Mujeres muy exigentes en la elección de pareja
por Flávio Gikovate em STUM WORLDAtualizado em 12/06/2008 15:10:43
Traducción de Teresa - [email protected]
Ahí está un tema que tiene que ser abordado con mucho cuidado, pues hay condiciones en que una mujer está, de hecho, siendo muy exigente en la elección de novio – y, eventualmente, futuro marido. Ocurre que tal exigencia puede estar muy justificada, o estar totalmente en desacuerdo con la realidad, condición que dejará a la mujer frustrada en sus expectativas. Y todavía hay más: tal vez sea justo exigir mucho de una pareja, pero esto puede también significar apenas el deseo de aventajarse, denotando una mentalidad un tanto oportunista.
Vayamos despacio. Cuando una joven inteligente, esforzada, independiente y atrayente busca, para sí, un muchacho que esté a su altura, que también sea portador de peculiaridades similares a la suya, no estará, bajo ningún concepto, pretendiendo demasiado. Podrá tener dificultad en encontrar una pareja adecuada – incluso porque son pocos los hombres con tantas cualidades – y no son raras las situaciones en que algunos familiares, especialmente cuando acostumbra a rechazar pretendientes que considera inferiores, le dicen que procediendo de esa manera acabará por quedarse sola, que es mejor no ser tan exigente y aceptar el cortejo de tal joven, “que es bueno y a quien ella gusta, aunque no tenga tantas cualidades”. Lo que está ocurriendo aquí es cierto temor, presente en muchos padres y abuelos hasta hoy, de que la chica, teniendo ya cierta edad – por lo regular 25 ó 30 años – aun no se haya casado.
En las condiciones descritas, considero que la joven hace muy bien en no aceptar menos de lo que cree merecer, en no rebajar sus expectativas – pues no se trata de un “saldo”, en que hay que “despachar” la “mercancía” a toda costa. Ocurre, no obstante, que muchas jóvenes consideran que merecen mucho más que lo que de hecho merecen. Y aquí estamos siempre en una situación muy difícil para juzgar, pues se trata de una evaluación subjetiva.
Cuando la situación es esa, está claro que los padres tienen razón, y la chica debería ser menos pretenciosa y aceptar a alguien a su altura. ¿Cómo juzgar en cada caso concreto? Es muy difícil ser categórico, pero me parece, como regla general, que debemos intentar atribuirnos valores que podemos medir. Por ejemplo, una joven que se considera muy inteligente y disciplinada, pero que no hace nada durante todo el día, debería reconocerse más claramente como perezosa; en caso de duda, debemos dejar la decisión a los hechos.
Hasta aquí, estamos considerando a mujeres que tienen de sí mismas un determinado juicio y esperan poder encontrar a alguien a la altura – siendo que unas se otorgan una nota alta que efectivamente les corresponde, mientras que otras son un tanto benévolas consigo mismas. Existe, no obstante, un buen número de mujeres que saben perfectamente que no valen mucho y, aun así, intentan encontrar un hombre que, según ellas, sea muy especial, de buen carácter, bien situado social y económicamente, amoroso y gentil.
Empleo muchas veces la palabra “valor” por un motivo muy simple: considero que tenemos el derecho de querer recibir lo que nos creemos en condiciones de ofrecer. O sea, no cabe que continuemos pensando en el amor como una magia incomprensible, como flechazos de Cupido que podrán favorecer a algunas personas y perjudicar a otras. Aunque esa sea la apariencia, la realidad no es exactamente así; aún existen hombres que gustan de ligarse a mujeres consideradas inferiores a ellos, pero tal tipo de inseguridad masculina tiende a desaparecer en la actualidad.
Esas mujeres que saben no tener para dar aquello que pretenden recibir son, de hecho, las que proceden de forma muy exigente, pero son plenamente conscientes de sus actitudes: intentan hacer de una eventual relación afectiva un “buen negocio”. Serán cada vez menos numerosas, toda vez que los hombres también han venido evolucionando, de modo que pretenderán tener compañeras a su altura. Los tiempos son otros y, de ahora en adelante, lo que prevalecerá de veras es el carácter y la competencia, y no tan sólo la listeza. Esto valdrá para todo, incluso para los enredos amorosos. Está terminando la época en que muchas personas empleaban palabras románticas para encubrir claros intereses materiales y de ascenso social.