Todo ser humano, sin excepción, anhela la felicidad. E, infelizmente, para la
mayoría de nosotros, ella parece un objetivo casi inalcanzable.
Está claro que la felicidad tendrá una cara para cada uno, muchos la ven como
la realización de todos los sueños materiales, otros, al contrario, solo creen que
sea posible si llega en la forma de la realización afectiva.
No importa la definición, invariablemente la felicidad depende de factores
y condiciones exteriores a nosotros. Por esta razón, nos sorprendemos y
muchos pueden hasta mostrase indignados, cuando les dicen que la felicidad
es independiente de cualquier condición exterior, que es un estado natural,
intrínseco del ser.
Solamente aquellos que ya experimentaron, al menos una vez, el contacto
con la dimensión espiritual del ser, saben exactamente de que se trata. Tomar
conciencia del dominio de la mente y de las emociones negativas que la
acompañan, es un paso esencial para que suceda este proceso.
Y, al entrar en esta nueva dimensión de nuestro ser, rescatamos algo muy
valioso sin el cual ningún tipo de felicidad es posible: la capacidad de amar y
aceptarnos profunda e incondicionalmente. A menos que el amor se vuelva
nuestra naturaleza predominante, continuaremos creyendo que no somos merecedores de bendiciones.
Esta creencia negativa nos lleva a aceptar la falta de respeto, la explotación y
otras formas de violencia que el mundo nos quiera imponer. Mientras no nos
volvamos capaces de ver todo el potencial que habita en nosotros, la felicidad
continuará apenas siendo un sueño distante.
Pueden darte todo el amor del mundo, pero, si decides ser infeliz,
permanecerás infeliz. Y tú puedes ser feliz, inmensamente feliz, por
absolutamente ninguna razón – porque la infelicidad y la felicidad son
decisiones tuyas.
Lleva mucho tiempo percibir que la felicidad y la infelicidad dependen de ti,
porque es mucho más cómodo para el ego creer que son los otros que están
haciéndote infeliz. El ego insiste en dar condiciones imposibles, y dice que
primero precisan ser satisfechas esas condiciones y solamente entonces tú
serás feliz. Él pregunta como tú puedes ser feliz en un mundo tan feo, con
personas tan feas, en una situación tan fea.
Si observas correctamente, te reirás de ti mismo. Es ridículo, simplemente
ridículo. Lo que estás haciendo es absurdo. Nadie nos está forzando a hacer
esto, pero insistimos en hacerlo – y gritamos por socorro.
Pero puedes salir simplemente de esto; se trata de tu propio juego, estar infeliz
y después pedir por simpatía y amor.
Si estás feliz, el amor fluirá en tu dirección…no hay necesidad de pedirlo.
Esa es una de las leyes básicas. Exactamente como el agua fluye para abajo y
el fuego fluye para arriba, el amor fluye en dirección a la felicidad.