Atraemos hacia nosotros aquello que más intentamos evitar
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 12/08/2009 07:26:22
por El Morya Luz da Consciência - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Estamos en esta vida para aprender, continuamente, y son raras las veces en que salimos del círculo vicioso de los acontecimientos, o sea, todas las situaciones, todas las experiencias por las que pasamos, forman un abismo entre lo que queremos, lo que esperamos que suceda y lo que verdaderamente se manifiesta en nuestra vida. El medio externo solo refleja para nosotros aquello que no queremos. Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en ese dilema, corriendo tras la felicidad, pero la realidad es una sola: este mundo no puede hacer a nadie feliz. Y ¿por qué?
Gastamos mucho tiempo resistiéndonos a aquello que no queremos que suceda o que se repita y acabamos atrayendo precisamente lo que más intentamos evitar. Esto ocurre porque no encaramos las situaciones tal como se presentan en el momento, asumiendo responsabilidad por ellas. No procedemos ni pensamos con calma y coherencia, reflexionando y preguntando a nuestro corazón las respuestas. Permanecemos en la negación y echando la culpa a otras personas o al medio externo por nuestros fracasos.
En uno de los pasajes bíblicos, Pedro preguntó a Jesús: “¿Cuál es el pecado del mundo, aquél por el cual se debe morir?”
Jesús respondió: “El pecado no existe; sois vosotros quienes lo creáis cuando, al igual que en el adulterio, sois infieles a vuestra verdadera naturaleza y procedéis conforme al hábito de vuestra naturaleza corrupta. Por eso el don de la luz Crística ha sido puesto en vosotros y, por esa razón Yo he venido al medio de vosotros para restituir cada alma a su verdadero origen”.
Aquí, en la materia, somos infieles a nuestra propia naturaleza porque no percibimos que existe un punto de equilibrio sagrado entre las realidades física y espiritual de la conciencia. La ayuda que debemos pedir es la de ser auxiliados a descubrir ese punto de equilibrio sutil que habita el corazón y ese poder es generado por dos fuerzas complementarias: la luz y la oscuridad.
Ellas han creado toda perfección. Si continuamos ignorantes con relación a esas dos fuerzas actuantes en todos, fracasaremos en mantener el equilibrio en nuestras relaciones, creando desarmonía, permitiendo que todos los dolores y angustias vividas por el espíritu se revelen en el momento presente.
Corrompemos la divinidad existente en nosotros (las dos fuerzas) la mayoría de las veces para agradar a los demás, para ser aceptados, o incluso para evitar situaciones de sufrimiento que ya no queremos. Miramos al otro de la misma manera, creando expectativas, olvidando que dentro de él, al igual que en nosotros, existe luz y oscuridad, probablemente también desequilibradas.
Todo ser humano que logre actuar pautado en la verdad de que todos tienen su punto de equilibrio, que, independientemente de las diferencias individuales, poseen un punto de unión común a todos, saldrá de la expectativa de que alguien lo haga feliz. Percibirá que todos pueden ser felices, si lo desean, ahora.
No estamos aquí para hacer cosas o tener ideas y, sí, para librarnos de ellas. Libertarnos de creencias y patrones equivocados acerca de nosotros mismos y de los demás. Y nadie podrá hacer esto en nuestro lugar. Un día hemos aceptado estas ideas y creencias y ahora somos nosotros los que tenemos que librarnos de ellas.
Solo podemos ser felices ahora. Si nos preocupamos por ser felices mañana, o permanecemos llorando la infelicidad de ayer, olvidaremos ser felices ahora. Esto es adquirir el dominio de la mente y alcanzar ese punto de equilibrio. Y no esperes ser valorado por ello aquí en esta sociedad, pues todo aquel que alcanza ese hecho, que pasa a ser fiel a su naturaleza, se convierte en un verdadero maestro. En este punto ese ser jamás irá en busca de posiciones de poder, nunca irá ofrecer a otros técnicas milagrosas de cura, ni le dirá lo que debe o no hacer. Buscará una situación de anonimato y, simplemente, lo animará a asumir la total responsabilidad por lo que le sucede. Lo auxiliará a asumir su Cristo interior para ser feliz en el AHORA, en el momento presente.
VERA GODOY