Conciencia humana y conciencia animal
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 22/03/2018 10:12:21
Autor Xavier Andre
Traducción de Teresa
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El ser humano que vosotros y yo somos se considera una especie superior a cualquier otra especie animal, por tener una capacidad de conciencia de sí que cualquier otra especie animal no tiene. Y pese a los estudios que indican que algunos animales tienen cierta conciencia de sí (primates que se miran al espejo, perros que se dan cuenta de que están a punto de morir, elefantes que lloran a sus muertos.) esa conciencia es, según nuestro criterio, claramente "inferior" a la nuestra: ninguna especie animal es capaz de crear sofisticados sistemas filosóficos, de morir por la búsqueda de la verdad o por la justicia de otros seres que no ha visto nunca. Por cierto, los animales no son capaces de asombrarse o incluso extasiarse ante la maravilla de la creación, como hacemos muchos humanos. Por eso su conciencia de ser, creemos nosotros, es inferior a la nuestra. Pero quizá esto no sea tan evidente como parece.
Para empezar, la conciencia humana no es una cosa permanente e inmutable. Cuando nos acostamos a dormir, y empezamos a soñar, entramos en un estado de conciencia más difuso y débil. De la misma forma, ciertas experiencias despiertan en nosotros una conciencia de sí mucho más aguda e intensa; por ejemplo, cuando nos enfrentamos de pronto a un peligro de muerte, cuando tenemos algunas vivencias en la naturaleza o incluso cuando consumimos ciertas drogas. Y en el sentido opuesto, una persona enferma de demencia senil, por ejemplo, va perdiendo su propia conciencia, que hasta puede desaparecer por completo: es cuando decimos que nos convertimos en un "vegetal".
Pero ¿qué sucede con la conciencia de un animal como, pongamos por caso, el jaguar, cuando anda por la jungla en busca de su comida? El jaguar percibe una infinidad de sonidos, de bramidos, de hedores y fragancias. Percibe nítidamente cada parte de su propio cuerpo en contacto con el suelo, con el ramaje. Es todo él percepción, consciente no sólo de sí, como además de su entorno, en una miríada de detalles. Mejor dicho, él no es una parte aislada de ese entorno, está integrado en él. Ese es sin duda un estado alto de conciencia. El ser universal que todos somos fluye en el jaguar sin formar remolinos, fluye natural y armonioso: el jaguar está haciendo lo que tiene que hacer, cazar para poder seguir viviendo. No hay en ello ni pensamiento introspectivo, ni juzgamiento de sí o de otro, no hay remordimientos ni sistemas morales. Hay el ser completo, energía sencilla de existencia pura.
Y en contraste, pensemos en un gran filósofo o pensador, ocupado en articular sus sistemas filosóficos y morales. Él tiene un cerebro, una mente hipertrofiada; mejor dicho, está convencido de que él es su propia mente. Tiene una identificación total con sus pensamientos, porque su ego, su mente charlatana, se ha adueñado de él.
Pero ¿será él más consciente que el jaguar en la jungla?