¡Desafiar es preciso!
por WebMaster em STUM WORLDAtualizado em 11/12/2010 13:11:51
por Flávio Bastos - [email protected]
Traducción de Teresa - [email protected]
Desde tiempos inmemoriales, el paradigma de comportamiento humano indica la compulsión hacia la práctica del mal – observado en pensamientos, palabras y obras – como rasgo significativo en el carácter del individuo.
A lo largo de la historia de la humanidad, ese rasgo obsesivo-compulsivo, responsable por la secuencia de guerras, genocidios y odio generalizado entre semejantes, ha sido fundamental para hacer más lento el proceso de evolución consciencial del hombre.
Y cuando abordamos el tema del “mal”, destacamos la energía negativa e invisible que envuelve a las dimensiones física y espiritual, representada también por situaciones que parecen insignificantes, irrelevantes y triviales, pero que sumadas alcanzan una dimensión gigantesca en términos de densidad energética, que son todas las formas de violencia implícita, desde las “pequeñas maledicencias” que sirven como retroalimentadoras de la densa energía que envuelve al planeta Tierra.
Por tanto, a partir de este tercer milenio, el ser dotado de inteligencia tiene ante sí un inmenso desafío, que es el de cambiar el paradigma de comportamiento que lo acompaña desde hace decenas de siglos. Y esta lenta transformación se inicia con el despertar de valores, hasta entonces muy poco explorados, desatendidos o desconocidos para gran parte de la población terrena, que son los valores ligados a nuestra esencia, o sea, al espíritu.
La constatación de que en pleno siglo XXI, amanecer del tercer milenio, aún repetimos un patrón de comportamiento compulsivo, herencia de nuestros antepasados, es síntoma de que el origen del problema ya ha sido diagnosticado, y solo resta a los herederos de esa densa energía que envuelve al planeta, tratar de “curar el mal por la raíz”, al transformar su propia energía y, resultantemente, la energía del mundo en que vivimos…
Librarnos del yugo de la obsesión anímico-espiritual y consiguiente compulsión hacia la práctica del mal, que ha venido cegándonos durante milenios, es el desafío a asumir por las conciencias que despiertan para el auto-conocimiento y la importancia de la práctica del bien en sus vidas.
La existencia de un patrón de comportamiento en que el predominio de la energía negativa traducida en forma de pensamientos, palabras y obras, es la verdad histórica de la mayoría de los espíritus que se reencarnan en la Tierra, nos lleva a la necesidad de encontrar una salida saludable, que es la erradicación progresiva de la “enfermedad del mal”, origen de los desequilibrios bío-psíquico-espirituales que asolan a la humanidad.
Con ese objetivo estamos en la Era de la sensibilidad. Oportunidad que tenemos para espantar nuestros “demonios” interiores a través del despertar para la energía del bien que promueve el amor propio, el amor solidario y la auto-cura.
Con todo, la orientación del libre albedrío sigue válida para todos los seres dotados de inteligencia, o sea, el espíritu que desee repetir su patrón de comportamiento característico obsesivo-compulsivo, en relación a la práctica del mal observado en todos sus matices, tendrá su derecho garantizado por la Ley Mayor. No obstante, la lógica de las leyes que garantizan el libre albedrío es la misma cuando nos advierte de que en un mundo en proceso de regeneración espiritual – como es el caso de la Tierra – el mal empieza a ser erradicado, y con él los espíritus afines, que conforme a las leyes de la reencarnación nacerán en una dimensión física compatible con su sintonía y grado de adelanto.
El desafío, por tanto, está a nuestra disposición. Basta encararlo con la responsabilidad y determinación de quien está dispuesto a superar sus propias limitaciones y a beneficiarse de la energía de una dimensión aún desconocida o poco explorada por el hombre: la dimensión de su naturaleza trascendental. Punto de partida para el auto-conocimiento avanzado y la comprensión de los “misterios” que envuelven la vida y la muerte en un planeta en fase de transición.
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