Cuando el amor fue insuficiente
por Bel Cesar em STUM WORLDAtualizado em 04/07/2006 09:46:31
Traducido por Melissa Park - [email protected]
¿Usted siente que recibió suficiente amor cuando era niño? Cada uno a su modo, tiene una historia para contar... Basta escuchar los enredos que surgen cuando soñamos dramas basados en el abandono y en la carencia afectiva. Hay sueños - o mejor dicho, pesadillas - que nos paralizan en la sensación de un intenso dolor sin salida: nos resta apenas la esperanza de que un héroe, que tenga coraje en el corazón, ¡nos venga a salvar! A pesar de que esa fuerza extra se encuentra en nuestro interior, la proyectamos para fuera. Este es un hábito mental que desenvolvemos cuando aún somos niños.
Es como escribe el maestro budista Tarthang Tulku en su libro La mente oculta de la libertad: “A la mayoría de nosotros nos enseñaron que el amor se encuentra fuera de nosotros mismos – es algo que debemos obtener. Por eso, cuando lo encontramos, nos agarramos firmemente, como si no hubiese lo suficiente para todos. Mientras, en la medida que el amor se torna un apego egoísta, nos aislamos de la verdadera intimidad. El amor más gratificante que podemos vivenciar es el que ya existe dentro de nosotros, en el corazón de nuestro ser. Ahí se encuentra una infinita fuente de calor, que podemos usar para transformar nuestra soledad e infelicidad. Al entrar en contacto con esa energía nutriente, descubrimos los recursos interiores necesarios para ser verdaderamente responsables por nuestro propio crecimiento y bienestar”.
Mensajes como ese son un estímulo de coraje y liberación para aquellos que ya se sienten comprometidos con el camino de la transformación interior. Pero tenemos que admitir que mientras estemos presos al dolor de la carencia y de la falta de amor, no será suficiente saber racionalmente que sufrimos porque no sabemos amar verdaderamente.
Será preciso revivir el dolor del abandono bajo un nuevo prisma para superarlo.
Racionalizar el dolor emocional es parte del proceso para curarlo, pero, en sí, no es una experiencia capaz de generar un cambio autentico y profundo.
Por lo tanto, debemos partir de la suposición de que no hay nada de extraordinario en el hecho de admitir que recibimos amor insuficiente cuando éramos niños. Pues será a partir de la aceptación de esta falta que encontraremos fuerzas para rescatar nuestro amor interior.
Eva Pierrakos y Judith Saly dedicaron todo un capítulo a esta cuestión en su libro Creando unión (Criando união) (Ed. Cultrix). Ellas escriben: “Como los niños muy rara vez reciben suficiente amor maduro y bondad, ellas continúan ansiándolo durante toda la vida, al menos que, la falta y el resentimiento sean reconocidas y debidamente manejadas. Caso contrario, los adultos seguirán por la vida llorando inconscientemente por lo que no tuvieron en la infancia. Eso hará de ellos personas incapaces de amar con madurez. Ustedes pueden ver como esta situación pasa de generación en generación”.
Podemos no detenernos para pensar sobre como anda nuestro flujo de contabilidad del amor en nuestro interior. Pero es importante que tomemos conciencia del fuerte hilo que existe entre nuestras ansiedades de la infancia y las dificultades afectivas que enfrentamos cuando adultos.
El punto de partida para romper este linaje de amor inmaduro se encuentra en un ejercicio de doble mano: si por un lado pasamos a abrirnos para aceptar el hecho de que nos faltaron experiencias significativas de reconocimiento de afecto, por otro, somos concientes de que esos sentimientos de carencia y abandono no nos llevarán a lugar ninguno. Esta es la intención de admitir el dolor está vinculada a la decisión de superarlo ¡y no de recrearlo!
Remover el dolor infantil sin la correspondiente voluntad de salir de él es como andar para atrás, esto es, estaremos repitiendo así, apenas los padrones emocionales ya conocidos en vez de refinar nuestra alma.
La dinámica de querer ser amado se transforma en el deseo de amar cuando tomamos conciencia de una vez por todas de que no sirve querer que las cosas sean diferentes o que las personas aprendan a amar con madurez para ser mejor servidos en materia de amor.
Cuando nos disponemos a amar verdaderamente, damos inicio a la jornada del amor maduro. Esta es una bella frase; en tanto, solo tendrá sentido cuando nos propongamos reordenar nuestras emociones de abandono y carencia, esto es, cuando no tememos más sentirlas.
Es preciso volver al lugar del crimen para desvendar el misterio. Las autoras Eva Pierrakos y Judith Saly revelan, en el libro Creando unión (Criando união) un método de auto conocimiento para aplicar en los momentos en que reconocemos, por detrás de nuestra rabia, frustración y ansiedad, el dolor de no haber sido amados en la infancia: “Cuando sientan el dolor de no ser amados en el problema actual, él servirá para despertar el dolor de la infancia. Pensando en el dolor presente, vuelvan al pasado e intenten reconsiderar la situación con sus padres: lo que ellos les dieron, lo que ustedes sentían de hecho, por ellos. Ustedes percibirán que, bajo muchos aspectos, sentían la falta de algunas cosas que nunca vieron antes con claridad - porque no lo querían ver. Ustedes descubrirán que esa carencia debe haber sido dolorosa en la infancia, pero ese dolor puede haber sido olvidado en el nivel consciente. Mientras ella no esta absolutamente olvidada. El dolor causado por el problema actual es exactamente el mismo dolor del pasado. Ahora, reevalúen el dolor actual, comparándolo con el de la infancia. Finalmente, será posible percibir que ambas son uno sólo. [...] Después de sincronizar los dos dolores y percibir que ellos son uno solo, el paso siguiente es mucho más fácil”.
La cura, entonces, surge en la medida que reconocemos que ya no somos tan indefensos delante del dolor como pensábamos en la infancia. Como completan las autoras: “Ya no precisarán ser amados como precisaban en la infancia. Primero, adquieren conciencia de que es eso que aún desean, y después ya no buscan ese tipo de amor. Como no son más niños, buscarán el amor de manera diferente, dando en vez de esperar recibir”.
Cuando filtramos el dolor emocional por medio de los recursos ya adquiridos en la actualidad, vamos mezclando el dolor pasado con la comprensión que nos faltaba. De esta manera, la necesidad de ser reconocido puede ser substituida por la auto validación. Del mismo modo, la necesidad de expresar las emociones contenidas podrá encontrar nuevos recursos de comunicación. Pasamos a seleccionar mejor a las personas, y las situaciones en las cuales podremos finalmente tornarnos creativos y contribuir con nuestra individualidad para el crecimiento colectivo.En resumen, precisamos aprender a no temerle a nuestras emociones fragilizadas por la falta de amor. Al sentirlas, podremos simplemente posicionarnos positivamente y decir: “OK, en aquella época yo no tenía recursos para lidiar con esta falta, por eso pasé a pensar que no había nada que hacer si no esperar pasivamente por el amor. Ahora, puedo actuar, pues tengo mi conciencia a mi favor, así como la voluntad de amar cada vez más y mejor”.