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STUM WORLD
Especial - El silencio que asusta
por Sergio Scabia
Traducción de Teresa -
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Con toda razón los medios, en sus diferentes campos de actuación, están considerados como el cuarto poder. Los otros tres son muy bien conocidos, empezando por el ejecutivo, pasando por el legislativo y terminando con el judicial. Este cuarto poder es el que investiga, divulga, pesquisa y actualiza constantemente al ciudadano, dando destaque a los actos importantes de los tres primeros, aparte de prestar un sin número de servicios públicos, desde informar de los nuevos descubrimientos de la ciencia, hasta las programaciones culturales, los asuntos sociopolíticos, o enfocando y agradando al público femenino con las tendencias de la moda, de la cocina (y los inevitables cotilleos), o aumentando el estrés de la asistencia masculina con el omnipresente fútbol y, en menor medida, otros muchos deportes, individuales o colectivos. Hay miles de cuadernos, canales, estaciones de radio y otros, para casi todo tipo de ser humano.
Ciertamente, utilizando cada vez más recursos modernísimos, tecnologías de última generación, imágenes desde todos los ángulos, aquella cámara lenta que desvenda detalles de un lance otrora imperceptibles, o que coloca la escena de la pantalla en nuestro regazo, como es el caso de la 3D, es posible entretener cada vez mejor al suscriptor, el individuo que desea solazarse, relajarse, vibrar por su equipo, olvidar un poco la dura realidad del mundo en que vivimos.
Sin embargo, desgraciadamente, el aspecto esencial, aquello que realmente necesitamos en nuestra andadura, nos es negado rigurosa y puntualmente. Podría ser que este poder es dependiente en demasía de los otros tres? que lo tienen sujeto por el rabo, ha perdido su limpidez, su transparencia, su espíritu de incesante búsqueda de la verdad. Parece que se ha acomodado, que las jugosas publicidades ? pública y privada ? han limitado su agilidad, su acuidad, su ética y, así, el servicio al público se ha convertido en servicio al poder público (y privado).
No entraré aquí en el mérito de la calidad de los programas exhibidos en la TV, ni en la superficialidad, en la inutilidad de ciertas revistas o en la violencia servida a todas horas y por todos los medios, no me referiré al miedo que, difundido por el éter, contamina a quienes leen los periódicos, asisten a la TV o escuchan la radio.
Lo que realmente molesta, lo que ciertamente asusta es el silencio, el descaso, la ausencia, la invisibilidad. Me refiero aquí a una infinidad de asuntos, de técnicas, de recursos disponibles en la Naturaleza para ayudar a la Humanidad en su andadura, algo que tercamente la mayoría de los medios, incluso los que suscribo regularmente desde hace décadas, insisten en desconocer.
Las historias de superación, de altruismo, de almas nobles, despiertas, compasivas, no forman parte de la pauta. Divulgar el éxito, comprobado en estudios de casos, de las técnicas no invasivas, de las terapias espirituales, de las curas a distancia, de la eficacia del perdón o de la EFT, de la terapia regresiva evolutiva, de las constelaciones familiares, de las esencias florales, de la fitoterapia, y de un sin número de otras aliadas, está prácticamente prohibido.
Mientras tanto somos rehenes ? como lo es el gobierno ? de los laboratorios farmacéuticos, de multinacionales poderosas de la industria alimentaria, de bebidas de comida rápida, que vierten en nuestro cuerpo medicamentos con letales efectos colaterales, hormonas y fertilizantes, flúor, litio, alimentos genéticamente modificados, grasas trans en cantidades absurdas y perjudiciales para la salud.
¿Hasta cuándo seguiremos haciendo como que no va con nosotros, que nada podemos modificar, que somos pocos y débiles, que la cosa es demasiado grande? hasta cuándo permitiremos que los fluoruros en el agua, abandonados en occidente hace décadas, continúen actuando impunemente en nuestro campo energético?
¿Cuándo, por fin, empezaremos a alimentarnos de forma totalmente consciente, conociendo y valorando los alimentos naturales no industrializados, evitando en lo posible la ingesta de carnes, que reducen nuestro nivel vibracional, que exigen el sacrificio de un animal, casi siempre de elevado nivel de conciencia?
¿Llegaremos algún día a comprender que asar, freír, calentar los alimentos, los priva de fuerza vital, suprimiendo las enzimas, que son los catalizadores de las reacciones químicas de nuestro precioso y perfecto organismo?
Es preciso aún hacer y exigir más, mucho más.
Me refiero al Alma, a la Mente, a la Conciencia, a aquel punto de Luz que llevamos en nosotros, en nuestro pecho, mientras estamos encarnados aquí en la Tierra.
Es preciso estudiar, comprender y utilizar exhaustivamente los sutiles procesos vitales que están adormecidos o latentes. Para vivir mejor, debemos desvendar los mecanismos de la intuición, de la telepatía, de la canalización mediúmnica, de la percepción extrasensorial, de la premonición. Es forzoso adentrarnos en las otras dimensiones, sin miedo, desvendando su aparente complejidad, aprendiendo a navegar por entre los planos, libres y despiertos, ?volitando? (gracias, Wagner Borges, por tu preciosísima ayuda en proyecciología y en otros aspectos fundamentales) en las ondas de la Luz, nosotros, seres inmortales, divinos, unos y únicos en una sinfonía de Amor infinito.
Es preciso cerrar filas, asumir nuestra fuerza innata, exigir lo que es nuestro derecho, luchar contra la mentira, la corrupción, la inercia, la relegación y, además, dejar de adquirir productos nocivos, exigir el derecho a la información precisa, honesta; somos nosotros quienes sostenemos a esas empresas, cuyo objetivo declarado es el lucro máximo cueste lo que cueste, que nos consideran meras banalidades estadísticas, esas que proyectan cuántos teléfonos móviles tenemos, cuánto gastamos con las tarjetas y dónde, y cuál es la marca, modelo y año de nuestro automóvil.
El Universo desea nuestra comparecencia. El mensaje que intuimos es claro. Debemos pasar de fase, aquí o en otra dimensión, pero realizar con esmero nuestro plan original, aquel que hemos jurado cumplir al encarnar en una nueva transición importante, en este lindo planeta azul.
Deseo ahora, de corazón, que nuestros hermanos en Japón hayan visto atenuado el sufrimiento inconmensurable a que han sido sometidos, que reciban apoyo de las Esferas, que el fardo les sea aliviado, retirado, que estén en Paz.
Somos Uno solo, yo soy los hermanos del Sol Naciente.
Namaste.
Sergio Scabia é co-fundador do Site Somos Todos UM
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