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El Arte de Saber Cuidar
por WebMaster
Autora Kátia Regina Silva
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Traducción de Teresa
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Autor Kátia Regina Silva -
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Hay momentos en que somos cuidadores, y en otros somos cuidados, es la rueda de la vida.
Antiguamente, el hombre cuidaba del sustento de la familia, la mujer, de la casa y de los hijos.
Algunas hacían pequeños trabajos para ayudar en las cuentas, pero las mujeres que trabajaban fuera eran miradas con extrañeza y muchas se sentían culpables por no quedarse con la familia.
Con el transcursos de los años, por derecho y necesidad, más y más mujeres dejaron esa creencia limitante, de que el lugar de la mujer es en casa y salieron al mercado de trabajo.
Los derechos se fueron aproximando. Los deberes también.
Las mujeres pasaron a conducir vehículos, ingresan en facultades, doctorados y afines. Viajan solas, comparten la cuenta del restaurante, frecuentan bares, ayudan en los gastos de la casa.
Los hombres, a su vez, han podido demostrar su lado más sensible, ser vanidosos, romper las cuentas, al fin y al cabo, ya no necesitan ser aquellos que no lloran, mantenedores en solitario de sus familias.
Hasta aquí, todo bien, todo el mundo más feliz ¿cierto?
No sé… lo que he visto, cada vez más, son personas, hombres y mujeres, cada cual en su lucha, corriendo, cuidando de otros, del empleo, del jefe, del marido/mujer, de los padres, y cuidando muy poco de sí.
Cuando digo cuidar, no me refiero únicamente a cuidar el cuerpo, ser delgada(o), cabellos lindos y uñas arregladas.
Hablo de cuidar de sí mismo, conocerse, saber quien se es, a dónde se quiere ir, qué realmente se gusta de hacer y ser.
Entramos en un remolino de quehaceres frenéticos, que nos enloquece poco a poco.
La sociedad impone un patrón de felicidad que nos enferma y entristece, sin que nos demos cuenta de ello.
Es preciso ser guapos, delgados, viajados, cultos, internautas, amistosos, exitosos, atender financieramente a nuestras familias.
Cuando todo eso es lo que tú quieres, muy bien, sé feliz, pero si todo eso lo haces para el otro, para cumplir un papel, que consideras ser el tuyo en la sociedad, entonces la cosa cambia de figura, la frustración, los dolores y la ansiedad aparecen.
Quizá no necesites tantas cosas, comprar tantas cosas, ver tantas cosas.
Quizá necesites sentir más cada cosa que vives, en paz interior, con calma.
Quizá, aun siendo independiente, puedas dejar al otro pagar la cuenta, un día.
Quizá, aun siendo autosuficiente, puedas aceptar que el otro haga una sopita, cuando estás mal de la gripe.
El Arte de Cuidar está en la gracia de sentir el momento de cuidar y de dejarse cuidar.
La vida va enseñando, basta prestar atención.
Pero estamos tan preocupados por ser los mejores en todo, que vivimos estresados, exigiendo a los demás, al mundo, lo que no tenemos ni siquiera para con nosotros mismos: cuidados.
Parar, respirar, sentirse, interiorizarse para saber quién se es y qué se quiere, es esencial para una vida feliz, aparte de alejar a los que sólo quieren ser cuidados, el juego es bueno cuando es recíproco.
Piensa sobre esto.
¡Al fin y al cabo, tú mereces ser feliz!
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