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Elegir la felicidad...
por Rubia A. Dantés
Traducción de Teresa -
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La queja tiene un gran poder en nuestras vidas.
El poder de restarnos energía, de robar la energía del otro, de conectarnos a una baja vibración, entre otros. sin embargo, quizá lo más dañino de la queja es que nos impide asumir responsabilidades y con ello nos induce no sólo a no resolver los problemas, sino a atraer más de lo mismo.
Supón que andas con el carbón y te manchas las manos. al apartar los cabellos pasas los dedos por la frente. Cuando te miras al espejo ves que tienes la cara manchada. inmediatamente empiezas a dar quejas contra el espejo. Después, tomas una bayetita con limpiacristales e intentas, inútilmente, limpiar el espejo, sin darte cuenta de que él sólo hace reflejar tu imagen.
Parece absurdo ¿no es cierto? Pero esto lo estamos haciendo todo el tiempo, aun sabiendo que no sirve de nada limpiar el espejo que sólo está mostrándonos algo en nosotros mismos.
Visto así, parece obvio y fácil el camino de la transformación, pero lo que puede ser sencillo no es tan fácil, toda vez que nuestras memorias y creencias filtran nuestra realidad a través de una lente por la cual siempre vemos el problema fuera, y de ahí a empezar a quejarnos y a intentar cambiar el otro no hay más que un paso. ¡y ya nos vemos en el peligroso y estancado terreno de la queja!
Asumir la responsabilidad por lo que manifestamos en nuestra realidad es una práctica que requiere tiempo, paciencia y determinación. Nos sentimos tan en casa al echar siempre la culpa al otro, a la vida, al destino y a tantas cosas más que, a la primera señal de los problemas, automáticamente ya encontramos a los culpables e intentamos cambiarlo todo, menos a nosotros mismos.
Cuanto más nos quejamos y nos hacemos las víctimas, más nos prende esa energía y atrae cada vez más motivos para la queja.
Por ser un terreno tan conocido, se hace a veces muy difícil salir y entrar en el mundo saludable de la asunción de responsabilidades. así la vida nos va poniendo ante varios espejos, y a menudo la pasamos intentando limpiar esos espejos sin darnos cuenta de que ellos sólo nos muestran nuestro propio reflejo.
Lo más sencillo es empezar dando gracias por todo lo que tenemos para estar agradecidos, y mira que no es poco. sólo eso ya nos aleja de las quejas y ya nos hará atraer más cosas que agradecer.
Aunque lo principal es que comprendas que tú eres el responsable por todo lo que estás atrayendo a tu realidad. Eso marca toda la diferencia.
Así. al mirarte al espejo y ver la mancha de carbón, irás directamente a lavarte la cara sin pensar que la culpa es del espejo.
Hay muchas cosas que nos ayudan, pero sólo pueden funcionar desde el momento en que asumamos la responsabilidad por nuestras vidas.
El Ho'oponopono es una herramienta bendita en ese punto, porque nos ayuda a limpiar lo que está causando el problema. El simple hecho de rogar
Divinidad, por favor, limpia en mí lo que está causando este problema y transmútalo en pura Luz, ya indica que tenemos conciencia de ser los responsables, y que sólo limpiando la causa vamos a acabar con el problema.
Ese limpiar la causa, es decir, las memorias equivocadas, puede demorarse cierto tiempo, pero si trabajamos de la manera correcta estamos limpiando, y nuestra realidad se va transformando según nos modificamos.
Ahora bien, de nada sirve percibir que lo que está manchado es nuestro rostro, lavarlo y continuar manchándolo.
No es que el Ho'oponopono no esté funcionando. somos nosotros los que estamos creando más memorias equivocadas para limpiar. Por eso una atención plena es algo muy importante para nuestra real transformación.
La elección siempre es nuestra y sucede todo el tiempo. y cuando la gratitud sea mayor que la queja, la felicidad vendrá a visitarnos cada vez más frecuentemente, hasta que decida quedarse de una vez a vivir en nuestra casa...
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