La enfermedad del miedo
por Elisabeth Cavalcante em STUM WORLDAtualizado em 09/09/2008 14:00:50
Traducción de Teresa - [email protected]
Existen distintas formas de miedo, el que tiene una razón de ser evidente, cuando nuestra vida está siendo directamente amenazada, y el miedo como manifestación de una enfermedad psicológica.
En este caso, el miedo no se presenta como reacción a una amenaza real, concreta e inmediata, sino que es simplemente resultado de un estado de preocupación, ansiedad, o tensión bastante elevados. Se siente miedo de que algo pueda ocurrir, o sea, se desencadena un estado de pavor basado simplemente en una mera hipótesis.
Luchar contra este tipo de miedo puede parecer fácil, en principio, visto que no existe cualquier peligro directo, no obstante, no es una tarea tan sencilla. La mente, al fijarse en la probabilidad de que algo malo pueda suceder, genera un desequilibrio no apenas a nivel de las emociones, sino también en el cuerpo físico, teniendo como consecuencia enfermedades reales que pueden comprometer la posibilidad de una vida normal.
No es de admirar que en los días que corren tantas personas padezcan el llamado síndrome del pánico, una dolencia que se caracteriza por un miedo difuso, sin causa concreta, que surge como consecuencia de un estado de ansiedad extremadamente grave.
La violencia que se nos presenta diariamente en los noticiarios de TV sólo hace agravar aún más el estado de paranoia de las personas que tienen cierta tendencia a desarrollar esta enfermedad. Evitar el contacto con este tipo de programas es la mejor demostración de amor que pueden darse a si mismas.
Pero el tratamiento incluye muchas otras actitudes. El primer paso es observar, de modo exento, cómo actúa la mente para generar el estado de pánico. Siempre que alguien se sienta tomado por esta sensación de pavor, inicialmente debe mantener la respiración bajo control, disminuyendo el ritmo de inspiraciones y espiraciones. El miedo, al igual que la ira, no se sostiene en un estado de relajación del cuerpo y de la mente.
Es fundamental en el día-a-día, antes de que una crisis se presente, entrenar la conciencia del acto de respirar y, a continuación, observar la mente, para percibir su mecanismo y cómo los pensamientos negativos intentan imponer algo totalmente imaginario como si fuese real.
La meditación ha venido siendo experimentada con éxito como forma de mantener bajo control la ansiedad y los síntomas del pánico. La terapia con las esencias florales, y asimismo la terapia psicológica, principalmente la que trabaja con la liberación de contenidos emocionales inconscientes, también son de gran ayuda.
Solamente la atención permanente sobre uno mismo permitirá percibir de modo claro cuándo el desequilibrio está instalándose, y salir en busca de ayuda para liberarse de la enfermedad del miedo.
“(…)
Observación es meditación… La cualidad de la observación, la cualidad de estar consciente, alerta – es esto la meditación.
Acuérdate de una cosa: meditación significa conciencia. Lo que quiera que hagas con consciencia es meditación… El caminar puede ser una meditación, si caminas alerta… Oír los pájaros puede ser una meditación, si oyes con consciencia. Simplemente oír el ruido interior de tu mente puede ser una meditación, si permaneces alerta y observador. Toda la cuestión se resume en no moverse adormilado. Entonces, lo que quiera que hagas es meditación.
El primer paso hacia la consciencia es volverse muy atento a tu cuerpo… Y, a medida que te vas volviendo consciente, un milagro empieza a suceder: muchas cosas que solías hacer antes, simplemente desaparecen; tu cuerpo se vuelve más relajado, tu cuerpo se vuelve más armonizado. Una paz profunda empieza a prevalecer incluso en tu cuerpo: una música sutil pulsa en tu cuerpo.
Después entonces, empieza a hacerte consciente de tus pensamientos; lo mismo ha de hacerse con los pensamientos. Éstos son más sutiles que el cuerpo y, naturalmente, más peligrosos también. Y cuando te vuelves consciente de tus pensamientos, te puedes sorprender con lo que sucede dentro de ti. Si anotas lo que quiera que pase por tu mente en cualquier momento, ni siquiera puedes imaginar qué gran sorpresa te espera.
No podrás creer que todo esto esté sucediendo dentro de ti.
¡Y, tras diez minutos, - verás qué mente loca existe dentro de ti! Como no estás alerta, toda esa locura se va moviendo como una corriente subterránea. Ésta afecta a lo que quiera que estés haciendo, afecta a lo que quiera que no estés haciendo; afecta a todo. ¡Y la suma total va a ser tu vida! Así siendo, ese hombre loco tiene que ser transformado. Y el milagro de la consciencia es que tú no necesitas hacer nada excepto tan sólo volverte alerta.
El propio fenómeno de observar la mente, la transforma. Poco a poco el hombre loco desaparece, poco a poco los pensamientos empiezan a caer en cierto patrón; tu caos ya no existe, ellos se vuelven más como un cosmos. Y entonces, nuevamente, prevalece una profunda paz. Y cuando tu cuerpo y tu mente estén en paz, verás que están ambos sintonizados el uno con el otro, hay un puente…
Por primera vez existe acuerdo, y ese acuerdo ayuda tremendamente a trabajar el tercer paso que es volverte consciente de tus sentimientos, emociones, humores.
Esta es la franja más sutil y la más difícil, pero si puedes estar consciente de los pensamientos, entonces basta apenas otro paso. Una consciencia un poco más intensa es necesaria, y empiezas a reflexionar sobre tus humores, tus emociones, tus sentimientos. Una vez hayas adquirido consciencia en estos tres pasos, ellos se juntan todos en un fenómeno.
Y cuando los tres se convierten en uno – funcionando juntos perfectamente, sonando juntos, puedes sentir la música de los tres; ellos se convierten en una orquesta – entonces, el cuarto, aquello que tú no puedes hacer, sucede. Sucede por su propia cuenta. Es un regalo del todo, y una recompensa para aquellos que han pasado por esos tres.
Y el cuarto es la conciencia definitiva, que te convierte en la persona despierta. Ésta se vuelve consciente de la propia consciencia – este es el cuarto…
El cuerpo conoce el placer, la mente conoce la felicidad, el corazón conoce la alegría; el cuarto conoce el éxtasis.
Lo importante es que seas un observador, que no te hayas olvidado de observar, que vayas observando... observando... observando.
Y, poco a poco, a medida que el observador se vuelve cada vez más y más sólido, estable, seguro, una transformación se produce. Las cosas que has estado observando desaparecen. Por primera vez, el propio vigía se convierte en el vigilado, el propio observador es el observado. Has llegado a casa.”
Osho, Meditación, La Primera y la Última Libertad.