Me gusta... no me gusta... me gusta...
por Rubia A. Dantés em STUM WORLDAtualizado em 20/10/2007 12:59:43
Traducción de Teresa - [email protected]
Generalmente algo nos gusta o no nos gusta a la primera impresión... pero entonces viene la mente a demostrarnos por A más B qué es lo que puede gustarnos y por qué... y muy sutilmente acabamos por convencernos de que nos gustan las cosas que no nos gustan... o que no nos gustan las cosas que sí nos gustan.
Como nos dejamos influenciar por las marcas... por los rotulos... títulos, y casi nunca por el sentir...
Cuántas veces pasamos a mirar con otros ojos a alguien cuando sabemos "Quién" es, y ese "Quién"
desgraciadamente, para la mayoría, no tiene mucho que ver con los valores genuinos y sí con añadidos externos.
Pensamos que nos gustan tantas cosas que en verdad no nos gustan... y dejamos a un lado tantas otras que podrían de hecho darnos más felicidad...
Es que el gustar ha dejado de ser un sentimiento para muchas veces convertirse en razón y ahí es donde perdemos el rumbo.
Parece que si nuestro gusto no está de acuerdo con la mayoría, hemos de ocultarlo allá en el fondo, porque de lo contrario se nos tacharía de equivocados por sentir así... y cuando se nos enseña tanto a no expresar los sentimientos que brotaban libres cuando éramos críos... aquéllos se han quedado tan escondidos que... para saber si nos gusta o no una cosa hemos de ver su marca... los títulos... los cursos... los diplomas... etc., etc., cuando sería mucho más sencillo tan sólo sentir y ser fieles a lo que sentimos.
Hacemos listas y listas de lo que es y de lo que no es adecuado para nuestra vida y nos olvidamos de escuchar, aunque no sea más que un poquito, a nuestro corazón.
Y los hijos, pobrecitos... veo a tantos críos que no tienen espacio ni para jugar, cuanto más para algo que les guste...
Cuánta gente está perdida porque encuentra a personas que... por la razón son perfectas para ellas, pero que no les gustan, en el sentido de envolverse... y cuántas otras encuentran a personas que les gustan mucho, pero abren mano de ellas porque no se ajustan a las muchas exigencias de la razón.
¿No será que lo que está equivocado es la medida, y no la persona? No será que estamos midiendo todo esto con la regla de lo racional y olvidando que existe otra manera de saber lo que es bueno... bastante más sencilla.
Por qué establecemos tantas reglas para algo que ocurre o no ocurre... naturalmente...
Nos obligamos a que nos gusten las cosas que según dicen no nos debemos perder y acabamos tragando por narices lo que nuestra Alma no traga de manera alguna.
Espera un poco... no vayas así tan sediento al botijo... lo que parece ser oro puede ser hojalata... Siempre que vamos con sed al pote de oro de la razón acabamos pagando un precio muy alto por no haber dado oídos a nuestro primer impulso, que era salir corriendo a leguas y leguas de aquel falso brillo...
Por qué no hemos ido en busca de aquello que nos causó simplemente una sensación buena, aunque allí no hubiese esas promesas doradas a que nos agarramos por pensar que son las mejores... las mejores cosas no son aquellas que pensamos... sino... aquellas que sentimos...
