Chico Xavier y Francia
por Acid em STUM WORLDAtualizado em 11/04/2014 15:03:18
Traducción de Teresa - [email protected]
Esta es la “Eglise Saint François Xavier”. Queda en la place du Président Mithouard, en el barrio 7 de París.
Cuando la vi, inmediatamente me acordé de nuestro Chico Xavier.
Hace mucho que venía sospechando que Chico Xavier era reencarnación de Allan Kardec (aunque médiums estudiosos y el propio hijo adoptivo ya lo hubiesen comentado), pero después de que empecé a leer el libro “Kardec: La biografía”, de Marcel Souto Maior (el mismo maravilloso escritor de “Las vidas de Chico Xavier”) tuve la seguridad. Y empecé a martillear sobre las conexiones entre Francia y la propia doctrina espírita, que han permanecido vivas a través de Chico “Kardec” Xavier.
Primero el nombre. El nombre de una persona lleva en sí una energía importantísima para anclar la vivencia espiritual aquí en la Tierra. No en vano muchos cambian de nombre o adoptan un nombre iniciático cuando empiezan una nueva fase de la vida. Se adopta el nombre como homenaje a alguien que se admira, o para anclar las energías de una determinada línea, o traer al subconsciente un recuerdo evocativo de aquel nombre (en fin, las posibilidades son ilimitadas). A ciertos espíritus les está permitido elegir el nombre y ejercer influencia sobre sus padres en esa elección, y sospecho que la espiritualidad eligió a alguien con el apellido “Xavier” para traer a nuestro Chico con ese nombre.
Francisco Xavier es un nombre bastante corriente en el Brasil, pero encontrarlo en esa Iglesia de París me hizo investigar sobre el santo, y descubrir que la Iglesia Católica Romana considera que él ha convertido a más personas al Cristianismo que cualquier otro misionero desde San Pablo. Aunque fuese español (vasco), Francisco Xavier vino a París para estudiar y después se hizo profesor de Filosofía. Conoció entonces a Ignacio de Loyola, y con él y otros sacerdotes decidieron hacer un voto de pobreza en la Capilla Saint-Denis, en lo alto de Montmartre (una colina, el punto más alto de París, donde hoy está la Basílica del Sacre Coeur). Allí fundaron la Compañía de Jesús, congregación religiosa destinada a la enseñanza, a la conversión y a la caridad. Fueron los jesuitas de la Compañía de Jesús quienes vinieron al Brasil (desgraciadamente) a convertir a nuestros indios y a fundar colegios desde Ceará hasta Santa Catarina. El Padre Manuel da Nóbrega, uno de los primeros en llegar, ayudó a su colega José de Anchieta en la fundación de São Paulo, que creció en torno al Colegio Jesuita. Y fue justamente Manuel da Nóbrega una de las encarnaciones del mentor de Chico Xavier, Emmanuel.
Montmartre tiene ese nombre (Mont Martre) porque allí había un templo dedicado al dios Marte. Con el paso del tiempo se ha convertido en Monte de los Mártires, ya que “Martre” significaba “mártir” en francés arcaico. Por eso había allí, en 1500, una capilla a Saint-Denis, uno de los más venerados mártires de Francia. Se cree, aunque sin evidencias arqueológicas, que en la colina de Montmartre, antes de la ocupación romana, se llevaban a cabo ceremonias druídicas, por ser el punto más alto de la región. Ahora bien, el creador del espiritismo, el profesor Hippolyte Léon Denizard Rivail, no sólo vivía cerca de Montmartre – más exactamente en la Rue des Martyrs (Calle de los Mártires) – sino que adoptó el seudónimo Allan Kardec por la revelación de un espíritu de que él había sido un druida en la época del emperador Julio César, entre 58 y 44 años antes de Cristo.
Pese a ser lionés, el primer contacto de Kardec con el Espiritismo – y su posterior estudio y codificación – había tenido lugar en París. Kardec no era médium (quizá fuese intuitivo, pero no tenía contacto directamente), y se valió de respuestas de otros médiums para escribir la doctrina. Cuando renació como uno de los médiums más poderosos del mundo tuvo obvias dificultades de adaptación a esa nueva realidad. Cierta vez Emmanuel tuvo necesidad de ir con él en espíritu a visitar el lugar del escenario que él quería que escribiese, para que pudiese plasmar mejor en el papel los detalles. De cualquier forma sabemos, por el estudio de las comunicaciones mediúmnicas, que el cerebro del médium interfiere en la comunicación, como los residuos de una tubería interfieren en el agua. Cuanto menos residuos, más pura será el agua.
Y ¿por qué digo esto? Porque Nosso Lar (Nuestro Hogar) fue un libro diferente de todos los demás escritos por Chico. Era un mundo sin referencias visuales. Por la descripción del libro, parece que está más adelantado y al mismo tiempo mantiene la elegancia y la sencillez de otros tiempos. Pues bien: vine a encontrar el “Nosso Lar” en París, en la Cité Internationale Universitaire, fundada en 1925 (aunque con la arquitectura de fines de 1800). Al principio no lo advertí, a no ser por una sensación de levedad y de extrañeza, porque me sentía como en otro mundo. Y supuse que se debía a la adaptación a un nuevo país. Pero he aquí que un día, mientras tomaba el sol tumbado en la hierba, escribí: “Morí y estoy en el cielo. Y lo mejor: ¡aquí hay WI-FI!” Y sólo entonces cayó la ficha: lo que estaba en mi subconsciente era la descripción y organización de “Nosso Lar”, que guarda mucho parecido con la levedad y organización de la arquitectura y buen gusto franceses.
¿Habría Chico traído consigo los recuerdos de impresiones de la vida parisina? ¿Estará Nosso Lar inspirado en ese modelo?
Todos los departamentos aparecían cultivados con esmero. A poca distancia, se alteaban graciosos edificios. Se alineaban a espacios regulares, exhibiendo formas diversas. Ninguno había sin flores a la entrada, destacándose algunas casitas encantadoras, rodeadas por muros de hiedra, donde florecían rosas diferentes, aquí y allí, adornando el verde de cambiantes variados. Aves de plumas polícromas cruzaban los aires y, de cuando en cuando, se posaban agrupadas en las torres muy blancas, que se erigían rectilíneas, recordando lirios gigantescos, hacia el cielo.
(Chico Xavier/André Luiz; Nosso Lar)
