A la espera de la mejor condición...
por Rosana Braga em STUM WORLDAtualizado em 09/08/2007 10:26:17
Traducción de Teresa - [email protected]
Tal como ya he contado anteriormente, estoy en una fase de revisiones: descartando lo que ya no sirve, organizando lo que aún forma sentido y reevaluando todos los espacios – internos y externos.
En medio de todo eso, he encontrado, entre otras preciosidades, una lista que había escrito hace casi diez años, en que relacioné una serie de ‘sueños’ que deseaba realizar. He constatado, con alegría, que algunos ya se han cumplido, mientras que otros aguardan actitudes, opciones, o mejor - ¡ahora lo sé! – aguardan la mejor condición...
Fue estupendo hacer revivir antiguos sueños; los sueños siempre actúan como combustible para el alma. En esta lista constaba “Volar en ala delta”. Fue lo que elegí realizar primero; y el Universo entró en sintonía conmigo, o viceversa.
Conversando con un amigo muy querido, al que hace tiempo no veía, entre acontecimientos y pretensiones del pasado, presente y futuro... de repente, él hizo la invitación: ‘¿quieres volar en parapente?’. ‘¡Claro que quiero!’, respondí, eufórica y feliz.
Pasados diez días allí estaba yo, un viernes muy soleado, lindísimo, en el Pico do Gaviao, en Andradas, Sur de Minas Gerais. Algunos contratiempos me hicieron dudar que de veras fuese aquél el día de la realización. Las horas fueron pasando y lo que más oí, durante el tiempo en que estuve entre los voladores, fue la siguiente frase: ‘presta atención... cuando la condición se ponga favorable, despegas...’.
A cada expresión desconocida, iba preguntando a mi amigo. Quería saber más acerca del mundo de quien adquiere alas, conquista los cielos, pasea entre nubes y siente tan cerca el dedo de Dios. Y él me explicaba...
Aguardar la mejor condición significa percibir la dirección y la velocidad del viento y, principalmente, el movimiento de las nubes. Cuando una térmica (burbuja de aire caliente) sube, es el momento perfecto para el despegue. Al entrar en esta térmica, el parapente es impulsado hacia lo alto ¡y el vuelo se realiza con éxito! Esas son informaciones de aerología, aerodinámica y meteorología.
Yo haría un vuelo doble; siendo así, el piloto y yo nos preparamos. Ropas adecuadas, posición correcta, equipamiento en su sitio, en lo alto del Pico... aguardando a que la condición se pusiese favorable.
Y desde allí, donde la vista era maravillosa y la tarde perfecta, me he puesto a observar mis propios sentimientos. Estaba ansiosa, deseando volar como fuese, un tanto contrariada por estar esperando desde las 11:30 de la mañana, y todavía más porque corría el riesgo de que la condición no se pusiese favorable y, por consiguiente, de no conseguir volar aquel día.
Y me puse a pensar que, la mayoría de las veces, los accidentes – sean de orden físico o emocional – suceden porque no queremos esperar, no queremos observar la condición, no queremos aguardar el momento más favorable.
Incluso yo misma, en este momento de revisiones, cuántas veces me incomodo con esa extraña sensación de estar en lo ‘tibio’. Ni en lo caliente, ni en lo frío. Ni en el todo ni en la nada. Apenas aguardando... como quien espera a que el bizcocho se ase; como quien espera a que llegue la hora del parto; como quien espera para despegar...
A las 15:25, mi amigo el piloto con quien yo habría de volar, y los otros voladores que estaban en el morro dieron el alerta. La condición se estaba formando. Era hora de posicionarse. Cuando diesen la señal, yo debería correr, pues como estaba delante del piloto, cualquier vacilación mía podría estorbar el despegue.
Mi corazón se disparó. Tuve miedo de la mejor condición. Precisamente yo, que tanto había esperado por ella, tuve miedo... Pero no desistiría. Se dio la señal. Corrí en dirección al abismo hasta sentir mis pies fuera del suelo.
Había valido la pena esperar... ¡ya lo creo! Descubrí, a casi dos mil metros del nivel del mar, que ya nunca más sería la misma... Volar no era tan sólo la realización de un sueño, sino la constatación de que nadie adquiere alas, ama o es amado por acaso. De una forma o de otra, es preciso aprender a esperar la mejor condición...