Aprendiendo a respirar - Parte II
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 20/02/2015 11:16:08
por CASULO DE LUZ - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Como hemos visto en la primera parte da apostilla, respirar bien es vivir mejor aún. Aunque para ello tenemos que entender muy bien qué es esa función del organismo.
Respiración es la función que permite al cuerpo expeler el dióxido de carbono y otros gases producidos por las células y obtener el oxígeno presente en la atmósfera, absolutamente necesario para la vida y el desarrollo de todas las células. Para llevar a cabo ese intercambio vital, los seres humanos necesitan todos los órganos presentes en el sistema respiratorio. Éstos son: los orificios de la nariz y la cavidad bucal, aberturas del cuerpo para el contacto con el medio ambiente; los tubos por donde circula el aire (faringe, laringe, tráquea), y el principal órgano del sistema que es el pulmón, con sus bronquios y bronquiolos.
Las fosas nasales o nariz, y la cavidad bucal son los lugares donde el aire que entra se calienta y humedece. Pero sólo en las fosas nasales hay órganos específicos para filtrar y eliminar algunas impurezas del aire que se respira.
La faringe, que forma parte del sistema digestivo y respiratorio, presenta un cartílago llamado epiglotis que trabaja como una válvula, impidiendo que la comida entre por las vías respiratorias y evitando que el aire respirado sea tragado por el esófago. La faringe encamina el aire hacia la laringe, tubo largo y ancho que lo conduce hasta los pulmones. La laringe, aparte de conducir el aire que entra o que sale de los pulmones, es el lugar donde están las cuerdas vocales, fundamentales para el habla.
Los pulmones son órganos de estructura esponjosa, en forma de pirámide, asentados en la parte superior del tórax, sobre el diafragma. En ellos se verifica el proceso de intercambio del gas carbónico que sale de las células por el oxígeno captado por las fosas nasales en la atmósfera.
Para ello hay dos ramificaciones en la tráquea, los bronquios, que entran cada uno en un pulmón y se subdividen todavía más para formar los bronquiolos, los cuales terminan en una especie de pequeños sacos, los alveolos. En ese lugar, en los alveolos, es donde se verifica la hematosis, que es el intercambio del oxígeno que entra en los pulmones por los gases que salen del cuerpo y que serán expelidos.
El aire inspirado, o sea, aspirado por las ventanas de la nariz y que llega a los pulmones, contiene en torno a un 20% de oxígeno y tan sólo un 0.04% de gas carbónico. El espirado, expelido por los pulmones en un movimiento contrario al de la inspiración, contiene un 16% de oxígeno y un 4,6% de gas carbónico.
LA MECÁNICA DE LOS PULMONES
Cuando inspiramos, los pulmones se llenan de aire y su volumen aumenta. Al espirar, el aire sale de los pulmones y su tamaño entonces se reduce. Pero los pulmones no son músculos, como el corazón. Entonces ¿cómo se mueven? ¿Cómo entra y sale el aire? El responsable por este movimiento es el músculo diafragma, situado más abajo de los pulmones y sobre la cavidad inferior del tórax. Está donde termina el pecho y empieza la barriga. Cuando está relajado, este músculo sube y adquiere el formato de una cúpula, oprimiendo los pulmones. A medida que este músculo se contrae y baja, se hace más recto y su centro se mueve hacia abajo, aumentando el espacio de la cavidad torácica, dilatando los pulmones.
Los pulmones acompañan este movimiento de expansión, aspirando el aire hacia dentro, por las vías respiratorias. Este es el movimiento de la inspiración.
Cuando el diafragma se relaja, vuelve a su forma original, de cúpula, reduciendo el espacio en la caja torácica y, por tanto, vaciando los pulmones. Es la espiración. En este proceso, los pulmones no se vacían completamente, permaneciendo en ellos cierto volumen de aire residual. Ese aire sólo podrá ser expelido si la persona hace un esfuerzo dilatando aún más la barriga y los músculos intercostales, situados entre las costillas, y reduce la caja torácica más allá del volumen creado por el diafragma.
Hay todavía otro conjunto de músculos que pueden ser utilizados: la musculatura de la región abdominal. Cuando contraemos los músculos abdominales, esos que cubren los intestinos, los órganos de esta región se ven comprimidos, empujando el diafragma hacia arriba y se reduce todavía más el volumen de la cavidad torácica, vaciando aún más los pulmones. Por otra parte, cuando expandimos los músculos de esta zona, creamos más espacio y podemos inspirar más aire.
LA IMPORTANCIA DEL RITMO DE LA RESPIRACIÓN
Pese a que es involuntaria, la respiración está controlada por el centro respiratorio localizado en el bulbo raquídeo. Para determinar el momento de la espiración y de la inspiración, ese centro evalúa los índices de concentración de gas carbónico presente en la sangre. Cuando la concentración de gas carbónico es alta, el centro respiratorio aumenta la frecuencia de la respiración. Cuando está normalizado, el ritmo vuelve a lo normal. Eso es lo que hace posible el aumento de la actividad respiratoria cuando se hace ejercicio, por ejemplo.
Lenta y tranquilamente - Estudios revelan que hacer la respiración más lenta y profunda ayuda a tranquilizar y relajar el organismo, disminuyendo las pulsaciones del corazón. En 30 días espiramos unas 650 mil veces. Un total aproximado de ocho millones al año. Esto en el caso de llevar una vida más o menos normal.
Y el aumento de ese número no significa una mejora en la calidad de vida. Todo lo contrario. Cuanto mayor sea el número de respiraciones por día, peor será la calidad de vida. Cuanto más tiempo pasemos respirando en cantidad superior a la media, menos tiempo de vida y menor índice de salud tendremos.
Volveremos al tema en la tercera y última parte.
