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Madre - Relación Delicada
por WebMaster
Autora Elaine Leal Carvalho
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Traducción de Teresa
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Estoy vivenciando un momento que me viene llevando a las profundidades del existir, en el sentido de mi vida. Un momento de delicadeza. Percibir en mí algo que siempre ha existido y que ahora emerge intensamente.
Sentimientos y emociones que poco a poco se vienen presentando, aunque yo no quiera.
No están bajo mi control. Una especie de “tesoro”. Mi autoconocimiento.
Mi madre padece Alzheimer… se ha instalado despacito, casi a escondidas y ahora está presente, muy presente.
El Alzheimer me ha traído a través de mi madre, un retorno al período de la niñez, donde tantos acontecimientos estaban olvidados.
Sensaciones indescriptibles… a veces parece que estoy en el útero nuevamente reviviendo aquel período.
En las conversaciones con mi madre, en repetidas veces ella me cuenta su infancia, su juventud, sus sueños de adolescente.
Escucho y voy comprendiendo lo incomprensible.
Es un impacto grande saber que dentro de un tiempo que no controlo yo, ella tendrá dificultades para reconocerme.
Pero también sé que su alma siempre sabrá quién soy: hija. La cuarta hija. La benjamina. Actualmente sólo somos dos hermanas. Mis hermanos han fallecido.
Es trabajoso lidiar con esta condición, exige disposición, paciencia, calma.
No todos los días estoy dispuesta, paciente y calma, principalmente cuando ella tampoco lo está.
Sin embargo, me ha venido ocurriendo experimentar sentimientos que recuerdo claramente haber sentido en la niñez en relación a ella: amor que no se mide. Amor sin restricciones, amor, simplemente amor.
Según crecemos, por circunstancias de la vida, este amor se transforma, a veces nos alejamos de este amor, nos da enojo amar a la madre, y proyectamos ese amor en otras personas. El amor por la madre a veces se pierde por ahí temporalmente.
Mi madre ha envejecido. Es el proceso natural que todos nosotros, si no morimos antes, habremos de vivir.
El Alzheimer acentúa las frustraciones, los deseos omitidos, los sueños no realizados, los enojos reprimidos durante décadas. No hay tiempo presente. Hay el tiempo pasado.
Juntamente con todo eso vienen también algunas revelaciones.
Hechos, acontecimientos, secretos guardados durante años en un enorme “baúl” llamado memoria.
Memoria esta que se disipa con el tiempo, para quien tiene Alzheimer.
Me siento honrada en ser hija de mi madre.
Ella es la madre adecuada para mí. No podía ser otra.
Si no fuese ella, no sería yo la que está escribiendo aquí.
Algo en mí está siendo sanado. De las profundidades de mi ser viene el llanto.
Mi niña interior llora y tiene miedo.
Yo adulta voy cuidando de esta criatura que necesita de mí.
La madre es la más importante referencia, juntamente con el padre.
Tengo miedo al dolor de la orfandad de madre. Mi padre ya descansa en paz…
Llorar es inevitable…
Llorar sana. Apacigua el alma.
Estoy prestando atención.
Elaine Carvalho - Terapeuta
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