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Cuando un niño siente que sus padres están sufriendo…

por WebMaster em STUM WORLD
Atualizado em 01/04/2014 10:28:25


por Alex Possato - [email protected]

Traducción de Teresa - [email protected]

Un niño, desde que en algún lugar del Universo fue programada su llegada, está totalmente conectado con los padres. El sufrimiento de ellos es el sufrimiento del niño. Y un niño ama incondicionalmente a sus padres. Aunque no haya estado mucho con ellos, físicamente. Su mente está expandida, y siente todo lo que ellos sienten y vive todo lo que ellos viven, en el presente y en el pasado.

Y el niño, en la dulce inocencia de quien no tiene consciencia o sentido de la separación, habrá ciertamente de cargar con los fardos de los padres. Verá el victimismo de la madre, y deseará absorber para sí el sufrimiento, a fin de que su madre pueda sonreír nuevamente. Sentirá el miedo del padre de no conseguir dinero o reconocimiento, y absorbe para sí todo el miedo, deseando ver a su padre volver a casa, contento y despreocupado. Vivenciará la crisis y la falta de confianza entre el padre y la madre y, como una esponja, sorbe para sí la culpa, sintiéndose responsable de que ellos no sean felices y entregados el uno al otro. Le gustaría ayudarles, y para verlos bien, accede, en la infantil inconsciencia, a ser el blanco de todas las críticas, todos los fardos, toda la agonía familiar. No encuentra problema en convertir su destino en una historia de fracaso, deseoso como está de ver a papá y a mamá bien… Cosa que nunca verá…

Todo ser humano sabe amar incondicionalmente, a fin de cuentas el amor es la esencia de todo lo que hay… Pero un niño crece, y su mente empieza a olvidar el amor, ya que el sufrimiento es tan grande, su ego comienza a formarse, y el sentido de la separación se establece. Y como todas las mentes, está condicionada a cargar con los fardos familiares, y lo hace automáticamente.

Aunque este sino parezca una agonía, hay una sabia lección por detrás de la tragedia. Repetimos en nuestras vidas los sinsabores de la vida de los padres y de los antepasados, en una expiación cuyo único sentido es recordarnos el amor incondicional en que un día estuvimos inmersos… Y según vamos recordando, vamos liberándonos de esas repeticiones dolorosas.

Este recuerdo sólo llega a algunos, aquellos que están listos para atravesar los dolores emocionales y del sistema familiar. Para ello somos llamados a madurar, aprendiendo a mirar valientemente el sufrimiento, sin negarlo.

Cuando crecemos, unos más y otros menos vamos rehusando el sufrimiento que sentimos dentro de nosotros, pues ha dolido mucho cargar con él. Pero no percibimos que, al rehusar el sufrimiento, estamos rehusando a papá y mamá, tal como ellos son… Y rehusando asimismo nuestra historia familiar…

Hay que echarle valor para mirar el sufrimiento y todos los dolores resultantes de cargar con este sufrimiento en nuestra vida. ¿A cuántas humillaciones no nos sometemos para agradar a papá y a mamá? ¿En cuántas disputas no entramos? ¿Cuántos patrones no aprendemos con ellos, que acabamos repitiendo en nuestra vida, haciendo que nuestras relaciones, nuestra capacidad de sentir placer, nuestra realización profesional, nuestra libertad, se vayan por agua abajo?

Es necesario tener esto en cuenta. Para cuando llegue el momento poder comprender, con el cuerpo y el alma, que las emociones son ecos del pasado. Y los patrones han servido para darnos fibra espiritual. Sólo perdonaremos a papá y mamá verdaderamente, cuando comprendamos que ellos fueron, en primer lugar, nuestros verdugos. Y después, nuestros maestros. Involuntarios, sí, pero verdugos y maestros… No maestros por lo que enseñaron con palabras, los cursos que quizá pagaron, y los beneficios materiales que nos proporcionaron… Ni verdugos por lo que dejaron de proporcionar… por el poco caso, abandono, agresión o dolor que hayan causado. Vencida la rabieta y el dolor emocional que nos impide ver a nuestros padres como maestros, estamos llegando a la liberación… Sentimos compasión por ellos, y profunda conexión, pues entendemos, en lo más íntimo de nuestro ser, quiénes realmente son – aparte de todas las tristezas, resentimientos y dolores. De esta forma, nos preparamos para ver una realidad suprema. La maestría de ellos.

Nuestros padres son maestros porque ellos son los primeros seres en el planeta que nos indican el amor incondicional. No importa lo que hicieron o dejaron de hacer. Papá y mamá son una puerta para la comprensión profunda del alma humana. Papá y mamá son una puerta para la comprensión del amor divino. Que siempre ha pulsado dentro de ti. Desde antes de la primera respiración, cuando deseaste ver a tu papá y a tu mamá profundamente felices y unidos. Lo mismo que tú. Amor incondicional.


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