Cambiemos los patrones negativos
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 10/08/2013 13:25:48
por Rodrigo Durante - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
A lo largo de nuestras vidas acumulamos muchos conceptos de cómo somos nosotros y las cosas, cómo actúan ciertas personas y, así, vamos escribiendo nuestra historia, pautados en acontecimientos e interpretaciones las más de las veces con base en el miedo, en el sufrimiento y en las limitaciones. Todos tenemos sueños y deseos pero nadie pasa la vida sin que alguno de ellos quede frustrado. Esto ocurre porque en nuestra ceguera no nos damos cuenta de que lo que queremos nada tiene que ver con nuestra esencia, con la expresión más pura de nuestro Ser. Casi todos nuestros deseos aparecen para tapar algún agujero, satisfacer alguna carencia, una solución alternativa “de fuera a dentro” que nos satisface muy poco, teniendo enseguida necesidad de algo que supla esta falta.
Nacemos con algunos aprendizajes predeterminados, puntos de vista, vibraciones que desarrollar. Nuestros deseos son meramente artificios para aliviar la falta que nos hacen estas vibraciones, para mantenernos en una zona de confort durante algo más de tiempo antes de iniciar el trabajo que verdaderamente hemos venido a hacer aquí.
Empezamos entonces nuestro camino de auto-sanación por el dolor de las frustraciones, cuando ya hemos intentado de todo, pero aun así las cosas siguen de la misma manera, las mismas historias repitiéndose siempre. Así es como desarrollamos de forma productiva una mentalidad de mirar hacia dentro y buscar aquella herida para la cual una pizca de amor sería el mejor medicamento. La ilusión de que la cura vendrá de fuera es aún muy fuerte, pero sin que nos impliquemos, sin nuestro propio cambio y consentimiento, nada en nuestra vida cambiará.
La primera cuestión que nos conduce a dentro son nuestras relaciones, son los mejores espejos para mirarnos, para indicarnos dónde estamos cometiendo error. Todas nuestras relaciones serán sanadas a partir de nosotros mismos, o sea, nosotros tenemos que cambiar para que ellas cambien.
Las descripciones que tenemos registradas sobre nosotros mismos, sobre nuestros familiares y afines tienen que cambiar, pues nosotros no nos relacionamos con las personas, y sí con la imagen que formamos de ellas. Sólo una persona totalmente despierta logra relacionarse con lo que las otras personas son en esencia y, en esencia, todos son Dios.
Si tenemos muy fuertemente registrado que somos de tal manera, que los otros son de tal manera, que siempre sufrimos tal tipo de cosas, que la vida es de tal manera, y nos quedamos esperando que todos de un momento para otro se vuelvan perfectos tal como soñamos, eso no va a suceder y una vez más quedaremos frustrados, pues el cambio empieza en nosotros.
Nadie triunfa en nada en la vida sin desarrollar algunas características personales, sin superar miedos y bloqueos, sin aprender a perdonar, a desarrollar el coraje y el poder personal, la capacidad de ser feliz con independencia de lo que ocurra, en fin, muchas situaciones aparecerán para quitarnos de nuestra zona de confort hasta que aprendamos todas las lecciones que antes incluso de encarnarnos nosotros mismos hemos elegido vivir.
Por ello nuestras relaciones más cercanas y todas las dificultades que pasamos con ellas son una bendición, ya que son nuestros mayores aprendizajes. En ellas vemos reflejadas partes nuestras muy profundas, lo que menos nos gusta de nosotros mismos y lo que más difícil se nos hace enfrentar. Fíjate en cómo todas las soluciones que imaginamos para nuestros problemas e irritaciones son siempre atajos para mantenernos en una zona de confort. Decimos siempre que el otro o las cosas tienen que cambiar, nosotros somos siempre los buenos del cuento. El miedo de mirar hacia dentro es grande, la vanidad y el orgullo siempre echarán la culpa al otro.
Nuestras preocupaciones y ansiedad también son muy grandes para alcanzar cierto objetivo, lo cual también acaba dificultando el que observemos las cosas tal como realmente son.
Entiéndase que aquello que queremos llegará a nosotros, pero quizá no en la forma que imaginamos. No sin antes quitarnos de nuestra zona de confort y obligarnos a aprender más sobre nosotros mismos, a hacernos crecer y fortalecernos, a amarnos y aceptarnos incondicionalmente.
Prácticamente todos los grandes problemas que nos afligen actualmente tienen que ver con nuestra auto-imagen, nuestro amor propio, el valor que nos damos a nosotros mismos. Con conductas que nos hemos condicionado a tener para lograr de los demás el amor y el valor que aún estamos aprendiendo a darnos a nosotros mismos. Nos sentimos todavía inferiores, incompletos, creemos que necesitamos hacer algo para sentirnos queridos, portarnos de tal manera que sea aceptable, trabajar como locos en algo por sus recompensas, hablar y expresarnos como suponemos que les va a gustar.
Sin percibir que esto nos hace desalinearnos, energéticamente creamos máscaras, personajes que incorporamos para agradar al mundo, protegernos o conseguir lo que queremos. Estas máscaras adquieren tanta fuerza que en determinado momento ya no nos damos cuenta de que las llevamos, nos parece que somos nosotros mismos. Se crean desde nuestro chakra frontal causando serios malestares en la cabeza y se alimentan por lazos del segundo y tercer chakras ya construidos bajo esta energía de poco amor propio y poca auto-valoración.
Esto ya lo traemos de otras vidas, pero en esta se ha reflejado atrayendo de nuestros padres y relaciones cercanas, conductas que nos han hecho manifestar este “desamor propio” nuevamente. Siempre hemos tenido que hacer algo o portarnos de tal manera para conseguir el amor de los padres. Teníamos que sonreír, ser educados, portarnos bien, sacar buenas notas, ser delgados y santos para obtener recompensas, que a menudo eran materiales cuando sólo necesitábamos cariño y aceptación.
Todo esto son heridas de nuestro niño interior. Muchas heridas hacen que nuestros personajes busquen fuera lo que no nos damos a nosotros mismos. La curación para eso, además de toda la ayuda que podamos conseguir, es un proceso personal, debemos buscar conscientemente observar nuestras cualidades únicas y amarnos tal como somos. Sin comparaciones ni modelos de perfección heredados, impuestos o autoimpuestos. Cuánto más nos amamos, más nos aman los demás. Cuánto más nos respetamos, más nos respetan los otros. Cuánto más nos valoramos, más cosas buenas atraemos a nuestra vida.
Y lo que realmente necesitamos en nuestra vida es Amor. Y cuando las heridas, creencias, imágenes y rótulos negativos que hemos creado sean sustituidos por ese Amor, nuestro mundo se transformará.Es cierto que, en el camino para liberarnos de las ilusiones de nuestros personajes y realinearnos con nuestra esencia, encontramos muchos dolores, heridas y bloqueos profundos, creencias, imágenes y los conceptos que conllevan. Pero no hay otra alternativa sino nuestra implicación consciente y el compromiso con nosotros mismos. Buscar en nosotros mismos la respuesta para lo que nos incomoda, pues todo lo que pasamos en lo externo es un reflejo de lo interno.
Los resultados que obtenemos sólo dependen de nuestro propio cambio. En el camino, busquemos la paz. Busquemos abrir mano de creencias fijas acerca de cómo son la vida y las personas. Dejemos que la luz entre y nos muestre dónde estamos actuando en desacuerdo con nuestra propia esencia. Permanezcamos abiertos para aceptar nuestros fallos y dispuestos para poner amor donde antes sólo había sombras. Vais a notar la diferencia, no hay cómo no notarla, pues cuando nosotros cambiamos, la vida nos acompaña.