Cuando el sentimiento es inexplicable a la luz de la ciencia
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 30/04/2009 12:30:12
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
El odio es un juego psicológico en el cual generalmente la violencia es la vencedora. Y así viene ocurriendo con la humanidad desde los tiempos primitivos, cuando grupos humanos disputaban la posesión del fuego o de territorios. Pasados miles de años, en pleno siglo XXI después de Cristo, judíos y palestinos se destruyen entre sí por intereses no muy diferentes de sus ancestros salvajes.
Los registros históricos de la humanidad han venido mostrándonos que un colectivo de personas contaminado por el odio seguido de violencia, solo es comparable a una nube de langostas que por donde pasa deja un rastro de destrucción y desgracia, o sea, para el hombre ese sentimiento es mucho más fácil de multiplicar que el sentimiento del amor, en el cual aún somos principiantes en la escuela de la vida y con muchos suspensos en nuestro currículum reencarnatorio.
Por tanto, como somos una consecuencia de lo que hemos venido siendo en el transcurso de múltiples vivencias, es corriente que en la experiencia regresiva aparezca el origen del sentimiento de odio que generalmente sintonizan las conturbadas relaciones familiares de la vida actual. Y en muchos casos ese sentimiento prevalece durante tiempo indeterminado hasta que los espíritus implicados despierten para el amor y la cura de sus heridas internas, traducidas en miedo, rencor, ira y resentimiento, como veremos en los casos que a continuación se describen.
PRIMER CASO
Ricardo, desde pequeño, sentía gran aversión por todo cuanto significase religión, y ese sentimiento fue intensificándose a medida que él iba creciendo, hasta el punto de sentir odio contra Dios y contra todas las religiones.
Cuando acudió a mí en el consultorio, a los 36 años de edad, se encontraba en el auge de una crisis existencial. Experimentaba una angustia que se somatizaba en su pecho, a la altura del chakra cardíaco. Era un malestar que constantemente lo incomodaba en forma de opresión y dolor.
Tras algunas sesiones de psicoterapia de orientación psicoanalítica, en que Ricardo tuvo la oportunidad de liberar su presión interna a través de catarsis, fuimos a su primera experiencia regresiva, que fluye de una forma muy rápida e intensa: Ricardo se veía viviendo en una casa situada en una región rural de Inglaterra. Tenía siete años y se sentía adoptado, no hijo biológico de la pareja que vivía con él en aquella casa. Pese a su poca edad, se percibía muy envuelto en estudios y lecturas, especialmente la lectura de la Biblia. Sentía en su madre una persona muy cariñosa que nutría un verdadero sentimiento de amor hacia él, a diferencia del padre, que era una persona distante y de aspecto rudo.
En la secuencia regresiva, Ricardo repentinamente se lleva la mano al pecho y contrae la musculatura de la cara, experimentando un dolor emocional muy intenso. En ese momento, las lágrimas corren por su rostro, pues su madre, persona a quien él amaba mucho, había muerto cuando él tenía solamente nueve años de edad. A partir de ese acontecimiento, él se subleva y pasa a odiar a Dios por haberse llevado la única referencia afectiva de su vida. Sin embargo, percibe que había firmado un compromiso con su madre, la promesa de que cuando creciese sería un religioso. Y ese conflicto interno entre el odio a Dios y el cumplimiento de la promesa lo acompañaría el resto de su vida.
COMENTARIO
El origen del “dolor” en el pecho que lo incomodaba, conocido como dolor de difícil diagnóstico médico, era en realidad el dolor emocional de la pérdida de su querida madre. Situación que generó el conflicto interno que aún repercutía en la vida actual, o sea, el odio que él alimentaba desde la infancia por las religiones, y como consecuencia, extensivo a Dios.
A partir de esa experiencia regresiva en que Ricardo identificó a la amorosa madre de aquella convivencia como la esposa de la vida actual, él se ha sentido libre de la opresión-dolor en el pecho y empezó a elaborar conscientemente los “por qué” de su sentimiento de odio dirigidos contra Dios y las religiones en general. Hoy se percibe en Ricardo un semblante libre de la angustia que lo atormentaba en el auge de su crisis existencial. Es un hombre que empieza a resolver inteligentemente su sentimiento de traición asociado a Dios y, como resultante, a despertar para las verdades de su naturaleza espiritual independiente de las religiones.
SEGUNDO CASO
Laura tenía, en esta vida, una sufrida experiencia en la relación con su padre, extremadamente severo en su infancia y que ha ido alimentando unos celos posesivos a medida que ella se iba convirtiendo en mujer y teniendo las primeras relaciones amorosas. Ese sentimiento no resuelto con la figura paterna le ha dejado secuelas psíquicas que repercuten en su vida adulta afectando el ámbito de sus relaciones. Por ese motivo, Laura se decidió a buscar ayuda en la psicoterapia y en la regresión.
Tras algunas sesiones de psicoterapia de orientación psicoanalítica, Laura experimentó su primera regresión, en la cual tuvo acceso a una vivencia en que los componentes de traición y odio estaban insertos en la escena que visualizaba: se veía como una japonesa vestida con trajes antiguos, que camina hacia un puente. A continuación, se distancia de la escena y observa un tumulto de personas en el puente. Se aproxima y percibe que había sido alcanzada mortalmente en el cuello por su marido de aquella vida, y lo identifica como su padre de la vida actual. Y concluye: “Él había descubierto que yo lo traicionaba con otro hombre”.
COMENTARIO
Traición y odio – nuevamente un cóctel explosivo en las relaciones humanas que generalmente culmina en violencia y muerte. En cambio, la experiencia regresiva de Laura, asociada a las sesiones de psicoterapia viene contribuyendo a que ella empiece a elaborar las respuestas que necesita en la relación consigo misma y con su padre. Se nota en ella la voluntad de perdonarle, pero un perdón consciente, internamente elaborado, o sea, un perdón con lucidez y discernimiento de que pese a lo sucedido en el pasado, padre e hija son individualidades que siguen distintamente sus jornadas vitales, siendo el sentido de éstas la evolución consciencial. Y en ese sentido ella empieza a percibir que se encuentra adelantada con relación a él, pues a ese nivel todo es una cuestión de despertamiento, percepción y cambio de sintonía: la sintonía del amor que cura las heridas del alma y del cuerpo. En caso contrario, como hemos visto, nos paralizamos en el tiempo pretérito, fijados en sentimientos de traición, odio y venganza, entre otros.
Observación: los verdaderos nombres de las personas fueron preservados.