porque nos conducen a nosotros mismos…
Cuando el Alma llama con una fuerza tan grande solo nos resta abandonarlo todo… quedar en silencio y escuchar esa llamada.
Lo más natural es ser lo que somos en esencia… no hay cosa más simple que fluir con nuestra verdadera naturaleza… no requiere esfuerzo… ni planes de la mente… ni preparativos… ni componendas… y mucho menos nada que no sea Verdad…
No hay más que dejar limpio el canal de la conexión con el gran Misterio y acompañar el fluir.
Como un río de aguas cristalinas, que fluye en armonía con toda la naturaleza, nosotros también podemos fluir con levedad y Amor… pero es preciso el valor de dejar ir todo lo que impide el paso de la Luz… todo cuanto aún nos hace creer que no somos merecedores de vivir el paraíso en la Tierra.
Esa decisión viene de lo más hondo del Alma… silenciosa… profunda… pero tiene la fuerza inmensa de todos los vientos que traen las buenas nuevas…