Comienza en cada uno
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 14/10/2010 14:21:50
por Maria Cristina Tanajura - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Para ser felices, necesitamos amar. En primer lugar, a nosotros mismos, procurando resolver las inquietudes interiores, intentando comprender el por qué de las tristezas que asoman sin que parezcan tener alguna conexión con nuestra realidad, en fin, aceptándonos. Parece una receta fácil, pero sabemos que no lo es. Exige que dejemos un poco de lado la rigidez y las exigencias de perfección, pues si no lo hacemos, viviremos siempre considerándonos culpables e inadecuados. Diciendo esto, no pienso que debamos ignorar nuestros errores, sino que me parece necesario que nos perdonemos y usemos la energía del amor para modificarnos, andando siempre hacia delante.
Seguidamente, y solo por este orden, podemos comenzar a amar al otro. Aquel que se parece a nosotros en esencia, pero que ciertamente es tan distinto de nosotros también.
Normalmente, con la misma medida que empleamos para juzgarnos, analizamos los errores de los demás. Si nos perdonamos, aunque sea en medio de la tristeza de habernos equivocado una vez más, también logramos relevar y aceptar al otro con sus flaquezas.
¡Amar lo que hacemos es fundamental! Pues todo lo hecho con amor da buenos frutos, es valioso, tiene más posibilidades de ser apreciado. Sea lo que fuere que estemos haciendo en ese momento mágico llamado presente, hagámoslo de forma amorosa, como si estuviésemos trabajando para Dios, pues la verdad es que Él está en cada persona de nuestro entorno. De esta forma, si bien no tenemos recompensa económica por lo hecho, la alegría y el bienestar que sentiremos a continuación serán nuestros y habremos sido muy bien pagados.
Amar a la Naturaleza, que es nuestra casa, de la cual dependemos y con la cual interactuamos constantemente. Formamos parte de ella, estamos en ella y ella en nosotros. El daño que le hagamos, la verdad es que lo estamos haciendo a nosotros mismos.
Imaginaos conmigo un mundo – que ya se anuncia – en que se viviese así. ¡Qué paraíso, qué lugar armonioso, alegre, feliz! Para eso tenemos que prepararnos y ayudar a nuestros hijos y amigos también, a todos cuantos tengamos acceso. Empezando siempre por curarnos.
De dentro a fuera, construiremos un ambiente pacífico, amoroso y equilibrado. Este sentido de caminar ha de ser obedecido. O los resultados no serán eficaces.
Solo podemos dar lo que tenemos y reflejaremos, en nuestro entorno, exactamente lo que somos. Las máscaras sociales, aunque muchas veces necesarias, son precarias y se caen a todo instante. Busquemos fortalecernos a través del auto-conocimiento, de la búsqueda de nuestra esencia, pues ésta nos indicará siempre el camino más adecuado para cada uno de nosotros.
Guardemos energía, en el día a día, para este trabajo de cuestionamiento íntimo, de búsqueda de respuestas interiores, de meditación, de silenciar y escuchar una voz que solo nos habla cuando estamos quietos y serenados, relajados.
¿Para qué correr tanto, estresarnos, buscar poseer cosas que luego, en poco tiempo, habrán de deshacerse, pues no son más que ilusión?
Que al nacer de un nuevo día, siempre pensemos primero en ligarnos al Yo interior, a Dios, pidiéndole que nos asista en todos los instantes que vendrán; y que, en cada momento de pausa, en el trabajo, esperando en las colas, mientras conducimos, hagamos nuevamente este movimiento, fortaleciendo la unión con lo divino en nosotros, equilibrándonos y alejando el miedo y las dudas.
Así, sustituiremos la frustración por una mayor comprensión, que no se resquebraja con los pequeños problemas, sino que los inserta en un contexto más amplio, acepta y espera…
En fin, tenemos en nosotros las respuestas, si las buscamos con dedicación y también tenemos la fuerza para recomenzar siempre. Este amor que es la vida en nosotros necesita expresarse… Es preciso hacer pulsar y distribuir este afecto, para que el mundo se convierta en el lugar bonito que puede ser, donde todos nos respetaremos y nos perdonaremos como lo hacemos con nosotros mismos.
Ya podemos vivir así. Es preciso intentarlo y perseverar, y todo lo demás se arreglará en el entorno de cada uno de nosotros.