Existir bien, en tu ahora
por Silvia Malamud em STUM WORLDAtualizado em 12/08/2008 15:30:39
Traducción de Teresa - [email protected]
En nuestra jornada aquí en la tierra, a todo momento se nos presentan situaciones que insisten en demostrarnos la real importancia de nuestro existir. Desgraciadamente, como la mayoría de las veces ya estamos acostumbrados a llevar un espeso velo ante nuestros ojos, acabamos por intentar adherirlo cada vez más fuertemente siempre que algo amenaza con la posibilidad del despertar de una perspectiva más eficaz de la realidad.
Pienso en el flujo del tiempo y me sitúo entre el espacio de tiempo en que he vivido como un autómata y el momento en que he ido percibiendo la fuerza de un ahora permanente.
Me pregunto si el tiempo que he pasado en el estado anterior habrá sido muy dilatado.
No sé si lo ha sido, pero estoy segura de que cambiar de un lugar para otro es un divisor de aguas.
Este tipo de cambio nos impone estar ininterrumpidamente en un lugar donde pasado/presente y futuro se convierten en uno. Es el lugar en que sabemos y sentimos un montante vivencial, donde a todo instante se hace viable una transformación.
No tengo respuestas claras para a qué se destina nuestra venida a este plano. Ni tampoco muy seguras de por qué existimos. Apenas sé que nos acomete inmenso placer cuando creamos, cuando adquirimos conocimiento y cuando sentimos amor. La vida tiene sentido y vale la pena cuando estos tres factores – en sus varias amplitudes – tienen lugar simultáneamente. Noto, en cambio, que estamos en medio de algo que es infinitamente mayor que nuestra reducida percepción sobre qué significa nuestro existir. Leyes, escritos y religiones ni lejanamente alcanzan explicación que satisfaga a la humanidad sobre este otro lugar alcanzado. No existen verdades impuestas que sean absolutas.
Sé que determinados asuntos que nos vienen a la conciencia con gran intensidad y lucidez nos muestran cierta urgencia en actualizarse en este plano y que estos temas pueden estar mucho más allá de los tres motivos citados. Sé también que, aunque haya obstáculos, la urgencia del vivir con calidad y placer en la posibilidad de expandirse, convierte esta posibilidad en algo más que una simple y fortuita experiencia del existir. Esta cuestión, por la amplitud con que se presenta, nos coloca en una urgencia que ha de ser vivida, poniendo en evidencia cada vez más que, sin la concretización de la experiencia requerida por la conciencia, todo permanecerá en blanco y negro. Por veces la emergencia de la lucidez tiene lugar sobreponiéndose a escenarios con “bellas” apariencias, exigiendo a la persona un rescate trabajoso.
¿Podemos seguir viviendo en blanco y negro, haciendo de cuenta que está en color? Sí, como es sabido lo podemos todo, incluso engañarnos intentando creer a toda costa que estamos correctos en nombre de una seudo-seguridad construida a través de un ideal de familia o de trabajo, por ejemplo; pero estaremos correctos ¿en qué? Y ¿para qué?
Nuevamente veo que, existiendo bajo esta vertiente, estamos como que inmersos en el mar existencial del sueño anestésico que asola este planeta. Al perseguir “metas precisas”, sin darnos el espacio para existir de hecho en los aspectos que verdaderamente tiñen de colores nuestras existencias, estaremos totalmente atollados en lo que más traba nuestro verdadero crecimiento. De este modo, la vida y la existencia en si caminan de manera fría y precisa, y acabamos por embutir nuestros más preciosos momentos y sentimientos que ciertamente podríamos expresar en su plenitud.
Nuestra existencia es multidimensional y nuestra conciencia tiene la capacidad de vivir sus aspectos en su mejor nivel, donde quiera que esté enfocada. Tal vez esta sea una fórmula para simplificar tantos yo actuantes en otras láminas de realidades, o bien una forma de no sentir la muerte inminente en vida, cualquiera que sea la dimensión de tiempo/espacio en que podamos estar, porque, al fin y al cabo, todo es una sola cosa.
Por ejemplo, no son pocas las veces en que despertamos de un supuesto “sueño” y nos sentimos impresionados con determinadas vivencias que hemos tenido, siendo que en la gran mayoría de las veces, estos sueños no son más que aspectos nuestros aún no concebidos por nosotros mismos y, por lo tanto, no actualizables en este plano. Siendo así, estos mismos aspectos pueden aparecer del “otro lado”, de modo impreciso y por medio de simbolismos repletos de paquetes emocionales, debido a situaciones personales mal resueltas.
Darse la oportunidad de vivir por el placer y sostener este estado no es fácil para nadie, porque fingir un estado óptimo no es costumbre, o tal vez aún no sepamos qué es tal estado, o tenemos miedo, por más increíble que pueda parecer, a ser felices. Tenemos miedo también de entrar en contacto lúcido con los sótanos de nuestras conciencias y que se ponga de manifiesto tanto lo mejor como lo peor que existe dentro de nosotros.
Intentamos driblar a la muerte cuando dejamos para después lo que puede hacerse ahora, imaginando que siempre habrá un tiempo a mayores. Por más experiencias extra-físicas que tengamos, la muerte existe en esta realidad como un concepto de finitud, por lo tanto, de límite. Dejamos de hacer lo que nos es importante porque así inventamos para nosotros mismos nuestra inmortalidad en la tierra, dejando el bienestar y el vivir bien para después... Pero ¿para después cuándo, si la vida es apenas el momento del ahora en que estamos existiendo?
¿Has pensado que siempre tendrás solamente esto, o sea, tu ahora y que eso es tu todo? ¿Y que si no cambias tus esquemas, tu ahora permanecerá siendo el mismo durante toda una eternidad y que esto sí que es la muerte propiamente dicha?