Creatividad
por Elisabeth Cavalcante em STUM WORLDAtualizado em 23/07/2007 12:39:02
Traducción de Teresa - [email protected]
Uno de los principales atributos del ser humano consciente es la creatividad.
El poder creativo está relacionado principalmente con la energía de la confianza, de la autoestima y del amor propio.
Aquellos que no han tenido en su infancia un estímulo permanente para crear cosas nuevas, experimentar nuevos talentos y capacidades, crecerán, fatalmente, temerosos, inseguros y dispuestos a oír siempre la orientación de otros para seguir adelante en la vida.
El miedo de experimentar se deriva de la idea de que no se dispone de poder creativo, de una capacidad para crear susceptible de despertar interés y admiración.
Todo ser humano lleva dentro de sí la capacidad de crear, sea lo que fuere.
El poder creativo es inherente a nosotros, aunque en principio la vida niegue a muchos las oportunidades de descubrir ese poder en su interior.
Pero aunque no hayamos tenido incentivos adecuados en nuestra formación, siempre es tiempo de descubrir en nosotros la capacidad de crear nuevas circunstancias en nuestra vida.
El paso esencial es creer que siempre existe un talento oculto en nuestro interior, que nada tiene que ver con las expectativas que los demás albergan respecto de nosotros. La creatividad sólo se manifiesta cuando nos dedicamos a algo que viene al encuentro de aquello que nuestra alma y nuestro corazón anhelan realizar.
Cuando prestamos atención a ese anhelo que habita dentro de nosotros y comenzamos a seguirlo, descubrimos finalmente nuestro poder creador, que se manifiesta siempre que realizamos algo en sintonía con nuestro ser interior. Alegría, pasión y entusiasmo son los termómetros que nos indican si estamos en el buen camino.
No acomodarse y estar siempre dispuestos a descubrir aquello que nos hace verdaderamente felices es el mejor camino para despertar la poderosa llama de la creatividad.
“La vida tiene que ser descubierta, creada, realizada. Si tú no la realizas, permaneces más o menos como una máquina. Ese es uno de los principios básicos del sufismo: que el hombre, tal como él existe, es una máquina.
La máquina se ha hecho ilusiones, creyendo que es consciente. La consciencia es una promesa, pero la persona tiene que aprovecharla. Es una tarea. La consciencia es una posibilidad, pero puedes perderla. No la tengas por segura. Todavía no es una realidad. Tú eres una semilla para ella, pero tienes que crecer hacia dentro de ella.
Una semilla puede permanecer siendo semilla y puede nunca convertirse en un árbol, puede nunca ser capaz de florecer, puede nunca ser capaz de liberar su fragancia al mundo, puede nunca ser capaz de ofrecerse a lo divino. Esa posibilidad también existe. Y recuerda siempre que muchos pierden; apenas pocos llegan.
Esto crea una ansiedad – de que el hombre es una promesa, de que el hombre es una aventura, de que el hombre aún no es. Eso crea ansiedad en el tipo equivocado de persona, pero crea alegría en el tipo adecuado de persona.
¿A qué llamo tipo adecuado y a qué llamo tipo equivocado de persona? El cobarde es el tipo equivocado. En el cobarde esto crea ansiedad. Frente a la idea de lanzarse a una nueva aventura, a una peregrinación a lo desconocido, el cobarde se encoge. Deja de respirar. Su corazón ya no late más. Se hace sordo como una piedra a esa llamada, a ese desafío. Ese desafío se convierte en un enemigo. Se vuelve defensivo contra él.
Y al animoso yo le llamo tipo adecuado de persona. Para él, esto no es ansiedad, es excitación, es aventura. Dios le ha llamado. Él comienza a moverse, comienza a indagar y a buscar. Si buscas, existe una posibilidad de encontrar; si no buscas, no hay ninguna posibilidad. Si comienzas a moverte, entonces, más día menos día, alcanzas el océano como hacen todos los ríos.
Pero si te has vuelto muy, muy temeroso del movimiento, del dinamismo, de la vida, del cambio, entonces te conviertes en una pequeña laguna. Poco a poco te mueres. Te vuelves cada vez más sucio, aburrido, anticuado, estancado. Entonces tu vida también es enfermiza. Tu vida entera es una patología. Y muchos – la mayoría – viven en una especie de patología.
Un pensador moderno, Lewis Yablonsky, acuñó la palabra acertada para esa patología – la denomina “robopatología”. Al hombre que padece eso, le llama “robópata”. “Robot” quiere decir máquina, autómata; alguien que vive un tipo de vida mecánica, un tipo de vida repetitivo; alguien que no tiene aventura alguna, alguien que simplemente continúa arrastrándose. Satisface las exigencias del día-a-día, pero nunca satisface la exigencia eterna, el desafío eterno.
Se irá a la oficina, a la fábrica, volverá para casa, cuidará de los hijos y de la esposa, y hará mil y una cosas – y las hará muy eficientemente – pero nunca estará vivo, nunca encontrarás vivacidad en él. Él vivirá como si ya estuviese muerto.
…Un robópata es una persona cuya patología implica comportamiento y existencia de robot. Él es un hombre tan sólo por el nombre. Podría haber sido una computadora. Él puede ser. Un robópata es un humano que funciona insensiblemente, mecánicamente – en resumen, de una manera muerta.
…Los robópatas nunca están interesados en cosas nuevas. Una vez que han aprendido algunas cosas, continúan moviéndose en aquel círculo vicioso. Todas las mañanas son iguales, todas las noches son iguales. Cada vez que comen, conversan o hacen el amor, es lo mismo. Ellos no son necesarios allí en modo alguno.
No hacen nada a través de la consciencia, continúan haciendo gestos vacíos. He ahí porqué existe tanto tedio en la vida. ¿Cómo puedes ser vibrante, repitiendo lo viejo constantemente? Esa es la primera característica – el sueño.
La segunda característica es el soñar – parte del sueño. Un robópata sueña continuamente – no tan sólo por la noche, sino también durante el día. Tiene devaneos, fantasías. Aun cuando está haciendo algo, en el fondo, él está soñando. Puedes encontrar esto a cualquier hora. Cierra los ojos en cualquier momento, mira para dentro y encontrarás un sueño desarrollándose. Él está allá constantemente.
Y la tercera característica es el ritualismo. Un robópata permanece en rituales, él nunca hace nada a través del corazón. Él dirá “hola” porque tiene que decirlo o porque ha venido diciéndolo siempre. Su “hola” no tendrá, en sí, nada de corazón.
Él besará y abrazará a la mujer, pero será tan sólo la repetición de un gesto vacío. No hay beso alguno en su beso. Él abrazará a alguien, pero solamente su piel y sus huesos tocarán – él permanecerá distante como siempre. Él no está allí. De algo puedes estar seguro – él no está allí.Pero los robópatas son grandes ritualistas. Ellos dependen del ritual. Hacen todo tal como debería hacerse. Un ritual, por su propia naturaleza, es no creativo. Una persona ritualista nunca es espontánea, no tiene condiciones para ser espontánea.
…Sólo muy raramente, alguna que otra vez, es cuando una persona crea algo – y en esos momentos, cuando la creatividad está presente, hay satisfacción espiritual. He ahí porqué la creatividad aporta tanta alegría. Una persona creativa es una persona feliz; una persona no creativa es una persona miserable.
Muchas personas vienen a mí y me preguntan cómo ser feliz, dónde encontrar la felicidad. Ellas no pueden encontrarla, a menos que se vuelvan creativas. La felicidad no puede ocurrirles, ella ocurre solamente a las almas creativas. Tórnate más espontáneo. Abandona las repeticiones. Permite que cada mañana sea una nueva mañana y deja que cada experiencia sea una nueva experiencia. No pienses que todo es viejo.”
OSHO