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La gran batalla del alma humana
por WebMaster
Autor Paulo Tavarez -
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Traducción de Teresa -
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El alma humana es un condominio. Dentro de ella existen muchos moradores y entre ellos hay dos clases: la de los ángeles y la de los demonios.
Cuando estamos frente a las dificultades, el demonio del descreimiento aparece, y junto a él, el demonio del desánimo; no obstante, para traer equilibrio a los procesos psíquicos, detrás de otras trincheras aparecen los ángeles: el de la confianza y el del valor; de esta forma se inicia una batalla interior.
Esos conflictos representan la dinámica de nuestro mundo interior, y de la misma forma, todo el Universo también se mueve entre contradicciones.
¿Quién saldrá vencedor, el grupo demoníaco o el grupo angelical? Esto depende de qué es lo que queremos reforzar en nosotros, pues tanto un ejército como el otro, ambos, serán nutridos por nuestra consciencia. Somos únicamente espectadores de ese choque, no estamos en el combate, pero nuestra implicación, de alguna forma, habrá de fortalecer al lado que apoyamos.
Parece un discurso esquizofrénico, pero somos todos así: esquizofrénicos. Traemos luz y sombra dentro de nosotros, y somos conminadosconstantemente a elegir uno de los lados. Muchos optan por apoyar al grupo de los demonios y esto, cuando se produce de forma recurrente, desarrolla vicios terribles, difíciles de superar, al revés de aquellos que se alinean con el ejército de la luz y aceptan esa confrontación como etapa de aprendizaje.
El arma más poderosa del ejército de los demonios es el miedo; sus combatientes adoptan estrategias que implican la inseguridad, la ansiedad y principalmente la preocupación. Como contrapartida, del otro lado, el ejército de los ángeles responde con la aceptación, la confianza y, lógicamente, con la sabiduría.
El arma más poderosa que usa el ejército de los ángeles es la razón, pues ese instrumento es una verdadera bomba atómica contra el miedo que controla el ejército demoníaco. Siempre que usamos la razón, todos los constructos mentales negativos son desarticulados. El ejército enemigo intenta responder con la emoción, otra arma poderosa, pero únicamente logra tener éxito en medio de las fragilidades creadas por la ignorancia.
Buscar el conocimiento, investigar las causas de nuestras miserias psíquicas a través de profundas prospecciones, aún es el medio más rápido de fortalecer el ejército de ángeles que queremos lograr vencedores.
En las escrituras sagradas encontramos, en el Bhagavat Gita, una perfecta analogía de esa batalla que tiene lugar en nuestro mundo interior. De un lado, Aryuna, el príncipe de los Pándavas, comandante del ejército de los ángeles. Del otro lado tenemos a Dhritarashtra, el líder de los demonios interiores, aquellos a que Aryuna tenía que enfrentarse, si bien necesitó del apoyo de Krishna - nuestra conciencia - ya que estaba casi a punto de abandonar esa lucha. Aryuna vio a sus parientes y amigos del otro lado, o sea, creó un verdadero apego por aquello a lo que se tenía que enfrentar. Esto nos pasa a todos nosotros, nos apegamos al mal, pues esos enemigos son muy perspicaces, casi siempre nos consuelan con algún placer transitorio; tienen el poder de mantenernos aturdidos, mientras que Krishna, aquel que representa a nuestro Yo Verdadero, aquel que no está en la batalla, pues siempre será el espectador, trata de empujar al comandante Aryuna al combate.
Las tinieblas nunca vencerán a la luz, eso es imposible. El Sol nunca jamás conocerá la sombra, pues su simple presencia disipa completamente aquello que existe únicamente en función de su ausencia. La sombra es una ilusión, un campo negativo, carencia de luz; señala únicamente nuestra ignorancia y es justamente en el suelo fértil de la ignorancia donde germina el Samsara.
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