Complejo de inferioridad, ¿qué es eso?
por Rosemeire Zago em STUM WORLDAtualizado em 13/08/2009 08:07:10
Traducción de Teresa - [email protected]
Una de las quejas más comunes en las gentes son los conflictos internos y de relación, causados por el sentimiento de inferioridad. ¿Cuántas personas no se sienten inferiores a sus compañeros de trabajo? ¿No van en busca de una promoción por no sentirse capaces? ¿No terminan con una relación destructiva por considerar que no lograrán que nadie las trate bien? ¿Cuántos están siempre comparándose al hermano, a la hermana, al vecino, seguros de que el otro es mucho más? Otros dejan de trabajar, de salir, de vivir, todo porque se encuentran inferiores a los demás.
La denominación complejo de inferioridad fue creada por Alfred Adler (1870-1937), médico psiquiatra, para designar sentimientos de insuficiencia e incluso incapacidad para resolver los problemas, lo cual hace que la persona se sienta un fracaso en todos o en algunos aspectos de su vida. Es lo que hoy denominamos baja autoestima, que tiene lugar cuando no se tiene conciencia del propio valor personal. La baja autoestima puede comprometer todas las relaciones, en lo personal, profesional, afectivo, familiar, social.
Adler afirmaba que todos los críos están profundamente afectados por un sentimiento de inferioridad, consecuencia del tamaño del niño y de su falta de poder ante los adultos. Lo cual despierta en su alma un deseo de crecer, de hacerse tan fuerte como los demás o más fuerte aún. Él sugiere que hay tres situaciones en la infancia que tienden a resultar en el complejo de inferioridad:
- Inferioridad orgánica:
Críos que sufren dolencias o enfermedades con deficiencias físicas tienden a aislarse, huyendo de la interacción con otros críos debido a un sentimiento de inferioridad o incapacidad de competir exitosamente con los otros. Con todo, él resalta que los niños que son estimulados a superar sus dificultades tienden a compensar su debilidad física, más allá de la media, y pueden desarrollar sus habilidades de manera sorprendente. Por ejemplo, se dedican a una actividad física para compensar la deficiencia.
- Niños súper protegidos y mimados:
Esos niños pueden desarrollar un sentimiento de inseguridad, por no sentir confianza en sus propias habilidades, ya que los demás siempre les han hecho todo.
- Rechazo:
Una criatura no deseada y rechazada no conoce el amor y la cooperación de la familia. No sienten confianza en sus habilidades y no se sienten dignos de recibir amor y afecto de los demás. Cuando son adultos, tienden a volverse fríos, duros, o extremadamente carentes y dependientes de la aprobación y reconocimiento de otras personas. Cuanta más necesidad haya de ser aprobado y reconocido por el otro, más se desarrolla la necesidad de agradar. Eso hace que las personas dejen de ser ellas mismas, convirtiéndose en lo que a los otros les gustaría que fuesen, o lo que consideran que les gustaría, reforzando cada vez más el sentimiento de inferioridad, pues no se satisfacen a sí mismas.
No son solamente las situaciones mencionadas lo que puede hacer que la persona se sienta inferior, puede haber otras muchas, ocurridas durante la infancia, pero aquellas explican el origen del término empleado y pueden resultar en aislamiento, falta de interés social y cooperación.
Todos sabemos que no es nada fácil para un niño con alguna dolencia o deficiencia física convivir socialmente, pues los críos en general son implacables en hacer burla de las dificultades de sus compañeros, generando en éstos vergüenza, miedo y la necesidad de aislarse, con el propósito de evitar ser objeto de bromas. Frente a esta realidad, es muy importante que los padres apoyen sus sentimientos y no los menosprecien; haciéndoles percibir que tienen otras muchas cualidades y que su potencial puede ser desarrollado. De lo contrario, crecerán con mucha dificultad para creer en sí mismos, pues dependerá de cómo cada cual va a lidiar con esos aspectos.
La superprotección durante la infancia puede realmente generar mucha inseguridad cuando se llegue a adulto, pues estas personas de pequeñas no han sido estimuladas a creer en sí mismas.
Así, crecen creyendo, si bien inconscientemente, que lo hacían todo en lugar de ellas porque ellas no tenían capacidad para hacerlo por si mismas. ¡Lo cual no es verdad! Todos tenemos potencial, la diferencia es creer en él o no.
El rechazo, al igual que el abandono, también puede generar el sentimiento de inferioridad.
Adler enfatizaba además la importancia de la agresión, en el sentido de luchar por su capacidad de superar obstáculos y creer en sí mismo. Muchas veces, la agresión puede manifestarse como poder, superioridad y perfeccionismo; no obstante, la búsqueda de la superioridad como compensación puede tomar una dirección positiva o negativa. Puede ser positiva y saludable cuando motiva para realizaciones constructivas y en la búsqueda de crecimiento. Será negativa y destructiva cuando existe una lucha por la superioridad personal, dominando a los demás a través del poder, incluso hasta llegar a la ambición (búsqueda del crecimiento material dejando a un lado personas y hechos significativos en su vida) y envidia (deseando tener todo cuanto tiene otro, pero no se siente capaz de lograrlo por sí mismo); todo para compensar su sentimiento de inferioridad.
La capacidad de otro siempre es percibida como mayor que la propia capacidad, sintiéndose siempre inferior. Ese sentimiento puede dar lugar a que la persona se acomode en tal situación. Aunque esto le aporte insatisfacción y tristeza, no hace nada por cambiar, pues no se siente capaz o con fuerzas para ello.
Muchas veces nos deparamos con personas que demuestran una total confianza en si mismas, pero si las observamos mejor, percibiremos que en realidad eso son máscaras para compensar su sentimiento de inferioridad, no reflejando su verdadero sentimiento en relación a sí mismas, o sea, su esencia. Pero ¿qué hacer cuando somos adultos y sentimos miedo, vergüenza, o sea, aún sentimos esa inferioridad ante los otros? Lo más indicado es:
- Evitar las comparaciones. Estar comparándonos con quien quiera que fuese no nos hará sentirnos mejor, pues las personas son diferentes, poseen necesidades, deseos e historiales de vida diferentes.
- Comprende tu historial de vida y el origen de tu sentimiento de inferioridad. ¿Por qué motivo te sientes inferior? No desistas, comprende tus dificultades y procura enfrentar cada una de ellas.
- Enfrenta el miedo. Es importante lidiar y enfrentar el miedo que te producen personas o situaciones, y comprender que esa percepción de uno mismo está basada en la consecuencia de hechos que ya pasaron. Tú no puedes modificar tu pasado, pero puedes cambiar tu presente.- Reconoce tu valor. Percibe que tu valor en cuanto persona no puede ni debe estar fundado en la manera en cómo has sido o todavía eres tratado, aunque esto haya durado toda tu vida.
No vuelvas a consentir que te falten al respeto o te maltraten. Recuerda además que tu valor debe estar basado en lo que eres y no en los bienes materiales que posees.
- Identifica tus necesidades emocionales. Lo que esperas recibir de los demás puede ser aquello que no has recibido de tus padres cuando eras niño. No esperes recibir de otros lo que solo tú mismo te puedes dar.
- ¿Qué deseas recibir en la relación afectiva? Muchas veces los conflictos generados en la relación tienen origen en tu historial de vida.
- Observa y procura comprender cada uno de tus sentimientos. Percíbelo así cuando sientas envidia, celos, necesidad de poder o superioridad. Esos sentimientos pueden estar ocultando y compensando un sentimiento de inferioridad.
- Aprende de los errores y no permanezcas reprochándote el haberte equivocado, ni te acomodes en las situaciones. ¡Sal de tu zona de confort y cambia lo que deseas!
- ¡Valora siempre tus conquistas! Deja de supervalorar lo que tiene el otro o lo que hace, y de desvalorizar tus propias conquistas. ¡Celebra siempre!
- Haz psicoterapia. El auto-conocimiento obtenido a través del proceso de la psicoterapia podrá hacerte reconocer tus reales valores y liberarte del complejo de inferioridad que te encadena y aprisiona.