¡Amar es realmente muy, muy difícil!
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 07/10/2007 19:51:02
Traducción de Teresa - [email protected]
He venido notando que la mayoría de las personas anda en busca de una respuesta: ¿Qué hacer cuando el amor empieza a resquebrajarse y la relación se va poniendo desagradable, llena de desentendimientos, altercados y dolores?
¿Qué hacer? ¡Esta me parece de veras una muy buena pregunta! ¡Principalmente porque las buenas preguntas son las más difíciles de contestar! ¿Qué hacer?
Encontrar la respuesta es un desafío personal. O sea, mi respuesta me sirve solamente a mí, y cada cual habrá de encontrar la suya. Pero, en último caso, podemos intercambiar algunos trucos acerca de cómo hacerlo o, cuando menos, de por qué tenemos que hacer alguna cosa...
Amar no es fácil para nadie y cuanto más nos proponemos persistir, sumergirnos más profundamente en una relación e intentar superar las dificultades que van surgiendo con el tiempo, más difícil parece hacerse...
El amor es como un laberinto, lleno de opciones. Cuanto más elegimos, parece que más perdidos quedamos, y cuanto más caminamos, más confusos nos encontramos... Por eso puedo comprender el gran número de los que abandonan. ¡Amar es tarea para los que tienen coraje, para los fuertes!
Conquistar a una persona es sencillo. Algunas personas lo encuentran difícil porque sienten tanto miedo de lo que viene después que, sin darse cuenta, ya han creado “armadillas” internas para auto-sabotearse, para siquiera empezar una relación.
Lo difícil es conservar a una persona. ¡Lo difícil de veras es continuar conquistando, continuar invirtiendo con la seguridad de que puede salir bien! Lo difícil es, sobre todo, no mandarlo todo “a freír churros” (para ser bien educada) y partir para otra...
Porque convendrás conmigo en que, la ilusión de abandonar lo que está malo, para apostar por lo que parece que será bueno, es bastante atractiva. Dejarnos llevar por la idea de que la otra persona es la responsable por el fracaso de la relación es bastante más cómodo que asumir nuestra participación, nuestra desastrosa actuación.
Y si quieres saberlo, ¡el amor sirve precisamente para eso! ¡Amar al padre y a la madre puede ser una “lata” muchas veces, pero es bastante aceptable! ¡Amar a los hijos puede aportarnos bastante trabajo, pero a fin de cuentas la naturaleza hace que sea fácil! ¡Amar a los amigos es confortable, al fin y al cabo recompensas no faltan!
No obstante, hay que reconocer que, amar a alguien que entra en nuestras vidas cuando ya hemos vivido unos cuantos años y que, en principio, no sabe nada respecto de nosotros ni tampoco nosotros respecto de ella, parece cosa de chiflados, ¡¿no es cierto?! Y, todavía peor, cuando a causa de esa persona empiezan a aflorar en nosotros sentimientos con los que es tan difícil lidiar, como rabia, celos, inseguridad, miedo, tristeza e incluso cierta impotencia... Entonces, nos preguntamos: ¿Quién se cree esa persona que es? ¿Qué derecho tiene ella de “invadir” mi vida y causarme tanto sufrimiento? ¿Por qué debería perdonarla y continuar intentándolo? ¿Por qué no habría yo de abandonar?
Y yo respondería: porque es en esta relación, en este vínculo que hemos establecido en nombre del amor, y con esta persona a quien hemos atraído y elegido, donde está nuestro pasaporte para la evolución, para el auto-conocimiento, para la cura de nuestras dolencias más profundas e invisibles...
Para esto nos ha sido dado el don de amar: para que podamos observarnos a nosotros mismos a través de las actitudes del otro, a través de las imperfecciones del otro.
¡Hombres y mujeres se aman para salvarse, tanto a sí mismos, como al otro! Todos nosotros necesitamos ser salvados y, para ello, hemos de pagar el precio. Por eso también hemos sido agraciados con otros dones, como la tolerancia, la compasión, el perdón, la capacidad de superación y, especialmente, la humildad... ¡para que pudiésemos reconocer lo mucho que tenemos para aprender con el otro!