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Síndrome de planificación
por WebMaster
Autor Tom Coelho
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Traducción de Teresa
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“Buena suerte es lo que sucede cuando
la oportunidad encuentra la planificación”.
(Thomas Edison)
Todos los anos este lance se repite. Algunos candidatos al Examen Nacional de la Enseñanza Media (Enem) llegan con retraso al local de la prueba, siéndoles impedida la participación por encontrar los portones cerrados.
Las situaciones son las más diversas: personas que no llevan documento con foto para identificación, otros que han olvidado llevar bolígrafo negro transparente, algunos que se equivocaron en la dirección del local de la prueba.
El caso es que esto ilustra un mal que nos aflige a todos, pues padecemos un síndrome de falta de planificación que es típico de nuestra cultura. Así, tenemos la pésima costumbre de diferir y hacer todo a última hora, simplemente porque no programamos nuestras actividades.
Vivimos en una nación donde no padecemos catástrofes climáticas o invierno riguroso, situaciones que en otros países demandan preocupación y previsión constantes. Hemos convivido durante años con elevadas tasas de inflación que nos imposibilitaban postergar el consumo, incentivando el inmediatismo como medio de combatir la pérdida del poder adquisitivo de la moneda. En las escuelas estudiamos la víspera de los exámenes y los trabajos de fin de curso entran en pauta sólo cuando se aproxima el plazo fatal para su entrega.
En el mundo corporativo no es diferente. Pocas son las empresas que hacen planificación estratégica anual. Como consecuencia, surgen desequilibrios financieros, interrupciones en la producción por falta de materia prima, retrasos en las entregas, problemas de calidad, elevación de los índices de accidentes de trabajo, no disponibilidad de capital humano cualificado, pérdida de productividad.
Por consiguiente, somos indisciplinados también en la vida personal. Según el Ministerio de Sanidad, el 54% de los brasileños padecen sobrepeso. Y la más reciente Encuesta de Presupuestos Familiares llevada a cabo por el IBGE indica que el 68% de las familias brasileñas gastan más de lo que ganan todos los meses.
Volviendo al Enem, los que llegaron tarde alegaron que el autobús se retrasó, que había mucho tráfico, que no encontraban donde aparcar. Todo eso explica, pero no justifica. Llegar antes a cualquier compromiso es un ejemplo de respeto y educación para con los demás. Aparte de eso, permite la serenidad para prepararse emocionalmente, ya sea para un examen o para los debates que se producirán durante el encuentro.
El resultado de esto se traduce en una palabra: frustración. Para los retrasados en el Enem, minutos o segundos que significarán la pérdida de un año. Para un abogado, podría denotar la pérdida del plazo para interponer un recurso, perjudicando a su cliente de modo irreversible. Para un profesional de las ventas, llegar tardíamente a una licitación, descalificando a su empresa y quizá llevándola a la bancarrota. Para un ejecutivo que llega con retraso a una reunión, tener comprometida su imagen y la de la compañía que representa. ¿Qué tal empezar a desarrollar, ahora, el hábito de la planificación en todas las dimensiones de tu vida?
* Tom Coelho es educador, conferenciante en gestión de personas y negocios, escritor con artículos publicados en 17 países y autor de nueve libros. E-mail:
[email protected].
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