Creando el Paraíso en la Tierra
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 15/06/2009 12:30:09
por Daniele Alvim - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Cuánta felicidad es saber que estamos conectados unos a otros a través de millones, billones de personas. Que somos una sola cosa en el camino maravilloso del auto-descubrimiento. Qué maravilla es saber que podemos ser y hacer lo que queramos, que sumergirnos en la vida y deleitarnos en ella sanamente no tiene nada de pecado, pues todo en este mundo es dádiva de Dios.
Vamos a amarnos los unos a los otros, sin enjuiciamiento, con confianza, siempre perdonando y recordando que el otro no es más que un espejo de nosotros mismos esperando a ser reconocido como un ser perfecto en nuestra aparente imperfección. Qué bueno es saber que una nueva era llega por fin a nosotros, una era de paz y esperanza, una era en que podremos contemplar el final de la violencia entre los pueblos y las naciones, una era en que podremos sentirnos abrazados y acariciados por la propia Presencia Yo Soy.
El solo sentirnos a gusto dentro de nosotros es el mejor opio que puede existir: la satisfacción de gustar y apreciar aquello que somos y asumir ese poder dentro de nosotros, libres de miedo. No es preciso que nadie nos diga quiénes somos. Basta que miremos hacia dentro para reconocer esa grandeza. Bueno, que no estamos libres de defectos, pero que poseemos infinitamente más cualidades.
Si aún no somos perfectos como nos gustaría, ¿qué tal enfocarnos solamente en las virtudes que poseemos? Amorosidad, generosidad, belleza, calma, tranquilidad, capacidad de perdonar, delicadeza, sensibilidad, etc., etc.… Si miramos sin culpa hacia dentro y de manera consciente, encontraremos esas virtudes pululando y esperando a ser reconocidas, esas que son atributos divinos. Y las imperfecciones, me parece, son tan solo la otra cara de la moneda, el genio contrario que espera su redención, diciendo: “¡Eh, yo quiero convertirme en algo mejor! ¿Puedes reconocerme y librarme pronto de esa culpa?”
Por otra parte, si contemplamos el mundo con ojos de niño pronto percibiremos que todos somos inocentes; allá en el fondo todo somos aquella criaturita que espera ser elogiada y reconocida. ¿No sería guay si nos perdonásemos siempre que un pensamiento negativo pasase por nuestra cabeza, en vez de reaccionar negativamente? Aceptar la imperfección del otro como nuestra propia imperfección, pues a los ojos de Dios somos todos perfectos.
Y es cierto que ya lo somos en nuestros corazones. La verdadera perfección es la perfección del corazón. Si él está perfecto, todo lo demás lo estará. El corazón generoso, grande, que abarca a todo y a todos, que no desea mal ni a una mosca, pero que entiende que todo forma parte del Gran Juego de la Creación en su propósito de crear y crear y crear y evolucionar, evolucionar y evolucionar.
¡Te hago saber que tú ya eres perfecto! Tan solo asume esa perfección vigilando el modo en cómo se comporta tu corazón. En él es donde deberás mantenerte enfocado. Él es el centro de todo, él que necesita despertar para el Poder del Amor en nuestras vidas. Tú lo consigues: basta tan solo asumir la responsabilidad sobre todo lo positivo – y también lo negativo – que ocurre a nuestro alrededor; siendo así, el contacto con el corazón es real, pues estaremos dispuestos a asumir total autoría por todo pensamiento y sentimiento que sale de él, y así, nos haremos creadores conscientes de nuestro propio universo.
¿Qué tal crear un universo paradisíaco y abundante para todos nosotros? ¿Te apuntas a ascender conmigo? ¡Besos!
