Cuando todo sale mal...
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 20/04/2010 15:18:22
por Maria Silvia Orlovas - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Todos sabemos que nos hace falta optimismo, fe, pero ¿cómo conseguir alcanzar un estado así cuando todo sale mal? Fue lo que me preguntó Natalia, una joven pediatra, casada por segunda vez, en vías de separarse.
Ni siquiera tenía los ojos tristes, tampoco nada que pudiese denunciar un dolor de cabeza constante y su deseo de huir de la vida. Muy controlada y racional, ni siquiera sabía a ciencia cierta qué había venido a hacer a una consulta de Terapia de Vidas Pasadas.
La sesión puso de manifiesto a una muchacha víctima de abusos en la guerra, un lugar sombrío, sin esperanza ni luz.
En aquella existencia había perdido a la familia y sufrió terriblemente. Una energía de la que no logró liberarse en el presente, pues aun habiendo nacido en Pernambuco en una familia acomodada, decidió estudiar y establecer residencia en San Pablo y por aquí estuvo trabajando hasta hoy, sin que piense siquiera en volver.
Se apartó de su núcleo familiar y perdió el vínculo, y ya no lo echa de menos. No obstante, eso no sería tan triste si por casualidad hubiese logrado construir relaciones afectivas y cálidas aquí, pues a fin de cuentas, no siempre los lazos de la carne traen la confortación y el amparo que imaginamos que una familia debería ofrecer. Pero al fin y al cabo ¿quién hace la familia? ¿Quién cuida de esos lazos y hace florecer el amor sino nosotros mismos?
Esa chica se sentía totalmente vacía. Para ella la vida no tenía sentido y todo le salía mal. El matrimonio fallido, durmiendo en habitaciones separadas, el trabajo sin expectativas felices; en fin, parecía que nada estaba en su sitio. Ella, una muchacha bonita, ya ni siquiera veía su belleza. A decir verdad, se sentía fea. Y está claro que con tanto dolor de cabeza ¿quién consigue ver belleza o ser amable con los demás?
Desgraciadamente, ese tipo de situaciones suelen ser más frecuentes de lo que me gustaría escribir en este artículo, y ya he notado que normalmente las personas que se enfrentan a algo así se culpabilizan por sufrir, se creen culpables de que todo haya salido mal y con ese comportamiento acaban por encerrarse, aislarse de la convivencia y, claro está, con esto el matrimonio se acaba, los negocios no prosperan, la persona se vuelve malhumorada, contesta mal a los demás.
En esas horas, la única salida es darse un tiempo. Coger vacaciones de sí mismo. No todos tienen dinero para viajar o pueden ausentarse del trabajo, de la rutina de la casa, etc., pero todos pueden dejar de pensar racionalmente en salidas portentosas. A veces, lo más difícil en una situación así es crear una salida. Y si no existe una salida, entonces, lo que nos queda es aceptar. Dejar que las cosas sigan su curso, e intentar encontrar un espacio para el cambio.
Puede que ese espacio sea todos los sábados por la mañana para una caminata por un parque, o ir a visitar lugares que todavía no se conocen, como los museos o teatros de tu ciudad. Puede que tu curación sea caminar descalzo por la playa, o bien aprender a cocinar.
Amigo lector, desacelera, procura ser feliz con las pequeñas cosas, deja de esperar por una salida perfecta. Si te ha llevado diez años construir tu historia de hoy, para deshacer lo mal hecho es preciso dar tiempo, dejar fluir y abrirse a lo nuevo.
Si no estamos en paz con nuestras ideas, la vida no nos traerá soluciones. Deja de pensar que eres el centro de lo que sucede y te darás cuenta de que muy buenas cosas podrán llegar a ti y aliviar el peso que te parece llevar a cuestas.