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¡QUE VIVAN LOS INCONFORMES!
por WebMaster
Autor Willes S. Geaquinto
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Traducción de Teresa
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Cierto día, después de una conferencia, una señora se acercó y me dijo: "sería bueno si mi hijo tuviese una charla con Usted, ya que él es muy inconformista..." Yo le contesté: "Qué bien, sería malo si él fuese un conformista".
Un tanto sorprendida con mi respuesta, ella agradeció mi atención, proponiéndose analizar el inconformismo de su hijo bajo otro prisma.
Una de las razones de dicha respuesta resulta de que innumerables personas fueron, o todavía son, educadas bajo la égida de valores distorsionados o de prácticas manipulativas. Situación en que aprenden a obedecer ciegamente a normas y prejuicios que funcionan, a lo largo de la vida, como bloqueadores de la creatividad y del coraje, lo cual les impide atreverse a ser diferentes. En síntesis, eso las conforma a representar papeles menores en la vida.
El conformismo, entonces, resulta de ese proceso seudoeducativo limitador, que no toma en consideración al individuo en su singularidad, ni tampoco lo estimula a conocer su esencia que es plena de potencialidades por explorar, a fin de que cumpla con mayor excelencia su papel existencial.
El conformista, normalmente, es nulo en su voluntad, no quiere cambiar ni hace nada para ello. A veces incluso hace juegos de escena para parecer actuante, pero al final se conforma en lo que considera que es su límite. Echa la culpa al destino, a los demás, al acaso, a la mala suerte, y hasta a la justicia divina por sus fracasos. Vive preso en una telaraña de justificativas discordantes o desharrapadas, sin el menor asomo de verdad; todo ello para continuar siendo el mismo que siempre ha sido.
El inconforme, al revés del comodón o del rebelde inconsecuente, da rumbo positivo a sus insatisfacciones. Aprende, por consecuencia, a valorar los elementos positivos de su individualidad, haciendo de su inconformismo el elemento motivador de su búsqueda por ocupar mejor su espacio en el mundo y cambiar la ruta de su existencia. Y con esa actitud afirmativa rompe sus límites, transformando creatividad, intuición, coraje y tenacidad en instrumentos de su éxito.
Si cambio, crecimiento y evolución forman parte de la esencia del ser humano, ¿por qué, entonces, permanecer formando parte de la multitud anónima y conformada?
¡Piensa en ello!
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