¡Cruza la calle y encuéntrate!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 03/04/2010 14:20:09
por Wilson Francisco - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Celia era una mujer sencilla, guapa, dedicada a su hogar y a sus hijos.
Día tras día el delantal, el pañuelo a la cabeza y las zapatillas componían su estampa.
¡Por la tarde recibía a su marido, toda perfumada y preparada para servirlo!
Los paseos eran escasos, alguna que otra vez algún viaje, para visitar a parientes.
Un día, puesta a la ventana, soñó y como por encanto vio fuera un mundo diferente.
Salió con algunas amigas para tomar un té.
Las ideas avanzadas, nuevas, que escuchó en ese encuentro, resonaban aún en sus oídos como si fueran el anuncio de un nuevo tiempo...
Fue presentada a un muchacho y aceptó la idea de trabajar fuera, al fin y al cabo se había convencido de que el trabajo en una empresa, tener dinero propio, libertad para ir y venir, comprar cosas, cuidar de ella misma... ¡todo esto era fascinante!
Celia dejó su casa, se separó un año más tarde y fue a cumplir sus sueños.
El otro día la llamé por teléfono.
Hacía tiempo que no hablábamos. La conexión se estableció y decidí llamarla por teléfono.
Al otro lado, una voz triste y cansada. Me reveló el gran dolor de una mujer angustiada.
- Wilson, llegué hasta el fondo del pozo, intenté el suicidio, estoy sola, me desmayé por la calle y recobré la consciencia tres días más tarde. No sé quién me socorrió y en qué hospital estuve. Desperté dolorida, en mi casa.
Hoy ella es evangélica. Busca en la religión recobrar su rumbo. Ya no es la misma. No hay vestigios de aquella ama de casa, que admiraba el mundo por la ventana. Y tampoco signos de aquella voluntariosa mujer que fue a trabajar fuera, se vistió con ropa de moda y saboreó el sueño de conquistar el inusitado universo que había vislumbrado en los escaparates del mundo.
Escuché todo con el corazón, la tengo en concepto de hija del alma.
Y, convengamos, esta historia no es nueva ni rara.
¿Quién no sueña con tener la vida del otro, recorrer caminos nuevos, eliminar de sus días la obligación de servir, la rutina sin piedad de lo cotidiano?
Pero ¿será que más allá del horizonte puede existir algo mejor?
O ¿vale la pena soñar, buscar, hacer cambios?
A decir verdad, la gran equivocación puede ser el buscar en las pasarelas del mundo algo que existe dentro de ti.
Dios, la felicidad, la paz y la prosperidad son tesoros y caminos y se encuentran dentro de ti.
En cambio, si aún te parece que lo mejor puede estar allá en el otro lado, entonces, cruza la calle, sal del arcén, deja de omitirte en el escondrijo del miedo.
Exígete algo nuevo, sin culpabilizarte ni sentir remordimientos.
Decide tu camino, elige lo que sea mejor para tu vida.
Y que lo sepas, en el Universo hay un lugar, un encuentro, un tesoro aguardándote.
¡Sal de la rutina, deja los juicios de lado, y ten el coraje de hacerte feliz!