Cuando no somos comprendidos
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 19/08/2013 14:56:47
por Maria Silvia Orlovas - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Te has fijado en que algunas veces somos muy mal interpretados?
¿Y que eso puede ocurrir con personas muy cercanas, justamente aquellas a quienes más queremos agradar?
Pues bien, no siempre decirlo todo funciona, lo mismo que quedar en silencio tampoco. Conocí a una señora que amaba mucho a su hija y que cuando la chica se casó, por no estorbar, se alejó. Conociendo el temperamento difícil del yerno, supuso que permanecer al margen ayudaría a que la pareja se entendiese.
Por cierto, vale la pregunta: ¿por qué una pareja joven, que tiene todo por delante, empezando una vida en común, encuentra dificultades para “entenderse”?
Creemos que la actitud de la madre era de hecho muy bienintencionada. De más edad, más experimentada, supuso que ambos tenían que pasar por sus experiencias y vencer sus cuestiones. Como de hecho ha de ser la vida, con cada uno de nosotros intentando observarse a sí mismo, mejorar, sostenerse, avanzar en el aprendizaje emocional, aunque no siempre las personas, las parejas vayan a entenderse.
Es increíble la cantidad de gente que se ama, pero que no se afina, porque el matrimonio es una especie de sinfonía, donde cada cual con su historia, con su familia, hábitos, costumbres, deseos y sueños ha de tratar de afinarse con el compañero que también viene cargado de todo eso. Y está claro que no toda “carga” es sana. Desgraciadamente, mucha gente atractiva arrastra dolores emocionales intensos y tiene miedo de ponerse a tratamiento, de abrirse, de exponer lo que siente. Y este era en caso del yerno de esa señora.
Dedicada a la espiritualidad, budista de religión, ella buscó confortación en las oraciones, hizo mantras para aliviar el karma, pero las historias de la hija y de la familia no mejoraron mucho con esos esfuerzos suyos. Todo lo contrario, la chica estuvo sufriendo sola, sin que ella se enterase. La situación se aclaró cuando un día la madre, armándose de valor, refirió a la hija un sueño suyo, que hablaba del desencuentro. La hija aprovechando la oportunidad, se abrió y le contó todo el tormento que vivía con su marido.
La madre se quedó muy sorprendida con tantas historias tristes y agresivas, y aunque con recelo, le sugirió separarse.
¿Sería una intromisión? ¿Tendría ella derecho a hacer una sugerencia como esa, en apariencia políticamente incorrecta? Pero qué hacer… ¿dejarlo pasar? ¿Dejar de indicar un camino?
Claro que la solución no es sencilla, porque ninguna separación es sencilla. Envuelve personas, opciones, dinero, hijos, familia, pero en algunos momentos es preciso hablar, mostrarse y también correr el riesgo de equivocarse.
Esto vale asimismo con amigos. Siguiendo el buen sentido, no podemos hablar todo con la gente, hay normas de educación, de convivencia y no tenemos el derecho de decir todo, pero en algunos momentos, aun corriendo el riesgo de equivocarnos, e incluso de perder la amistad, ciertas cosas han de decirse. Y después, lo que el otro decida, será de su propia cuenta y riesgo.
La vida está llena de situaciones así, donde no estamos seguros de saber hacia dónde ir, cómo actuar, cómo hacer, y no hay reglas fijas. A veces, aquello que es perfecto en la dinámica de una relación, no se aplica en otra. Por eso el matrimonio no es fácil. Son mundos diferentes que buscan armonía. A veces dos personas se unen en el fuego de la pasión, y después, cuando pasa ese momento fugaz y surgen las aristas de la convivencia, lo cual es natural, la relación no se sostiene. Esto puede ocurrir también en la amistad, en el trabajo, e incluso en cursos, en actividades que asumimos y después ya no queremos.
Cambiar, todo el mundo puede. Nadie está obligado a permanecer toda la vida de la misma manera. Ciertamente las cosas cambian, las personas evolucionan, aprenden, toman nuevas decisiones; siendo así, no te ates a las reglas por miedo a obrar de manera diferente y equivocarte. Si has de hablar, de decir lo que piensas, habla sabiendo que puedes equivocarte.
Pero, a fin de cuentas ¿qué problema hay en equivocarse?
El punto que debemos ponderar es estar en paz con nuestra conciencia, e intentar respetar a los demás, pero sin disimular nuestros sentimientos.
Este caso en especial está en marcha, la hija está en paz con la madre, que es lo más importante, y la madre está manteniéndose en equilibrio, porque sabe que su estado armonioso es el mayor apoyo que puede ofrecer a su hija.
La comprensión es la expansión del amor, que a veces se hace en palabras, otras sobreviene en el silencio, y que Dios nos ilumine mostrándonos el momento propicio de hablar o callar.