Disfunciones que llevan à SEPARACIÓN: COMPLICIDAD NEGATIVA con el OTRO
por Luís Vasconcellos em STUM WORLDAtualizado em 10/09/2009 12:25:41
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Traducción de Teresa - [email protected]
¡Podemos caminar hacia una complicidad con el OTRO cuando tenemos problemas, conflictos y carencias SEMEJANTES o COMPLEMENTARIAS!
Peor que, por ejemplo, al YO le parezca tener el derecho de imponer límites y controles sobre alguien (con base en su inseguridad), es que el OTRO acepte este “contrato inconsciente” y pague con la propia vida el precio de este conformismo y complicidad hacia el compañero. No importa lo que haga el segundo, cuánto se esfuerce o qué precio pague, pues nada, pero nada de veras, va a solucionar el problema de la desconfianza cuando está enraizada en el YO, pues el problema es de la persona que abriga la desconfianza.
Peor que, por ejemplo, el YO albergue celos y desconfianza, es que el OTRO crea que debe hacer DE TODO para disminuir (o incluso eliminar) los motivos para que esto suceda, y se esfuerce por no dar JAMÁS motivos para que los celos sean, por decirlo así, estimulados: ¡Aún así, y pese a esta tentativa, la desconfianza del YO está allí, al acecho, esperando para arrojarse sobre el compañero al menor motivo!
Cuando alguien considera que ha hecho algo bueno con no hacer nada para estimular la inseguridad arraigada del compañero, está EQUIVOCADO, pues “proteger” a la otra persona en sus conflictos y dificultades no necesariamente hace (como no ha hecho nunca y nunca hará) que el compañero crezca y se libere de sus problemas de naturaleza íntima y personal (esto se aplica a la mayoría de los problemas de relación).
Estamos además transmitiendo, en ese momento, sin percibirlo, algo más o menos así:
“¡Ah, ella (él) es tan debilucha(o)! Jamás conseguirá vencer este problema. ¡Pobrecita(o)!”
La Madre postiza protege y absuelve al hijo incapaz. El Padre postizo protege y absuelve a su débil hija. Hay una gran diferencia entre:
A - “comprender una limitación temporal del compañero y procurar ayudar”
B - “conformarse (para siempre, por deseo de protección) con una dificultad del compañero”.
¡Comprender o aceptar no es lo mismo que ser cómplice y conformarse!
Con esa actitud (llena de sentimientos negativos) ayudamos a perpetuar la negación de la SOMBRA PERSONAL. Haciendo así nos rendimos a su poder y dominio sobre el compañero. Su natural dificultad para ver sus propios problemas queda añadida de nuestra dificultad para comprenderlo en una perspectiva más amplia que esa que sirve de base a su conflicto, y de serle útil de modo constructivo.
De papeles complementarios se abastecen los conflictos entre los compañeros sentimentales.
De esta complementariedad depende la SOMBRA PERSONAL para perpetuarse al control de todo.
Resultado más común =
Una dificultad cuya existencia es negada por ambos, se convierte en un CONFLICTO (sin salida), pues no puede salir a la superficie claramente y, por tanto, no puede algún día (¡y que sea pronto!) convertirse en un PROBLEMA de la clase de los que pueden ser encarados, planteados, encaminados y resueltos.
¡Es como si la quiebra de uno fuese a perdonar u ocultar la quiebra del otro!
Alguien con una inseguridad muy grande, inconscientemente puede elegir (para compañero de relación) a una persona que no constituya amenaza de ruptura para el esquema defensivo del YO y que, así siendo, acabe exponiéndolo a su propio miedo; entonces la persona “elegida” es apropiada para perpetuar el miedo del YO, que todo hará para que este deseo inconsciente no sea traicionado por el OTRO. Naturalmente este último percibe muy bien dónde debe y dónde no debe entrometerse.
Con todo, otras fuerzas trabajan para hacer, más día menos día, con que estas barreras puedan romperse. Es saludable y constructivo que esto ocurra, no obstante son pocas las parejas advertidas de la necesidad de encarar positivamente este “choque existencial” y superarlo.
En la gran mayoría de los casos, las parejas, después de pasar mucho tiempo en complicidades tolerantes, parten (sin aviso previo alguno y progresivamente) hacia la fase de “denuncia de la Sombra ajena”, pues siempre parece más fácil dirigir acusaciones al OTRO y, al mismo tiempo, mantener una prudente auto indulgencia con relación a los propios defectos y límites.
Mucho menos frecuentemente las parejas se muestran capaces de asimilar la constatación del alcance y de los límites de UNO y de OTRO en un clima de creciente comprensión y desarrollo humano.