SIDA – Punición o camino para el amor…
por Wilson Francisco em STUM WORLDAtualizado em 26/06/2007 14:28:10
Traducción de Teresa - [email protected]
M.S. tenía 3 años de edad y sentía deseos de estar en cama con su padre para ocupar el lugar de su madre, en un impulso indeseado que le atormentaba el alma y que no conseguía descifrar, incluso después de haberse diplomado como psicólogo, en la madurez.
Esa inversión sexual se acentuó, encaminándolo hacia la homosexualidad. Siendo aún joven, despuntaron en él percepciones espirituales variadas y emprendió actividades medicinales, integrándose en el Espiritismo.
Le conocí en un Centro Espírita. Yo dirigía sesiones de apoyo y esclarecimiento y él era uno de los médiums, ejerciendo sus funciones con disciplina, disponibilidad e hidalguía espiritual.
En un período de dificultades económicas, se fue a vivir a mi casa durante algunos años, estableciendo una convivencia de mucha amistad y respeto, con mi esposa y mis dos hijos.
Contrariando su postura austera y refinada, tenía preferencia sexual por compañeros de origen humilde, que desarrollasen sus actividades esencialmente como braceros.
Llevó a cabo muchas tentativas para salir del dominio de ese proceso instintivo, sin éxito. En una época, decidió casarse, comprometiéndose con una amiga nuestra, también espírita. De esa relación nació un hijo, hoy un muchacho guapo y talentoso. El matrimonio, no obstante, se deshizo pronto.
A pesar de todo su conocimiento espiritual y científico, se convirtió en seropositivo.
Estuve con él, antes de que dejase el cuerpo físico. Había ingresado en un hospital en una ciudad del interior, donde residía con una hermana. Era muy conocido por allá, donde desarrollaba actividades de apoyo espiritual y psicológico para personas humildes. Estaba, sin embargo, desmejorándose sin gran resistencia física. Hemos conversado mucho, y le dejé con la certeza de haber cumplido su misión. Aquí en Sao Paulo pocos han sabido de su homosexualidad y de sus dolores, pero todos, sin excepción, guardan hasta hoy el recuerdo de sus actitudes cariñosas e inteligentes.
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En un Centro Espírita donde he actuado durante varios años, he convivido con L.T. En esa época, una amiga mía, Jacira, desarrollaba una tarea de apoyo a los enfermos de sida, y él estaba entre los asistidos. Su generosidad y tenacidad, sin embargo, trascendían, y se convirtió en un líder en el grupo, pasando a integrar nuestro equipo de amparadores; también participaba de las actividades espirituales, donando energías y, mucho más que eso, transfiriendo a todos su alegría y paz. Ponía todo su tiempo a disposición de los necesitados en todos los órdenes, sin olvidar a sus padres.
Cuando la dolencia entró en su fase más crítica, mi esposa pasó a cuidar de él, permaneciendo durante el día en su apartamento, mientras otras personas se alternaban, para estar con él por las noches. Para María, mi mujer, él siempre ha sido y lo es hasta hoy, una referencia de luz. Con él prendió mucho acerca de la vida. En un fin de semana, cuando estábamos visitando a mis padres en Monte Siao, llegó la noticia de que había dejado el cuerpo carnal. Y aquel día, todos los del grupo estábamos ausentes. Ocurrió exactamente tal como él quería, cuando decía que nadie permaneciese apegado a él, que la vida continúa y que él quería alegría en nuestros semblantes. Pues bien, se ha ido a la otra dimensión, sin nadie cerca. Libre y solo, como siempre había vivido. Actualmente ha estado en conexión con nosotros, en acciones de apoyo en el mundo extra-físico, siempre con aquel mismo coraje y cariño que se destacaban en su personalidad terrena.
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En el Hospital de la Penitenciaría del Estado, hemos conocido al “Tomate”; era así como le llamaban y nunca hemos sabido su nombre de pila. Era un muchacho fuerte, tez amorenada, despejado y alegre. En las visitas que hacíamos, estaba siempre cerca, escuchando atento y conversando con inteligencia. Estaba casado y era padre de dos hijos. Un sábado, él no compareció al encuentro semanal; nos preocupamos.
Nos dijeron que estaba enfermo. El motivo exacto nadie lo sabía, era de conocimiento del grupo que la familia había dejado de visitarlo y que un gran amigo suyo había fallecido. A la semana siguiente encontramos al “Tomate”, estaba enflaquecido, piel y huesos, como se dice popularmente. Había evitado conversar, permaneciendo a un lado, mohíno. En la siguiente semana dejó el cuerpo, para tristeza de cuantos le admiraban.
El SIDA es así, todavía una dolencia misteriosa, fatal. Actualmente existe el cóctel que permite al seropositivo una vida más larga. No obstante, como el sida resta inmunidad y con ello defensas al organismo, todo y cualquier acontecimiento que conmueva más profundamente lo emocional, posibilita el enflaquecimiento y la muerte. Algunos investigadores dicen que esa dolencia se instaló a causa de la promiscuidad; los religiosos llegan a afirmar que es una punición divina; y otros estudiosos del asunto esclarecen que ha venido para hacer que la actividad sexual sea más selectiva, requiriendo del hombre y de la mujer más fidelidad y respeto en sus relaciones sexuales.
Las campañas, tanto de iniciativa privada cuanto del gobierno, piden el uso sistemático del condón, como un recurso indispensable para que la persona se proteja. Por mi parte, entiendo que uno de los elementos más peligrosos, en este proceso, son los prejuicios. Impiden que la persona se proteja, dejando de usar el preservativo y también aísla al enfermo, dificultando que le traten con comprensión y amor.