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¡Qué estrés!!! El peligro de la saturación en personas altamente sensibles

por WebMaster

Autor Rosalira Oliveira
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Traducción de Teresa
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En el artículo anterior abordé el tema de la hipersensibilidad e hice una advertencia sobre la necesidad de que las personas altamente sensibles vigilen con atención su cotidiano, de modo a evitar caer en la trampa del estrés por saturación. Administrar los estímulos y evitar llegar al punto de la sobresaturación es una cuestión crucial para nuestra calidad de vida. Y el motivo es fácil de comprender: la característica de la alta sensibilidad hace que una PAS no sólo absorba más informaciones, sino que además las procese de manera diferente, más profunda que las demás personas. Este es un proceso en gran parte inconsciente, y que por eso mismo no puede ser controlado por la voluntad de la persona.

Ahora bien, ocurre que absorber y procesar tanta información todo el tiempo consume mucha energía. De ese modo, cuando hay un exceso de estímulos (como ruidos constantes, multitudes, agendas repletas, convivencia con personas agresivas, etc.), quedamos simplemente agotados y oprimidos por el peso de las solicitaciones hechas a nuestros sentidos. Esto es lo que llamamos saturación, una condición, desgraciadamente, muy corriente en la vida de las personas altamente sensibles.

Podemos comparar nuestra capacidad de procesar los estímulos que vienen del medio ambiente con una pequeña bolsa interna, que cada uno de nosotros acarrea consigo. Si no estamos atentos, vamos absorbiendo y procesando estímulos hasta el punto de que nuestra bolsa interna simplemente se desborda. Este es el punto de saturación. Y las PAS, como consecuencia de su modo de procesar la información, llegan más deprisa a este punto.

Desgraciadamente otras características asociadas al rasgo de la alta sensibilidad , como el perfeccionismo y la dificultad para decir no, pueden llevar a las personas altamente sensibles a sobrepasar sus límites. Algunos entre nosotros simplemente no perciben las señales de la mente y del cuerpo y siguen viviendo una rutina altamente estresante (con muchos estímulos, interacción social y exceso de actividades), hasta el momento en que simplemente se “desmoronan” y ya no son capaces de continuar. Más aún: personas altamente sensibles absorben no sólo informaciones, sino sentimientos y energías también. Por cuenta de eso, trabajar o vivir con personas enojadas o negativas, por ejemplo, puede hacer que absorbas, inconscientemente, esos sentimientos, tomándolos como tuyos.

La saturación y sus consecuencias

Cuando alcanzamos el punto de saturación nos convertimos en víctimas del “efecto gota de agua”, aquel estado en el cual sentimos que ya no podemos con nada más. A partir de ahí muchas cosas pueden suceder: que nos sintamos agotados, sin energía para las actividades cotidianas; que estemos crónicamente irritados, quejándonos por todo y por nada; que nos hagamos todavía más emocionales, llorando sin saber por qué; que no consigamos conciliar el sueño o que, por el contrario, tengamos sueño en demasía; que tengamos deseos de huir, de desaparecer… Todas estas situaciones menguan nuestro equilibrio y hacen la vida más difícil, tanto para nosotros como para las personas con quienes convivimos.

Vale recordar que podemos quedar saturados tanto por cosas y situaciones que consideramos negativas como por aquellas que evaluamos como positivas, es decir, sorpresas (no en vano a la mayoría de nosotros no nos gustan las sorpresas), alegrías y excitación. Todo esto puede afectar de manera más intensa a una persona altamente sensible. Esta es la razón por la cual algunos de nosotros (me incluyo) podemos llegar a enfermar en medio de un episodio extremadamente positivo, como un viaje muy deseado, un ascenso, un casamiento… Aunque felices, esas situaciones pueden crear una carga extra de estrés, simplemente a causa de la excitación que provocan.
La mejor manera de evitar ese tipo de situaciones es vivir con mayor consciencia de nuestra energía y asumir la responsabilidad de administrar nuestro cotidiano, teniendo en consideración el rasgo de la alta sensibilidad. Esto implica, sobre todo, prestar atención al cuerpo para ser capaces de identificar las señales de alerta y reconocer la necesidad de descanso, tanto físico como sensorial y emocional. El cuerpo es nuestro mejor guía. Tú incluso puedes no percibir que estás estresado, pero tu cuerpo está consciente de ello.
Como lidiar con eso: Algunas claves

Administrar el estrés por saturación una vez éste se instala no es tarea fácil. Exige tiempo, cambio de perspectiva y nueva evaluación de la rutina y del estilo de vida. Claro que cada persona tendrá que trazar sus propias estrategias y elegir sus caminos. Pero, como sugerencia, algunas claves muy genéricas pueden ayudar a reencontrar el equilibrio:
Entiende y respeta tu característica. Aprender lo máximo posible sobre la alta sensibilidad es el primer paso para evaluar tu estilo de vida y buscar más equilibrio. Entender cómo funciona el sistema neurosensorial de una PAS te da una herramienta fundamental para lidiar con esa característica en el día a día. Sé por experiencia propia que si bien la alta sensibilidad es un don, no siempre es fácil convivir con ella. Por tanto, si deseas canalizar tu sensibilidad y sacar provecho de tus ventajas debes aprender a cuidarte con cariño y atención. No te obligues a hacer cosas para las cuales no estás preparado (emocional o físicamente. Procura, en la medida de lo posible, elegir situaciones que sean adecuadas para tu temperamento. Ten cuidado con la tendencia a compararte con los demás. Tú eres diferente, ni mejor ni peor. Sólo diferente.
Identifica tus gatillos. Aunque todos seamos PAS, cada uno de nosotros es diferente y reacciona de forma diferente ante los mismos estímulos. Por eso es importante prestar atención e identificar qué estímulos accionan tu malestar: ¿Las noticias de los periódicos y la TV te dejan ansioso(a)? ¿El tránsito te deja tenso(a)? ¿El ruido de la calle te molesta? ¡Observa, observa y observa! Presta atención especial a las ocasiones en que has sentido hambre, o después de una noche mal dormida. Procura relacionar esas señales con tu momento de vida. Anota esas observaciones en un diario y busca patrones y repeticiones.
Presta atención a las señales del cuerpo. El cuerpo avisa cuando nuestra capacidad de tolerar estímulos se está agotando. Las señales son claras: dolores de cabeza y de estómago, tensión muscular, manos y pies fríos, hambre repentina, dificultad para dormir, cansancio al despertar, sensación de crispación ante olores, voces o ruidos (como si los sentidos se hiciesen todavía más reactivos), etc. Es extremadamente importante prestar atención a este tipo de sensaciones, pues son como sirenas de alerta que avisan de que estamos entrando en la peligrosa zona de la sobresaturación.

Descansa, descansa y descansa. Una manera de evitar la acumulación de informaciones no procesadas es hacer pausas a lo largo del día. Levantarse para estirar las piernas, dar un pequeño paseo o tomar una tisana (si eres como la mayoría de las PAS, la cafeína puede ser un problema) pueden ser buenas maneras de ir vaciando la mente durante el día. La Dra. Aron recomienda irse lejos de todo al menos una vez al mes y hacer pausas relajantes durante la semana para apreciar la naturaleza o recibir un masaje. La meditación o la plegaria también son una forma de relajar una mente superagitada.

Desarrolla una rutina para dormir y al despertar. El sueño es una de las mayores necesidades para una PAS. Es sólo durante el sueño que la mente logra desconectar y regenerarse del acopio de informaciones acumuladas durante el día. Por tanto, haz del sueño tu prioridad. Al menos una o dos horas antes de ir a dormir, desconecta todos los aparatos electrónicos y envuélvete en actividades calmantes, como leer un libro edificante. Intenta permanecer un mínimo de 8 horas en la cama, aunque no estés durmiendo. El simple hecho de estar quieto con los ojos cerrados ayuda a descargar la tensión. Mantén la calma por la mañana también. Gasta algunos minutos centrándote, ya sea practicando yoga o meditación, o leyendo una revista.

Cuida tu dieta. Cuando estamos bajo mucha presión y estrés, tendemos a elegir alimentos menos nutritivos, como aquellos que son ricos en azúcares refinados y grasas saturadas. Estas elecciones pueden crear más estrés a largo plazo, así como otros problemas de salud. Infórmate sobre nutrición y suplementos vitamínicos adecuados a tu cuerpo y a tu estilo de vida. Hay cientos de libros y webs con información de calidad sobre el tema. Lo importante es tener en mente que, siendo altamente sensible, tu cuerpo se resiente del bombardeo de estímulos a que está constantemente sometido y necesita buenas fuentes de energía para auxiliarlo en el proceso de regeneración.

Desarrolla tus propias estrategias: Siempre que sea posible, trata de descortinar una alternativa que esté bajo tu control, que puedas decidir y ejecutar como parte de tu responsabilidad para contigo mismo. Si las multitudes y el ruido son un problema, busca locales que sean más silenciosos y menos atestados. Para evitar la sobrecarga sensorial y la ansiedad, usa auriculares para bloquear el ruido. Reduce la estimulación externa diciendo no a cosas que no necesitas o no te gusta hacer. Las personas altamente sensibles necesitan más tiempo que otras para procesar los acontecimientos del día, entonces, no te sobrecargues saliendo de noche, por ejemplo.

Expresa tus necesidades. Los no-PAS simplemente no procesan de la misma manera los ruidos altos o los olores fuertes u otros estímulos que puedan estar molestándote a ti. Entonces háblalo. Por ejemplo, digamos que tu compañero de trabajo tiene la costumbre de hablar en voz muy alta por teléfono. Si consideras que él estará abierto a ajustar su comportamiento, explícale que, si bien no hay nada malo en su actitud, tú tienes una característica que te hace más difícil convivir con determinados estímulos externos. Tú no deseas interferirte en su estilo de vida, pero quizá él pudiese hablar en tono un poco más bajo. No tengas miedo a decir lo que sientes. Siendo una PAS, lo más probable es que tus opiniones sean el resultado de mucha reflexión. Entonces, adelante. Pero acuérdate de ser educado para no convertirte en persona irritante, siempre exigiendo que todos se callen la boca.

Practica la aceptación. Si se trata de algo que tú no puedes alterar (como tu empleo o una persona cercana cuya convivencia es difícil), practica la aceptación. Aceptar una situación no significa acomodarse y no tratar de cambiarla. Significa, únicamente, que tú reconoces que hay cosas que están más allá de tu control y las aceptas como parte del momento presente. Cuando te sublevas y sufres por los problemas sólo estás haciéndolos más grandes todavía, agravados por la carga extra de tu sufrimiento. Cuando decides aceptar el momento presente, liberas las energías que estaban siendo drenadas por la queja y la reclamación, para pensar con clareza e identificar aquellos aspectos sobre los cuales puedes, efectivamente, actuar para construir un futuro diferente. Hablando en términos de entrenamiento ontológico, diríamos que se trata de distinguir entre tu círculo de preocupación y tu círculo de influencia, concentrándote en este último.

Si acudes a un terapeuta, busca uno que tenga conocimientos sobre las PAS. Evita profesionales que ofrecen entrenamiento, seguimiento, terapias, cursos, etc., y que no conozcan nada sobre la característica de la alta sensibilidad. Entrevista antes a tu posible terapeuta y pregúntale si él ha leído libros sobre esa cuestión, o está, al menos, familiarizado con el concepto y dispuesto a aprender. Esta es una recomendación que la propia Dra. Aron ha hecho repetidas veces y la razón es fácil de comprender: nuestra característica influye sobre todo nuestro modo de relacionarnos con el mundo y forma parte constitutiva de nuestra personalidad. Como afirma la propia Dra. Aron, trabajar con profesionales (terapeutas, consejeros, entrenadores) que desconozcan ese rasgo puede ser, no sólo ineficiente, como además dañino, en la medida en que puede llevar a confusión entre la alta sensibilidad y otros temas tales como la introversión o la timidez. Por tanto, siempre ha de ser tenida en cuenta en un trabajo de ese tipo.

Una indicación extra: Por ser medicina para el alma los florales son una maravillosa alternativa para lidiar con la tendencia a la saturación. Hay varias esencias florales que ayudan a las personas con alta sensibilidad a lidiar con las características asociadas a ese rasgo. Para la cuestión de la gran apertura a influencias ambientales y a pensamientos y emociones ajenos, la esencia yarrow (florales de California) puede ser bastante útil como ayuda en la tarea de fortalecer el propio centro y reforzar tus límites energéticos. Espero que este artículo te haya inspirado a cuidar mejor de ti y de tu sensibilidad. Si necesitases alguna indicación más sobre cómo lidiar con la alta sensibilidad en tu cotidiano, baja gratuitamente mi e-book “Dez Estratégias para Conviver com a Alta Sensibilidade” . Si crees necesitar ayuda para revisar tus decisiones de vida y aprender a cuidar mejor tu sensibilidad, conoce el PAS , mi programa de entrenamiento on line para personas altamente sensibles.



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