Disfunciones que llevan a la SEPARACIÓN: 2 - ¡¿Opiniones indiscutibles?!
por Luís Vasconcellos em STUM WORLDAtualizado em 03/09/2009 14:13:49
Traducción de Teresa - [email protected]
¿Sientes con frecuencia que eres tú el que está absolutamente en lo cierto?
Hay un universo excluyente: el del punto de vista de cada cual.
A partir de ese nuestro tan estimado mirador personal (por cierto, el CORRECTO) no somos capaces de ver al OTRO como otro YO, con características propias y funcionamiento peculiar - ¡no!
Tendemos a verlo bajo nuestros propios puntos de vista, lo cual dificulta cualquier comprensión hacia la realidad de la existencia del OTRO, como diferente de nosotros mismos. ¿Cuántas veces nos decepcionamos, impacientamos y reñimos con el otro por que no ha procedido como nosotros lo haríamos si estuviésemos en la misma situación???
Con eso defendemos y reafirmamos lo que nos parece acertado, lo que se debe hacer en situaciones semejantes. Con todo, olvidamos que los mundos de referencia de los valores del OTRO no son idénticos y no han generado conclusiones semejantes en las ADAPTACIONES YO/MUNDO del OTRO.
Lo “correcto para el OTRO”, en una determinada situación puede ser completamente diferente del modo en cómo lo vemos a partir de nuestros personales puntos de vista; siendo así, no lo comprendemos, no aprendemos con él, no lo aceptamos e incluso lo cuestionamos, aunque no haya evidencia alguna en que podamos apoyar nuestro personal punto de vista. Aun así actuamos como si éste tuviese validez universal y la connotación de indiscutible.
El problema es de percepción antes que de conciencia, es de conflicto entre robots con programación diferente o incompatible, más que de conciencia madura, experiencia de vida o firmeza de convicciones.
Lo que llamamos REALIDAD es el mundo real más lo que proyectamos en él. Vivimos en nuestra REALIDAD y no solo en el mundo real. Por tanto, psicológicamente hablando, no vivimos en el mundo real. Tomamos una parte de él o, mejor dicho, solo las partes que nos son más agradables y lo reconstruimos basándonos en nuestras propias premisas y necesidades. Mientras lo hacemos albergamos la convicción de que lo real que experimentamos corresponde exactamente a la realidad. De esta verdad psicológica nació la noción jamás comprobada de la objetividad.
Es preciso derribar de una vez la idea, el mito de que vemos las mismas cosas y de que el mundo percibido sea el mismo para cada uno de nosotros. Nuestra real subjetividad y el enorme poder que emociones, afectos, miedos, deseos e intereses tienen para interferir en nuestra percepción y en los resultados de ésta (el mundo según lo ven nuestros ojos).
Dos personas pueden compartir el mismo apartamento y éste, objetivamente hablando, tiene XYm², la misma dirección y teléfono, un salón, dos habitaciones grandes y un baño; y así sucesivamente, sin embargo…
>>>para UNO de los miembros de la pareja, el apartamento es el lugar para recibir bien a los amigos, hacer fiestas donde todos se sientan a gusto (sin estas chorradas de formalismos y preocupaciones con las cosas) y ellos – los amigos – deben aceptar de buen grado cualquier imperfección o fallo posible, pues son verdaderos amigos y éstos lo comprenden todo (incluso la ocasional falta de un sofá, la falta de una alfombra o lo apretado de la sala de estar): ¡A ninguno de mis amigos le importa eso, ni siquiera se va a dar cuenta!
>>>Para el OTRO miembro de la pareja recibir en casa es un sufrimiento, especialmente si el salón está incompleto, si faltan cortinas, si el sofá de la sala de TV que es muy pequeño, tiene que ser desplazado a la sala de estar, que aún no tiene una alfombra, siquiera; y si, principalmente, todos (¡ciertamente!) están notando eso y condenándolo. En la percepción de éste, la casa es un lugar de intimidad y recogimiento y no puede, ni debe, ser invadida por nadie que no sea íntimo de la pareja, por eso es tan importante que ellos vengan cada uno a su vez, para que primero se cree la intimidad:
¡Es horrible relacionarnos con quien aún no conocemos bien!
