Cuando el distanciamiento es saludable
por Bel Cesar em STUM WORLDAtualizado em 15/03/2006 09:36:15
Traducido por Melissa Park - [email protected]
En las últimas semanas, he pensado mucho sobre la importancia de mantener un distanciamiento saludable, sea de nuestras propias emociones y pensamientos, sea de nuestras relaciones.
Cuando digo un distanciamiento saludable, me refiero a algo similar a la decoración de una sala: intuitivamente nos apartamos hasta encontrar un punto ideal desde el cual podremos evaluar mejor el todo, para entonces disponer las partes de modo armonioso.
La noción de idea de equilibrio que atribuimos a un ambiente es una expresión de nuestro interior. La manera como decoramos nuestra vida revela la dinámica de nuestras imágenes internas.
En el artículo de esta semana, vamos a reflexionar sobre la manera como lidiamos con nuestros propios pensamientos. Ya la semana que viene, consideraremos esta cuestión frente a las relaciones.
Cuando nos sentamos para meditar o nos proponemos estar quietos para pensar mejor sobre algo, nuestros pensamientos pronto ganan volumen e intensidad.
Si supiéramos mantenernos conscientes en los momentos en que nuestras emociones están bajo el efecto de una lente de aumento, esta intensidad puede ser una importante técnica más de auto-conocimiento. Pero, en general, nos descontrolamos delante de emociones muy fuertes, y acabamos siguiendo los pensamientos negativos que ellas generan. En tanto, cuando conseguimos vernos delante de estos momentos de pico emocional, cambios importantes pueden ocurrir en nuestra mente, pues surgirá un deseo auténtico de librarse de toda intensidad.
Con el distanciamiento saludable no quedaremos tibios delante de nuestras emociones! Al final, la idea no es dejar de sentir, pero sí, de vivir nuestro mundo interno sin perdernos...
El budismo nos enseña que, para relajarnos, tenemos que reconocer la naturaleza transitoria de los pensamientos: ellos no son tan concretos cuanto nos pueden parecer.
El peso que les demos es lo que hará que tengan más o menos impacto sobre nosotros. Sin que percibamos, confundimos la veracidad de la realidad externa con nuestros propios pensamientos. Cuantas veces nos sorprendemos al constatar que lo que pensábamos que existía era mera fantasía!
Inocentemente, creemos en lo concreto de nuestros pensamientos. Es como la ilusión del Internet. Confundimos fácilmente el mundo virtual con lo real. Por ejemplo, a veces visitamos el site de un producto tan bien expuesto, que fácilmente creemos que él tiene cualidades mucho más allá de la realidad.
La realidad externa es siempre diferente de la idea que tenemos de ella. Nuestras apreciaciones precisan ser constantemente repasadas. Irónicamente, lo que pensamos puede no existir, pero todo existió primero en la mente de alguien...
En general, damos un peso extra a nuestros pensamientos, como si ellos existiesen de manera concreta y mágica. Cuando reconocemos que nuestros pensamientos son proyecciones mentales, comenzamos a tener una actitud de más espacio frente a ellos: un distanciamiento saludable.
El auto-conocimiento surge a medida que aceptamos soltarnos de las viejas creencias y relajarnos para rever nuestras ideas de modo menos tenso y más próximo a lo real.
Nuestro Yo está preso al condicionamiento de que hay seguridad en la tentativa de controlar la mente, esto es, de permanecer fieles a los mismos pensamientos. En tanto, sólo cuando abandonamos la tensión de esta continua lucha para mantener el control “de aquello que es” es que podremos abrirnos para encontrar una nueva posibilidad de evolución interior.
Al paso que nos tornamos flexibles, conquistamos más espacio en nuestro mundo interior. Así, cultivamos una sensación natural de entereza y bienestar.
Mantener un distanciamiento saludable con nuestras propias ideas es como asegurar las riendas de un caballo: si quisiéramos escoger para donde vamos, tendremos que mantenerlas estiradas por nuestra propia fuerza. En una medida justa. Si las aseguramos demasiado firmes, el caballo parará. Pero si soltamos demasiado las riendas, el caballo saldrá disparado y comandará la dirección de nuestro paseo. Además, así como nuestros hábitos mentales, el caballo prefiere siempre volver corriendo para su pasto conocido. Si quisiéramos escoger nuevos caminos para evolucionar tendremos que comandar nuestros propios trayectos!