Criar - Adiestrar - Educar
por Saul Brandalise Jr. em STUM WORLDAtualizado em 19/08/2007 11:09:13
Traducción de Teresa - [email protected]
Siempre he tenido una preocupación más allá de lo normal con la educación de mis hijos y ahora, de mis nietos.
En nuestro país, debido a sus dimensiones continentales y a la mezcolanza de razas, los valores encontrados en la calle no son en absoluto uniformes. El diamante tiene que ser labrado en casa.
CRIAR un hijo es sencillo. Basta darle alimento, ropa y esperar que los valores que han de ser transmitidos sean responsabilidad de la escuela. Es la famosa omisión y traspaso de responsabilidad. Esta criatura difícilmente tendrá base para la vida y en todo tenderá a copiar... No debemos olvidar que, padres ausentes, droga presente.
ADIESTRAR a un hijo es ser absolutamente rígido en el trato. Pegar, comandar, obligar a dar un beso cuando el niño no quiere, etc... Enseñar mediante el comando. Se corre el riesgo de tener un hijo no preparado para la vida. La criatura sólo sabe obedecer. Nunca habrá de tener iniciativa. La única diferencia entre esta criatura y un animal es que ella raciocina...
Pero sucede que, con miedo, difícilmente va a arriesgarse. Tendrá fuertes tendencias a ser una criatura gorda, estresada.
Para EDUCAR a un hijo es preciso ser amigo, "cómplice", traspasarle valores éticos, de fe, morales y de relaciones humanas. La responsabilidad en la educación de una criatura es de los padres, nunca de la escuela. La escuela da cultura, nada más que eso. La base, el fundamento proviene de casa. Quien procrea, educa.
¿Por qué he decidido escribir este texto? Para contaros lo que mi nieto Gabriel me ha regalado este último domingo, día de los padres.
Hace tiempo que él desea comprar un barco de vela para armar, pese a sus siete años. Está ahorrando desde hace ya tiempo. Esta última semana ha perdido su primer diente de leche, y le fue explicada la importancia de esto para que los dientes permanentes no vengan torcidos y sea correcta su dentición. Para que esto suceda, él debe facilitar la caída de ese tipo de dientes. Le compré su diente de leche con el propósito de ayudarle en el "amontonar" de la cuantía necesaria para que él pueda comprar su tan soñado barco.
Algunos abuelos le darían ya el barco, olvidándose de que la persona necesita saber dar valor a la vida. No se debe regalar en demasía a un hijo o a un nieto. Él no sabría, en el futuro, dar valor a los bienes materiales.
Lo que viene así de fácil, del mismo modo se va. Además de eso, puede confundir sentimientos que nunca pueden ser comprados. Dar un regalo a destiempo es, indirectamente, buscar aprobación, conquista sin amor ni cariño.
En el día de los padres, mis dos hijos, Saul Neto y Jean Paul decidieron invitarme a un fin de semana juntos en un hotel cercano a Florianópolis.
Este sería mi regalo. Esa idea me dejó feliz.
Estábamos todos en la piscina, alegres, jugando, y uno de los entretenimientos para los críos era una competición de salto al agua. Bomba, panzada, etc. Mi nieto no quiso participar, está aprendiendo a nadar.
Después era el turno de los abuelos y padres. Yo, lamentablemente, porque hubiese ido, me encontraba impedido de participar debido a una operación quirúrgica que me han hecho.
Mis dos hijos se decidieron a aceptar el desafío: la prueba se resumía a "panzadas" y sujetar la respiración bajo el agua.
Mis hijos conquistaron el oro y la plata. Ambos regalaron a mi nieto las medallas. Se puso muy contento y hasta fue a almorzar con ellas.
Para mi nieto, su padre y su tío fueron los grandes héroes del día. Ya estaba haciendo planes para llevar las medallas a la escuela y contar a los amigos lo ocurrido.
Durante el almuerzo, a fin de ayudarlo en la consecución del dinero para comprar su barco a vela, y también para poner a prueba su evolución en valores, procuré comprarle la medalla que su padre había conquistado y le había regalado. Le ofrecí R$ 100,00 R$ por la medalla de oro.
Él meditó un poco, sin mirarme. Desviaba fuertemente la mirada, llegando a curvar la cabeza. Sentí que él no quería ofenderme con su respuesta y tras mucho pensar, me dijo: abuelito, no voy a vender la medalla.
La respuesta que recibí me dejó muy feliz. Lo llevé hasta mi cuarto y conversé con él acerca de su actitud. Le mostré que hay cosas que no tienen precio y que la actitud de su padre al competir sufriendo con la panzada y saliendo con la barriga toda colorada por el choque con el agua, era para hacerle feliz.
Le di la enhorabuena por haber decidido quedarse con la medalla. Su padre ciertamente se sentiría fastidiado si él la vendiese. Como premio por saber decidir le di algo de dinero para ayudar en su búsqueda por llegar al importe de su juguete.
He recibido dos regalos en el día de los padres:
Un fin de semana muy feliz con mis hijos y mi nieto regalándome valores que no tienen precio ni pueden comprarse en farmacias...
Sé que nos veremos.
