¿Cuál será el secreto de la prosperidad?
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 06/12/2015 09:55:43
Autor Irlei Wiesel - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Entre un sobresalto y otro vamos capeando las dificultades con la esperanza de adquirir una posición financiera cada vez mejor.
Admiro el esfuerzo de familias y empresas en la tentativa de alcanzar las metas planeadas en dirección al aumento de la facturación. Me encanta observar el crecimiento de quienes se dedican.
Los profesionales que tienen éxito son inspiradores. Fueron significativos a lo largo de mi jornada, pues mirarse en el espejo del éxito motiva acciones más eficientes.
Tener como referencia a personas que se han acomodado y carecen de ánimo incentiva las acciones mediocres. Siempre traté de apartarme de la mediocridad. Necesito respirar el aire de la prosperidad. Este aire es diferente. Contiene un antídoto fortísimo contra el fatalismo, la penuria y la falta de visión periférica del mundo.
En cambio el aire mediocre está infectado por partículas que enturbian la visión, la hacen gris y limitada.
El discurso en ambientes mediocres recuerda las piedras ornamentales de jardín. Pesadas y sin movilidad, son colocadas por el jardinero en un lugar cualquiera para que pasen allí las próximas décadas. Pese a que las plantas crecen, mueren, se cambian y se sustituyen, las piedras permanecen adornando el jardín tal como han sido colocadas. No manifiestan descontento, frío, calor o malestar con los cambios naturales del tiempo. La intención de las piedras es agradar a los ojos de quienes las miran. Ellas, en sí mismas, no tienen reacción. La única compañía que les está permitida es la presencia sucia y desagradable del limo.
Limpiar el limo es fácil. Después de eliminar el problema, basta esperar a que se repita. Todo es previsible y altamente contagioso.
Ser piedra es morir estando vivo. Es decretar la permanencia de la mismidad y del conformismo. Al lado de las piedras decorativas siempre encontramos otras muchas.
Las personas de éxito se asemejan a las orquídeas. Son hermosas, pues encantan por la belleza de sus reacciones frente a las intemperies. Se comprometen a ser y a ofrecer lo mejor para sí y para el planeta. Su presencia cumple una misión discreta. Su majestuosidad es humilde. Su aroma va más allá de lo posible, su diversidad de colores motiva a conquistar el infinito. La delicadeza de sus pétalos enseña que la fragilidad es una fuerza sorprendente. Su tiempo de florecer sobreviene respetando el tiempo mayor. Las orquídeas enseñan que debemos respetar todo, mucho más allá de nuestro ego.
Un vivero de orquídeas trasciende el lugar en que fue construido. Es más grande de lo que parece ser. Refleja más prosperidad de lo que podemos alcanzar. Siendo así, es bueno recordar que el esfuerzo diario exige discernimiento.
La elección entre un aire contaminado por la apatía y la negatividad o un aire que da energía y motivación es personal e intransferible. Haz tu elección. Sé piedra y aguarda la presencia del limo o sé orquídea y espera la compañía de lo imposible.
Irlei Hammes Wiesel – 01/12/15