Alimentación Consciente no es comer o hacer dieta
por Conceição Trucom em STUM WORLDAtualizado em 30/06/2007 17:48:23
Traducción de Teresa - [email protected]
Dieta es un tipo de alimentación que se realiza durante un tiempo hasta que se alcance determinado objetivo.
Comer, según el diccionario de Aurélio, es echar cualquier cosa gaznate abajo.
Alimentarse es nutrirse. Es el modo que tenemos de proporcionar a nuestro organismo vitalidad y salud. Por tanto, lo ideal es que la alimentación sea consciente, compensada, equilibrada y saludable.
La alimentación equilibrada parte de 3 conceptos básicos que respetan la bioquímica de la vida:
Cada comida o merienda debe ser completa bajo el punto de vista nutricional, es decir, proveer cantidades adecuadas de todos los nutrientes esenciales para el buen funcionamiento del organismo.
Ha de valorarse la cantidad de alimento, no según su cantidad de calorías, sino según su calidad nutricional, su potencial de generar salud y armonía metabólica en el organismo.
La alimentación ha de ser consciente, no para alcanzar un propósito puntual (como las dietas), pues debe formar parte de un propósito de vida.
¿Qué es alimento?
El alimento puede definirse como cualquier sustancia sólida o líquida que da al cuerpo energía y nutrientes para el crecimiento, renovación y reproducción de las células. Pero además de esta función primordial suya, el alimento despierta estímulos agradables al paladar y tiene un papel importante en muchos campos de la vida.
Consumir el alimento de forma equilibrada y consciente es el gran secreto para la conquista de una vida saludable, y de la deseada capacidad de meditar, relajarse, construir y crecer.
Pero siempre tiene un comienzo: desvendar la magia de los alimentos.
Comencemos por conocer un poco más acerca de las funciones de cada uno de los tipos de alimentos y cuáles son nuestras reales necesidades.
Todos los alimentos están formados por elementos llamados nutrientes y se dividen en:
Macronutrientes – proteínas, carbohidratos y grasas;
Micronutrientes – vitaminas y sales minerales.
Según su función en el organismo, se clasifican en tres grandes grupos:
• constructores – constituidos fundamentalmente por las proteínas, que entran en la formación de nuestros tejidos y también en la reconstrucción de los tejidos gastados. Forman nuestros órganos, huesos, sangre, músculos, uñas, cabellos y piel.
• energéticos – tal como indica su nombre, de ellos obtenemos energía para todas las funciones físicas: circulación, respiración, digestión, movimiento. Cuanto más intensa sea la actividad física, más alimentos de ese grupo es necesario ingerir. Son los carbohidratos y las grasas.
• reguladores – éstos controlan y ayudan al metabolismo hormonal y de los demás nutrientes, y están constituidos por grasas nutricionales, vitaminas y sales minerales. Como los alimentos proporcionan pequeñas cantidades de esos elementos, la dieta diaria debe ser siempre muy variada.
Proteínas
Son cadenas de aminoácidos que forman los elementos estructurales de las células y de los tejidos. Por ello, los aminoácidos son conocidos como los elementos constructores del cuerpo. Existen 23 aminoácidos diferentes, de los cuales ocho (los aminoácidos esenciales) no pueden ser fabricados por el organismo. Las proteínas que contienen buena cantidad de esos ocho aminoácidos son llamadas proteínas completas (carne, huevos, queso y soja); las otras son las proteínas incompletas (nueces, frutos secos, habas, arroz). Cuando combinadas, las proteínas incompletas pueden suministrar al cuerpo todas sus necesidades de aminoácidos.
Carbohidratos
Simples o complejos, son la principal fuente de energía del cuerpo. Los azúcares son carbohidratos simples, e incluyen la sacarosa (azúcar de caña o de remolacha), la glucosa (frutas y miel), la fructosa (frutas y vegetales) y la lactosa (leche). Los almidones son carbohidratos complejos e incluyen los cereales, patatas y habas. Cuando no son refinados, contienen vitaminas, minerales y fibras. Los carbohidratos complejos proporcionan un aporte constante de energía, mientras que los azúcares suministran energía instantánea, pero que se disipa rápidamente. El consumo excesivo de azúcar conduce a bajos tenores de energía, pérdidas minerales, baja inmunidad y tiende a aumentar la absorción de las grasas.
Grasas
Tal como los carbohidratos, las grasas también suministran energía, pero tienden a ser absorbidas por el cuerpo; son muy concentradas, y por tanto, tienen muchas calorías. Son transporte de las vitaminas, envuelven y protegen los órganos internos. Dan sabor a los alimentos y sacian el hambre. Consisten básicamente en ácidos grasos, que son esenciales para el buen funcionamiento de las células. Hay tres tipos de ácidos grasos: los saturados (grasa animal y de productos lácteos), los monoinsaturados (aceite de oliva) y los poliinsaturados (aceites vegetales). Aunque todas las grasas tienen el mismo valor calórico, se las considera “buenas” o “malas” según su influencia en las enfermedades del corazón. Así, las grasas mono y poliinsaturadas son “buenas”, mientras que las saturadas son “malas. El consumo excesivo de grasas también está asociado al cáncer.
Fibras
Las fibras están presentes en los alimentos de origen vegetal, como cereales integrales, semillas, habas, frutas y hortalizas, y desempeñan un papel importante en la dieta. El consumo de fibras ayuda a la digestión plena de los alimentos y protege contra la elevación del nivel de colesterol en la sangre, contra algunos tipos de cáncer, cálculos en la vesícula y obesidad.
El consumo recomendado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) es de 30 gramos de fibra/día.
Es importante recordar que el éxito de una dieta rica en fibras depende también de la ingestión adecuada de líquidos, que debe quedar en torno a los 2 litros/día.
Agua
Cerca de 60% del cuerpo humano consiste en agua, en forma de sangre, linfa, líquido cráneo-sacral, líquidos intracelulares e intersticiales. Tal volumen hídrico proporciona el medio para el transporte de las sustancias químicas – nutrición, intercambios y eliminación. Los líquidos que bebemos garantizan la mayor parte del agua del cuerpo; la restante procede de los alimentos. La carencia de agua puede provocar estreñimiento, acumulación de toxinas y mal funcionamiento de varios órganos.