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!Descubrí que mi marido es homosexual! Y ahora ?qué hago?
por WebMaster
Traducción de Teresa
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Autor Roberto Debski
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Una paciente me relató que su marido ha dado señales de homosexualidad. Y pregunta: y ahora ¿qué voy a hacer?
Las dinámicas de relación y las cuestiones afectivas son fuente de gran alegría o sufrimiento.
Las personas se buscan el uno al otro para una relación, y la responsabilidad siempre es un 50% de cada uno en todo lo que suceda en esa relación.
A menudo alegamos que "no sabíamos" que el otro era agresivo, o alcohólico, o bien homosexual, pero inconscientemente atraemos a personas con quienes aprenderemos y enseñaremos algo, respecto de varias cuestiones emocionales y de relación que existen en nuestro sistema familiar de origen.
¿No es extraña esa alegación que hacemos, al vivir con una persona durante años, en una relación íntima donde se comparte la convivencia, las emociones, las responsabilidades, hijos, sexualidad y de pronto descubrir que la persona no era quien imaginábamos?
¿Estábamos abiertos a traer a la consciencia la verdad de aquella relación?
Cuando en algún momento la situación se desvela, y ya no puede seguir siendo un secreto, lo mejor es hablarlo abiertamente, sin dramas.
Abrir el corazón sobre nuestras emociones, necesidades, sobre la relación, evaluar verdaderamente cuál es el papel de cada uno, las expectativas, y a menudo buscar ayuda y orientación profesional.
Ésta será necesaria para que ambos atraviesen esa nueva fase en la cual la verdad se revela y es preciso que sea vista y solucionada.
Pase lo que pase hay que mantener el respeto y la relación debe encaminarse a una solución saludable para ambos y para la familia.
¿Está indicado en estos casos pedir la separación o hay posibilidad de reconciliación?
Cada caso se habrá de encaminar de manera particular.
Si realmente el marido es homosexual y sólo ahora ha podido asumir su verdad, ambos tendrán innumerables dudas sobre si mismos y sobre el matrimonio.
Deben cuestionarse si vale la pena mantener la relación, si van a separarse, cuál sería la finalidad de vivir una relación con esa condición específica, cómo lidiarán ambos con su sexualidad, con los proyectos individuales, de pareja y de familia; si hay hijos, ¿qué modelo de relación están transmitiendo a estos hijos?
Una situación así trae mucha angustia, dudas, incertidumbres y también oportunidades de aprender y crecer.
Esperar a que la situación vuelva a ser como antes es una ilusión, pues siempre que miramos para algo la realidad se transforma, una nueva fase se inicia y requiere de nosotros nuevas reflexiones, posturas y actitudes.
Buscar en ese momento una orientación profesional, mediante una terapia o asesoramiento está indicado para que ambos puedan lidiar con tantos cuestionamientos.
¿Y cuando la pareja tiene hijos? ¿Cómo tratar la cuestión con los niños?
Si hay hijos, dependerá de la edad de éstos y de su madurez la forma de abordarla.
Los hijos no deben ser puestos en medio de la relación de pareja como a menudo vemos que ocurre en las familias.
Hay casos en que los hijos se ponen en medio de la pareja para que éstos no se separen, porque la pareja no es capaz de examinar la propia relación, uno de los padres o ambos quieren la complicidad de este hijo, o se sirven de este hijo para afectar al otro, y otras innumerables situaciones disfuncionales que muestran la inmadurez de estos padres.
Lo que los padres no saben es que con estas actitudes perjudican a sus hijos al colocarlos en una posición que no les corresponde.
Los hijos no pueden ser utilizados para resolver los problemas de la pareja.
En el caso en cuestión, los hijos no deben conocer detalles, ni sobre la sexualidad de los padres, ni ser puestos a favor de uno o de otro, y mucho menos ser utilizados para consolar, ser confidentes o ayudar a los padres a decidir cualquier cosa, independientemente de que sean pequeños o hijos ya adultos.
Los hijos sienten lo que sucede en la relación, y principalmente cuando son pequeños deben quedar al margen para que pasen esta fase, que ya por si sola es difícil, sin producirles traumas innecesarios que podrían perjudicar sus relaciones en el futuro.
Cuando la pareja decida sobre el matrimonio, si por algún motivo optan por continuar juntos, deben saber que su relación es el modelo que sus hijos tendrán para aprender cómo relacionarse en el futuro.
Del mismo modo, si deciden separarse, deben hacerlo con respeto, sin utilizar a los hijos creando una situación de alienación parental.
Los padres siempre continúan siendo padres, con independencia de su relación en cuanto pareja, y su función es necesaria para que los hijos crezcan y se desarrollen de manera saludable.
En caso de separación los hijos deben sentir que ambos permanecerán disponibles para ellos, que la culpa de la separación no es de los hijos, y que ellos no necesitan ni deben interferir en las decisiones que los padres tomen sobre su relación de pareja.
¿Puede la pareja mantener una relación abierta? ¿Cómo lidiar con este modelo de relación?
Si deciden permanecer juntos manteniendo otras relaciones, o cualquier otra opción que elijan, deben saber que el modelo tendrá que ser bueno para ambos.
No vale que uno se sienta bien con la situación y el otro esté sufriendo e infeliz. Cuando el acuerdo es satisfactorio para ambos, si existe respeto y se mantiene la dignidad de cada uno, puede ser posible la convivencia.
La pareja debe siempre recordar, cuando hay hijos, que éstos tienen como modelo a los padres y aprenden con ellos cómo es el relacionarse.
Los hijos ven en los padres, además de su función materna y paterna, cómo ambos se relacionan en cuanto hombre y mujer, y llevarán ese modelo a sus vidas.
Esto no quiere decir que procederán de igual manera, sino que existe cierta tendencia a repetir diversos patrones de conducta aprendidos en la familia, inclusive los modelos de relación, sexualidad y afectividad.
El alemán Bert Hellinger, creador de las "constelaciones familiares", descubrió en sus estudios que hay leyes naturales básicas que orientan las relaciones entre las personas, a las que él denominó "Órdenes del Amor".
Estas leyes son la de Pertenencia, que muestra que nadie en un sistema puede ser excluido, la de Orden o Jerarquía, que muestra que debemos mantener el respeto hacia quien ha llegado antes al sistema y la del Equilibrio de intercambio, que muestra que las relaciones deben mantenerse equilibradas en lo que cada uno da y recibe del otro.
Cuando esas leyes de la vida no son respetadas, se producen dinámicas disfuncionales en las familias, que pueden generar dificultades en las relaciones, en las profesiones e incluso en la salud.
Si venimos de sistemas familiares en desequilibrio la tendencia es que inconscientemente llevemos esos mismos patrones disfuncionales a nuestras propias relaciones.
Sólo cuando seamos capaces de ver esa realidad lograremos desenmarañarnos y caminar hacia relaciones más armoniosas y funcionales, y hacia un destino más saludable en la familia.
Encarar los problemas y buscar soluciones siempre es preferible a ocultarlos y sufrir.
Busca ayuda profesional siempre que sea necesario.
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