Lecciones para una vida saludable - Lección 3
por Sônia Imenes em STUM WORLDAtualizado em 14/01/2008 12:38:59
Traducción de Teresa - [email protected]
En la lección anterior hemos visto la importancia de mantenerse integralmente presente en todo lo que se hace, rompiendo de una vez con gestos y actitudes automatizadas, poniendo la atención en cada acto. Una persona en alerta, presente en el aquí y ahora, está siempre preparada y disponible para dar las respuestas adecuadas en cualquier circunstancia que pueda surgir.
Una vez más, aprende observando la actitud de los animales: saben relajarse, aflojarse e incluso jugar, pero permanecen listos para actuar en cualquier situación que les exija respuesta inmediata. Y en el momento preciso ya están de pie, en guardia, para atacar o defenderse.
No se trata de absorber ese espíritu de lucha, pues somos humanos, seres racionales y, por consiguiente, deberíamos también ser pacíficos... Lo que necesitamos es rescatar esa conexión con el potencial orgánico de nuestra existencia, aliando las funciones superiores del cerebro a la sabiduría grabada en las células de nuestro cuerpo.
El cuerpo retrata, porta en sí toda nuestra historia particular y hereditaria, posee una sabiduría de millones de años de evolución. No hubiéramos llegado a desarrollar un cuerpo tan complejo – y el más evolucionado en la escala de las especies – si no fuese esa memoria transmitida de generación en generación. Quien conoce la técnica de la Reorganización Neurológica, especialmente utilizada por terapeutas en línea con la antroposofía, sabe que ella está basada en el principio de que la evolución del hombre reproduce el desenvolvimiento de las especies.
Pues entonces, conectarse con el propio cuerpo es la clave para mantenerse presente en el aquí y ahora, anclados en esa sabiduría que él porta en si. Una vez más, la respiración consciente, la atención presente en cada acto y la práctica de la meditación, constituyen los primeros pasos.
Siguiendo adelante, comienza a dar más atención a tu propio cuerpo: él necesita movimiento... anda más a pie y menos en coche. Adquiere el hábito de frecuentar algún parque donde puedas disfrutar del sol y de la arboleda, aunque no se más que algunas veces al mes. Usa la pista de Cooper para correr y los equipamientos para gimnasia sin exagerar la dosis. O empieza a frecuentar alguna clase, practicando algún deporte o natación, Yoga, Tai Chi o cualquier otra técnica, aquella con la que más te identifiques. Pero no caigas en el error del automatismo nuevamente. Las prácticas corporales solamente pueden contribuir de veras a una vida más saludable si están aliadas a la conciencia de que cuerpo y mente caminan juntos en este proceso.
Ejercicio:
Dispón de algunos minutos para prestar atención a la manera en cómo caminas. Anda bastante despacio, de modo que puedas también respirar con profundidad y calma. Habiendo tomado conocimiento de tu respiración, pon la atención en tus pies. Siente el momento y la forma con que cada pie toca el suelo. Siente el apoyo gradual a medida que él toca por entero el suelo y la transferencia del peso del cuerpo de un pie a otro. Para, habiendo previamente dispuesto la intención de parar y vuelve a caminar, de la misma forma, anticipando en la mente la decisión de caminar. Haz lo mismo si vas a cambiar de dirección. Poco a poco puedes ir ensanchando el foco de tu atención para estar también atento a todo cuanto ocurre a tu alrededor sin perder la percepción de tu andar consciente.