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¡Estaba escrito en su mirada!
por WebMaster
Autor Wilson Francisco
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Traducción de Teresa -
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Hablé con Ernesto sobre Almir, su hijo, de 16 años. Tiene la vida tumultuada y ha recurrido a mí.
Me reveló en confidencia que se acuerda como si fuese ayer. Cuando Almir aún era un bebé, miró para él y el padre "vio" en sus ojillos, vivos e intensos y percibió en aquella mirada, una mezcla de súplica y advertencia.
Antes de que él naciese, el padre tuvo un sueño interesante. En el sueño, su abuela dio algunas informaciones importantes sobre el Espíritu que iba a renacer. Advertía ella sobre las dificultades de aquel renacimiento. Y el imperativo de actitudes profundas y plenas de amor, para que el padre llevase a cabo esa tutela espiritual, mucho más que una simple paternidad.
El padre desde muy pronto tuvo extremas dificultades para lidiar con el hijo. Busqué en los antecedentes y pude comprobar que en sus últimas encarnaciones Ernesto vivió aislado en monasterios, como sacerdote.
En esta vida es profesor universitario. Y tiene esa falta de habilidad para ser padre, entender e interaccionar con el mundo infantil.
Ahora, en la juventud, las dificultades aumentan, debido también a la diferencia de costumbres y de la inteligencia en los tiempos actuales. ¡El choque de generaciones!
Orienté al padre, en la terapia, a entender un factor existencial muy importante.
Le digo que Almir es al mismo tiempo un Espíritu, hijo, un ser social dotado de personalidad propia y trae en su inconsciente imágenes, comandos expresivos. Y está también la interferencia del inconsciente colectivo, de los Espíritus que interaccionan y acosan su Universo mental.
¡Caramba, Wilson! Visto así, parece una misión imposible la de educar a un hijo.
Imposible no es, difícil puede que sí. El choque de generaciones hoy protagoniza situaciones de amplia complejidad. Mi nieta, Sara, desarrolla actos que yo, ni cuando tenía dieciséis años siquiera soñaba.
Ella toma decisiones tales como elegir la ropa y qué comer. Todo eso a los dos años.
Rosa Almeida narra su experiencia cuando hicimos el apoyo a su hijo, diagnosticado de un tumor misterioso.
Dice ella: empecé con la práctica el sábado. En el momento que habíamos combinado, lo dejé todo preparado e hice según tu orientación: pedí permiso a Dios, al Yo Superior de Ricardo, mi hijo, y me sintonicé contigo. Proyecté la imagen de él en mi cama, como si él estuviese acostado allí.
Me senté al lado, observando y entonando mantras y oraciones.
Fue una experiencia muy intensa, aunque yo haya quedado un poco sin saber si las imágenes fueron proyectadas por mí, en mi deseo de que saliera bien, o todo aquello sucedió realmente. Sabes como es, Wilson. Soy madre, tengo dudas.
Observé que llegaron como cuatro o cinco seres de blanco y se pusieron en torno a la imagen de él que yo proyecté en la cama.
Pasados unos minutos yo "vi" a Maestre Hilarión y a Madre María.
Después de algunas intervenciones de los Seres que allí estaban, yo "vi" a Ricardo abrir los ojos y sonreír. En seguida se sentó en la cama y salió.
Yo continué un poco más con la mentalización y la proyección.
Durante todo el tiempo sostuve con oraciones lo que estaba sucediendo.
Fueron exactamente diez minutos.
Agradecí a todos en mi nombre y en nombre de él.
Ayer repetí el proceso. No vi nada de lo que había ocurrido el día anterior.
Cuando me fui a dormir soñé contigo, Wilson, diciéndome que en aquella noche se había producido una "gran infusión de energía".
Como al comienzo de su declaración, Rosa Almeida dijo: "aún me causa extrañeza todo eso. Todo lo que concierne a la espiritualidad aún es casi imponderable a los sentidos humanos e incomprensible para mi conciencia".
Días más tarde, la madre de Ricardo me envió un mensaje.
Llegamos hace poco de la consulta. La tomografía ya no presentó ningún tumor ni nódulo alguno. Han desaparecido.
Quería darte muchísimas gracias por toda tu ayuda, por todo el apoyo espiritual y psicológico. Por la sustentación que he recibido para ayudarme a atravesar este período, por toda la ayuda espiritual que Ricardo recibió.
Tengo el corazón aliviado y me siento muy feliz".
Este caso pone de manifiesto una situación muy común. El dolor convoca a la criatura, el hijo clama por ayuda. Está el conocimiento espiritual, anunciando posibilidades infinitas. ¡Si tuvieres fe como un grano de mostaza moverás montañas!
Proceder como Espíritu, para cuidar de los hijos, aún se hace difícil, porque la creencia espiritual aún es frágil, ¡hay miedos!
En mis tiempos, la criatura nacía con los ojos cerrados y era envuelta en fajas. Ahora es diferente. J. Roberto me dijo: "Wilson, yo estaba filmando el nacimiento de mi hija. Y cuando "salió" de la barriga de la madre, ¡ella me miró! ¡Créeme! ¡Ella me miró!!!"
Ellos, los hijos de la Era Cuántica, llegan al Planeta Tierra con una visión diferente, amplias percepciones.
La ciencia hace su parte, definiendo que la materia no existe. Y abre espacio para que la Física Cuántica predomine.
Padres, tened "ojos de ver", ampliad vuestra percepción y llevad una vida en la cual predomine el Espíritu.
Si de veras aceptases las diferencias entre tus ideas y las ideas de los demás, claro que también aceptarías que elegir puede llevar a cometer errores. No es erróneo luchar por tus derechos. Erróneo es el no aceptar y quedarte callado o fingir que estás de acuerdo, sólo para no destacarte en el rebaño.
El rebaño nunca te va a aceptar. Sólo te va a soportar, mientras seas de utilidad.
Hay muchos significados para la palabra tolerancia y yo tengo el mío particular.
Tolerancia es la capacidad de aceptar tus decisiones como tuyas, y las decisiones de los demás como decisiones de los demás. Sólo eso.
A su debido tiempo, el universo pondrá de manifiesto quién tiene razón.
Si en este momento estás conviviendo con una persona intolerante, tienes dos opciones.
O aceptas que cada uno tiene el derecho de ser quien quiera ser y, en ese caso, dejas de pelear y permites que el universo muestre quién tiene razón, o lo intentas en otra parte.
El problema de intentarlo en otra parte es que los conflictos mal resueltos tienden a repetirse.
Entonces, la mejor decisión es aceptar que siempre habrá pensamientos diferentes y que no son éstos los que te hacen daño.
Lo que te hace daño es el modo que has elegido para lidiar con ellos.
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