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No dejes que tus pensamientos vayan a lo negativo.
por WebMaster
Autor Bernardino Nilton Nascimento
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Traducción de Teresa
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En su vida entera el ser humano viene entablando batallas de conquistas. Si creemos que el sufrimiento es necesario, vamos a contracorriente de la nueva era.
Si en el planeta hay ciertos lugares de sufrimiento, no estamos obligados a llevar nuestros pensamientos hasta ellos. Viejos hábitos de la vida nos llevan al sufrimiento. Tenemos la manía de atraer el sufrimiento y viajar con él en pensamiento.
Por tu libre voluntad acepta lo que pasó. Debemos concentrarnos en las maravillas, en la magia y las alegrías que los momentos nos proporcionan. Y ¿quién construye los momentos? Nosotros somos responsables por ellos. No es vivir como el avestruz, con miedo a la vida y no encarando los momentos. Debemos estar agradecidos por cada momento y tratar de hacer siempre lo mejor para sentirnos bien. Cuanto más claramente veamos todo esto, más pronto podremos dejar de sufrir.
Acepta la visión del nuevo Cielo y de la nueva Tierra, y ten siempre en mente que tú formas parte de ese milagro de la vida, eso no es un sueño inalcanzable.
Es la realidad de la cual formas parte, teniendo el poder de hacer siempre lo mejor para tu vida y para la del prójimo.
No obstante, no vayas más allá de los momentos. Hay lugares en este planeta donde el pueblo sufre con la miseria, hay sitios donde padece todo tipo de sufrimientos; si puedes ayudar, hazlo sin permitir que el problema entre en ti; si consideras que nada puedes hacer realmente, ora, pide a Dios por aquellos que pueden ayudar materialmente y haz tu parte espiritual rezando. No lleves tus momentos hasta el sufrimiento, ten confianza en la evolución humana, ten la absoluta seguridad de que todo lo que sucede en el planeta tiene un porqué.
Entonces, haz de tus momentos tu única presencia. No charles con Pablo pensando en Pedro, no hables con María pensando en Magdalena. Haz siempre lo mejor que puedas hacer, estando presente.
La meditación no es sólo dejar de pensar, sino estar presente al momento, esto te conduce a un nivel de unión entre cuerpo, mente y espíritu, todos presentes al momento.
Dios es la propia presencia. Cuando meditamos, estamos concentrando el pensamiento en un solo objetivo, pero en determinado momento puedes conseguir llegar a la nada. De la nada vuelves teniéndolo todo más claro y consciente, tres minutos en la nada es todo. Ya que la naturaleza de la mente es pensar, ella está todo el tiempo trabajando y la práctica de la meditación nos lleva al descanso de la mente.
Cuando damos total atención al momento y a las personas que en él están, las actitudes, los actos, pensamientos y palabras se convierten en una oración.
Nuestra presencia total al momento hace mirar más allá de los viajes hechos en pensamiento hacia el pasado o el futuro.
Repara en cómo las personas nos llevan al sufrimiento, ya sea hablando sobre el inexistente futuro, o sobre lo que ya pasó. La prensa nos lleva a los lugares de mayor sufrimiento del planeta, por si no bastasen las malas noticias aún nos llevan al lugar del sufrimiento.
Esos viajes vienen siempre seguidos del "creo, si", son palabras que preparan para lo imaginario. "si el conductor no frena, mata a tres personas". No pasó nada, y sin embargo creamos un drama que se disemina rápidamente en varias hipótesis. "Creo que si el conductor no llega a frenar, hubiera matado a tres y herido a otras cinco personas".
Siempre estamos saliendo del momento real. Lo real es que nada sucedió y debe darse por terminada la cuestión; el conductor sólo frenó, todo acabó bien, pero tenemos la manía de viajar hacia el lado negativo. Así hacemos en diversas situaciones diariamente, huimos de lo real hacia lo imaginario y mayormente el lado negativo.
Gracias a esos viajes y fuera del momento presente, acabamos quitando a Dios del momento presente; pedimos a Dios mirando hacia arriba, Él está presente en nuestros corazones. La verdad es que el mundo, desde que fue creado, vive en evolución y dentro de esas evoluciones ha pasado por destrucciones, no sólo por la propia naturaleza como por el ser humano. Ya nos llevan al sufrimiento y las preocupaciones.
El planeta ha tenido una parte destruida por el fuego y no fue por el calentamiento global; otra parte ha sido destruida por el agua y no fue por haberse derretido el hielo. El mundo, por sí solo, sufre sus mutaciones constantes y a cuentagotas, siempre en el presente; de vez en cuando la copa se llena y desborda en determinado lugar. El ser humano, en general, es un pordiosero. Es un eterno destructor, creador y al mismo tiempo, es miedoso. El miedo es el principal motivo de esos viajes imaginarios hacia el sufrimiento.
Ningún ser humano, y en ese concepto están los profetas, siendo usuarios de los momentos presentes, aun así tenían miedo. Siendo profetas, no emplearon un tercio de su capacidad mental, pero sí emplearon bien el concepto de la presencia, aunque en esta presencia estaba el miedo. Cuando se entregaron a la muerte, no fue un acto de valor, sino miedo a sufrir. "Entre el sufrimiento conocido y la muerte desconocida, mejor elegir la muerte".
El mundo es mutable y nada podemos hacer contra sus evoluciones y modificaciones. Debemos preocuparnos más por nuestras modificaciones internas. No tenemos el poder de frenar las mutaciones del planeta. Aunque no se encienda una cerilla, aunque todos los coches anden con agua, aunque todas las industrias dejen de funcionar, eso no nos quitará la certeza de que parte del planeta va a acabar por el fuego o por el agua, porque siempre ha sido así.
Nuestra visión del momento pasa por abrir la puerta del corazón a todas las mutaciones humanas, aceptar todas las limitaciones, ceder en nuestras opiniones, respetar todas las religiones; esto no significa aceptar los caminos por ellas indicados, sino poner el foco en las personas. Aceptar las elecciones personales, ser auténticos siempre, decir lo que nos gustaría escuchar y, sobre todo, procurar ser justos y equilibrados. Ahí vas a preguntar: "¿y el amor?"
Súmalo todo y el amor aparecerá, el amor no está en el pasado ni en el futuro, sólo vamos a vivir el verdadero amor en el momento presente.
BNN
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