Convivencia - ¿¡El arte de la felicidad o de la guerra?!?
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 04/08/2007 12:41:27
Traducción de Teresa - [email protected]
No creo que exista ejercicio más difícil en esta vida que convivir con el otro. Aceptar las diferencias y administrar los conflictos, sin que eso se convierta en una guerra se trata, ciertamente, de un acertijo sagrado.
Sí, porque sin la convivencia nos volvemos como que sin propósito. Al fin y al cabo, aunque muchas veces nos olvidemos o prefiramos ignorar esta verdad, el hecho es que todo cuanto hacemos y somos está al servicio de un objetivo nada más: ser reconocidos y amados.
Sin embargo, es también en la convivencia donde reside nuestro mayor desafío, el más humano e intrigante aprendizaje, el más intenso conflicto a que nos sometemos durante toda nuestra existencia, ¡desde el primero hasta el último suspiro!
En ella todos nuestros sentimientos - uno a uno - afloran, se exponen, de par en par: algunas veces de forma linda, mágica, encantadora... pero otras veces, de forma ridículamente mezquina, pequeña, ensombrecida...
Si consideramos que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en el ambiente de trabajo, hemos de considerar que son las relaciones trabadas en ese lugar las que nos sirven como prácticas más recurrentes.
Aunque por lo regular no estén ahí nuestros encuentros más valiosos, en el trabajo es donde intercambiamos nuestro comportamiento por un valor determinado, previamente acordado, estemos o no satisfechos con su importe.
Por tanto, esta remuneración nos induce, muchas veces, a actuar de modo comedido, rígido, como quien cumple con un guión sin considerar los verdaderos sentimientos.
Ocurre que no hemos sido hechos para el fingimiento y sí para la autenticidad, sea o no bonita. Así, tarde o temprano, se pondrá de manifiesto quienes realmente somos y, a partir de ahí, encontramos bienestar o desesperación, alegría o angustia, placer o dolor, conciliación o tormento.
Por eso precisamente, creo a pies juntillas que la gentileza es nuestro mayor triunfo. Obviamente no hablo de la gentileza protocolaria, sino de la genuina, capaz de promover la paz en las relaciones cotidianas. Por eso, aunque realmente sea difícil practicarla en algunas ocasiones, pienso que es urgente que empecemos a ser gentiles con aquellos que comparten con nosotros el ambiente de trabajo y con los que compartimos la misma casa, la misma habitación y la misma cama.
¿Por qué? ¿Para qué? ¿Hasta cuándo? Bueno... si por lo menos lo intentamos y nos abrimos para sentir los beneficios que la gentileza puede aportar a nuestras vidas, tanto desde el punto de vista interno, como desde el de la relación, ciertamente habremos realizado un esfuerzo.
10 consejos para ser gentil en la convivencia
1. Intenta ponerte en el lugar del otro. Inténtalo de veras con todo tu ser.
¡Es sumamente eficiente este ejercicio!
2. Aprende a escuchar. Vacía tus oídos para absorber lo que el otro está diciendo. Ahí puede estar la solución que ni siquiera él había sido capaz de encontrar.
3. Practica el arte de la paciencia. Los enjuiciamientos y las acciones precipitadas tienden a causar desastres horrorosos.
4. Pide disculpas, especialmente si esta opción te parece demasiado difícil.
¡Esto puede definitivamente cambiar tu vida!
5. Encuentra al menos tres cualidades en el otro y fíjate en que ese hábito puede propiciar verdaderos milagros.
6. Respeta a los demás cuando piensen y actúen de modo diferente a ti. Las diferencias son verdaderas preciosidades para todos.
7. Demuestra interés por el otro, por sus sentimientos y por su realidad de vida.
8. Analiza la situación. Deja la decisión para el día siguiente, si se te ha calentado la cabeza. Llegar a soluciones pacíficas depende también de tu equilibrio interno.
9. Haz justicia. ¡Esfuérzate, no para ganar, como si las eventuales desavenencias fuesen juegos o guerras, sino para que tú y las personas en torno a ti os sintáis bien!
10. Sé gentil. La gentileza nos lleva a resultados creativos y productivos y además desvenda el acertijo de la convivencia: ¡único medio de sentirnos verdaderamente realizados!
