¿Cuál es tu última palabra?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 13/10/2010 12:48:35
por Maria Silvia Orlovas - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Ciertamente, la vida no viene ya lista. Todo el tiempo podemos interactuar con las cosas en torno a nosotros. Podemos obrar mal y podemos obrar bien. Podemos disgustarnos con las cosas que otras personas nos hacen y podemos tener una luz en ese momento, y comprender que esa persona tiene problemas, y pasar por alto actitudes groseras. Pero, si por casualidad, estamos tristes, algo depresivos o confusos, una pequeña discusión puede tener enormes repercusiones.
Conocí a varias personas que rompieron con la familia, con una relación, debido a un malentendido y, después de los hechos consumados, no consiguieron volver atrás. Pues sí, amigo lector, podemos empeorar o comprender las cosas. Claro que en algunos momentos hemos de poner límites, decir lo que pensamos, pero en otros momentos si percibimos error por parte del otro, es preciso tener paciencia y dejarlo pasar.
El último domingo, el de la votación, vi una escena insólita. Yo salía del colegio donde había votado, en una calle de enorme movimiento, y esperaba por mi hija al lado de dos policías. Como ella tardase, me puse a observar a las personas; parejas de la mano, señoras de edad acompañadas por sus hijos, gente joven charlando animadamente, en fin, una multitud pasó ante mí, pero lo que me impactó fue ver a un hombre que casi atropella a un peatón, salir de su coche e increpar al otro con insultos fuera de lugar. Detuvo su coche, se bajó y empezó a insultar al hombre que casi había atropellado. El otro, claro está, le contestó, y el desfile de improperios fue creciendo, sin que ninguno de los dos se diese por satisfecho. Cada cual quería decir la última palabra, cuando uno decía una tontería el otro contestaba.
Tan solo cuando se distanciaron y ya no podían oírse, la riña se serenó. Como yo estaba cerca del coche, estuve mirando como agresor entraba totalmente desarmonizado. Un verdadero espectáculo de horrores. Las otras personas que había por allí estaban boquiabiertas con lo ocurrido y, casualmente, los guardias en aquel momento se habían alejado para ayudar a otra persona que lo necesitaba.
Me quedé razonando que aquel hombre tenía que agradecer a Dios por no haber atropellado a nadie, pues el otro podría haber quedado herido, o incluso muerto, pero no… En el colmo del estrés gritó, agredió, insultó.
Pensé que muchas veces somos invitados a obrar mal. Algunas situaciones nos sacan de lo serio y si no nos vigilamos podemos hacer algo semejante. Podemos reaccionar muy mal a algo externo, pero seguramente lo hacemos cuando estamos alejados de las oraciones, cuando estamos preocupados por cosas para resolver, o cuando sentimos ira reprimida y aquello se convierte en la espoleta de la bomba emocional.
Por eso necesitamos la práctica espiritual, necesitamos meditar, participar en los grupos, intercambiar energía y, cuando necesario, hacer terapia. Necesitamos exponernos ante alguien, intercambiar sentimientos, aprender a oír lo que otras personas piensan sobre nosotros. Guardar sentimientos, reprimir emociones hace mucho daño, y cuando menos lo esperamos podemos vernos sorprendidos soltando un estallido de actitudes groseras, de palabras duras hacia el mundo alrededor de nosotros. Son hechos y situaciones que podríamos evitar si estuviésemos en armonía. Me parece que la última y la primera palabra debería ser paciencia.
