Astromedicina: Los pulmones
por Graziella Marraccini em STUM WORLDAtualizado em 06/09/2011 14:45:39
Traducción de Teresa - [email protected]
Desde el punto de vista astrológico, la respiración, y los propios pulmones, son regidos por el planeta Mercurio y corresponden al signo de Géminis. Mercurio es el planeta de la comunicación y de la adaptabilidad y flexibilidad, como el signo de Géminis es asimismo el más adaptable y volátil del Zodiaco.
La respiración es algo rítmico y como tal responde al principio hermético citado, y del mismo modo al de los ‘polos opuestos’, citado en el artículo anterior. El polo vive de la existencia del otro polo, porque si anulamos una fase, también desaparece la otra. La relación inspiración=tensión y espiración=distensión puede advertirse claramente cuando, para relajarnos, suspiramos profundamente. La respiración es un proceso de intercambio: el oxígeno contenido en el aire es transportado por los glóbulos rojos en la inspiración y el gas carbónico es liberado con la espiración. El ‘soplo divino’ que es el milagro de la vida no es algo que dependa de nuestra voluntad, sino que se verifica de forma involuntaria y es el gran misterio de todas las cosas creadas. Para mejorar esta imagen, yo diría que el respiro, el ‘aliento divino’, está en todas las cosas, y nosotros estamos dentro de él, dentro de este gran respiro que es la Creación.
De este modo, la respiración nos pone en contacto con el mundo exterior involuntariamente, de manera que no podemos controlar con quienes compartimos nuestro aire. Esta es, por tanto, una forma de contacto, de relación. Este contacto entre el exterior y el interior ocurre dentro de los pulmones. Los pulmones son nuestro mayor órgano de contacto. El otro órgano de contacto es la piel, de la cual hemos hablado en otro ‘artículo’. Si bien el contacto epidérmico es más envolvente y voluntario. Podemos abrazar a alguien o no abrazarle, según nuestros deseos.
Sin embargo, el contacto de los pulmones es más indirecto, no podemos impedirlo, incluso aunque no nos guste la persona que está cerca de nosotros y comparte nuestro espacio. Siendo así, desarrollaremos problemas respiratorios a medida que nuestro ‘intercambio’ con el otro se haga difícil o imposible. Los puntos principales a observar están en el sentido del ritmo: “ya sea esto o aquello”; de la tensión y de la distensión; del tomar y dar; del contacto o de la repulsión; de la libertad o de la limitación. Cuando tenemos una enfermedad respiratoria el médico nos recomienda aislamiento, porque estas dolencias son transmisibles a través del aire. Por eso es preciso impedir el intercambio. Pero este remedio es, en realidad, la verdadera causa de la dolencia. Como no queremos que este intercambio se produzca, nos ponemos enfermos.
La respiración es la aceptación de la propia vida. Es con el primer aliento como vive la criatura y es con el último aliento como muere el hombre.
En las dolencias respiratorias debemos siempre preguntarnos: ¿Qué me impide la respiración? ¿Qué (o a quién) no quiero aceptar? ¿Qué es lo que no quiero dar? ¿Con quién (o con qué) no quiero entrar en contacto, compartir el aire que respiro? ¿Tengo miedo de dar un paso hacia una nueva libertad?
Por tanto, incluso un simple resfriado puede ser un punto de reflexión. Decimos “lo he pillado de Fulano…”, como echando la culpa al otro de habernos transmitido el virus. En realidad ‘todos los otros’ pueden estar transmitiendo el virus, ya que éste (el de la gripe y todos los demás) está “en el aire que respiramos involuntariamente”. Nuestra flexibilidad y adaptabilidad harán que desarrollemos o no este tipo de dolencias, que provienen de nuestra propia ‘aceptación del otro’.