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Asistencia Espiritual en desastres naturales y tecnológicos - Parte I
por WebMaster
Por Íris Regina Fernandes Poffo
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Traducción de Teresa –
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¿Cuál es la razón de que ocurran tantas muertes colectivas por accidentes con medios de transporte, incendios, terremotos e inundaciones, entre otros casos? A pesar de que hay una explicación específica para cada situación, una cosa es cierta, nada es por acaso. ¡Todo tiene una razón de ser! ¡En otras palabras, sería la aplicación del dicho popular: “quien a hierro mata, a hierro muere”! Es decir, las personas que tenían débitos comunes, necesitaban estar juntas en esa misma hora y en ese mismo local cuando el accidente sobrevino.
En el Programa “Pinga-Fogo”, presentado por la desaparecida TV Tupí en 1971, Chico Xavier explicó que la muerte de miles de personas en guerras, inundaciones y toda clase de catástrofes son “probaciones colectivas, que colectivamente adquirimos desde el punto de vista de débitos kármicos (por la ley de acción y reacción). A veces emprendemos determinados movimientos destructivos en perjuicio de la comunidad o del individuo, a veces operamos en grupo y, a su debido tiempo, los principios kármicos maduran y rescatamos nuestras deudas reuniéndonos unos con otros...” (libro “Pinga Fogo”, 2010).
En ese programa Chico hace referencia a la obra “Ação e Reação”, psicografía de Chico Xavier, donde André Luiz narra varios casos ilustrativos al respecto, como el ejemplo del avión que chocó contra una montaña durante una densa niebla, sin registro de supervivientes. En vidas pasadas esos pasajeros fueron personas de poder (político), responsables por condenar y/o tirar ciudadanos indefensos desde lo alto de torres o peñascos. Hay el caso de un gran incendio en un circo, donde cientos de personas “murieron” abrasadas sin posibilidad de salvarse. En tiempos remotos, en vidas pasadas, esos espíritus solían prender fuego a las aldeas, incendiando casas y quitando la vida a mujeres y niños inocentes.
Cabe subrayar que en todos esos sucesos, los auxiliares invisibles, amparadores o mensajeros celestes están siempre presentes, prestando debido auxilio a los supervivientes y a los que hicieron el tránsito, así como en el amparo a los familiares y amigos de las víctimas.
En el libro “Vivendo no Mundo dos Espíritos” (1993), Patricia cuenta que a lo largo de las principales autovías brasileñas hay varios puestos de socorro espirituales. Cuando se produce un accidente, “se pone en acción un aparato de alarma en el puesto más próximo, indicando dónde fue y la gravedad del acontecimiento”. Si hay sobrevivientes conscientes, los socorristas intuyen a alguien para que adopte procedimientos de emergencia, tales como apagar el coche (si todavía está encendido), y tirar del freno; telefonear a los equipos de rescate de las autopistas o del cuerpo de bomberos, relatando lo sucedido.
En la obra “As Margens do Rio Sagrado” (1979), Edgard Armond describe que las informaciones sobre la cantidad de muertos y sobre las víctimas en estado grave son transmitidas, casi de inmediato, al puesto de socorro más próximo y de ahí al hospital espiritual que atiende en aquella región, de modo que las debidas providencias sean tomadas rápidamente.
Durante la II Guerra Mundial, la Administración General de esa colonia espiritual situada en la India, según se cita en ese libro, hizo un llamamiento a los puestos cercanos, solicitando colaboradores urgentemente. Como respuesta, miles de voluntarios llegaron de otras colonias espirituales. Los libros “Nosso Lar” psicografía de Chico Xavier e “Ícaro Redimido” psicografía de Gilson T. Freire también describen la movilización de voluntarios y la organización de numerosos equipos de socorristas durante esa triste página de nuestra historia.
Los socorristas actúan con conocimiento previo de los hechos y de las circunstancias, orientados por niveles superiores. Son formados equipos con enfermeros, médicos y terapeutas, entre otros, que llegan bastante antes que los equipos de rescate o de los bomberos. Claro, como se desplazan volitando (volando), no encuentran atascos en las calles y carreteras, ni dependen de las buenas condiciones meteorológicas para ir en helicóptero.
En casos de muerte violenta, tanto en desastres naturales o tecnológicos como en atentados terroristas, muchos no se dan cuenta de que “murieron”. Ello porque, como la ruptura de los lazos que prenden el cuerpo espiritual al cuerpo físico se produjo de forma brusca y repentina, la mayoría de ellos están confundidos, sin entender lo que ocurrió y lo que está ocurriendo. ¡Muchos no creen ni quieren aceptar que han desencarnado, que han dejado a los familiares, sus bienes, sus proyectos de vida! Sólo con el tiempo, con fuerza de voluntad y con mucha ayuda comprenderán el trauma que sufrieron y se recuperarán de él.
Los auxiliares invisibles o amparadores también prestan auxilio a los familiares y amigos que quedaron impactados con la pérdida repentina del ser querido. Muchos también se sienten confundidos, sin conseguir asimilar de inmediato lo sucedido, se sublevan y deprimen, negando que aquello haya podido realmente suceder. La ayuda de psicólogos especializados para superar el duelo traumático es fundamental en tales momentos.
Las vibraciones emanadas por los pensamientos y sentimientos de aquellos que permanecen “a todas horas” recordando lo sucedido, sublevados contra Dios y contra todos, llamando por el ser querido noche y día, interfieren negativamente en el tratamiento que se está llevando a cabo en el plano espiritual. Sufren ambos. La recuperación es más difícil para quien se queda y para el que se fue. Es importante aceptar ayuda, tanto en lo psicológico como en lo espiritual, cualquiera que sea la creencia o religión.
Por otra parte, las vibraciones emanadas por los pensamientos y sentimientos de los familiares y amigos que procuran aceptar lo ocurrido, pese al dolor en el corazón, que elevan sus plegarias y rituales (cualquiera que sea la religión o creencia que profesen) ayudan y mucho a sus seres queridos, aunque no crean en que la vida continúa y que nadie muere de verdad.
Por Iris R. Fernandes Poffo – São Paulo/ SP – diciembre de 2017
Este texto fue extraído del libro: “Passagens entre mundos entrelaçados” de Iris R. F. Poffo y adaptado para la página del STUM.
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